Capítulo 4: Gestos taciturnos.

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El café tenía un aire distinto esa tarde, un ambiente que invitaba a la introspección. La luz del sol, más tenue que de costumbre, se filtraba a través de las ventanas, bañando el lugar en una cálida penumbra. Moxxie llegó temprano, buscando el consuelo que ese rincón tranquilo solía ofrecerle. Había algo en la soledad de esas horas que lo calmaba, aunque últimamente esa paz parecía cada vez más esquiva.

Pidió su habitual capuchino, pero esta vez, en lugar de perderse en el trabajo como solía hacer, se permitió dejar esos pensamientos a un lado. Cerró los ojos por un momento, disfrutando del silencio antes de que el bullicio del día lo alcanzará. Sin embargo, esa calma fue interrumpida cuando escuchó el ya familiar tintineo de la puerta.

Abrió los ojos justo a tiempo para ver a Stella Goetia entrar con su paso firme y elegante. A pesar de la repetición de la escena, Moxxie sintió un ligero temblor en el estómago. Ya no era casualidad que coincidieran en ese lugar, y aunque no quería admitirlo, había empezado a esperarla.

Stella no parecía haberlo notado, o al menos no lo mostraba. Con la misma indiferencia calculada, se acercó al mostrador y pidió un café con leche. Esta vez, sin embargo, hubo un pequeño cambio en su elección: pidió también una galleta de mantequilla. Un detalle nimio, pero que para Moxxie resaltó como una muestra más del cambio de las cosas, aunque fuera en lo más mínimo.

Ella eligió la misma mesa que el día anterior, sentándose con la misma indiferencia de siempre haciendo que no pareciera intencional. Moxxie, consciente de cada uno de sus movimientos, fingió concentrarse en su bebida, aunque su mente estaba lejos de la rutina que intentaba mantener. Los gestos cotidianos, el simple acto de sentarse y beber café, habían adquirido un nuevo valor desde que Stella había comenzado a aparecer con regularidad.

El café estaba relativamente vacío, lo que hacía que cada sonido, cada movimiento, resonara con mayor fuerza. Stella hojeaba los papeles de una carpeta que había traído consigo, pero sus ojos no parecían concentrados en las páginas. Moxxie no podía evitar preguntarse qué estaría pensando, qué la traía a este lugar con tanta frecuencia. ¿Era solo una coincidencia? ¿O había algo más?

Los minutos pasaban con la lentitud de la tarde, hasta que un pequeño accidente rompió la quietud. Una camarera, en su prisa por atender otra mesa, tropezó levemente, derramando una pequeña cantidad de café sobre la mesa de Stella. El líquido se esparció rápidamente, rozando el borde de su elegante abrigo. Stella levantó la mirada con una expresión que, aunque contenida, mostraba una clara molestia. No dijo nada, pero la tensión en su mandíbula era evidente.

La camarera, al ver el incidente y la expresión de Stella, se disculpó como si su vida dependiera de ello. Alterando el ambiente de la cafetería mientras suplicaba por su error y pedía perdón mientras limpiaba la mesa con increíble diligencia. Stella se conformó con mirar y esperar con la carpeta en brazos.

Moxxie observó la escena con interés, sintiendo un impulso que no supo de dónde provenía. En un acto que fue más reflejo que decisión consciente, se levantó y, sin pensarlo demasiado, se acercó a Stella con una servilleta en la mano.

-Toma -dijo, su voz apenas un susurro mientras le ofrecía la servilleta, en vista de que aún no le habían ofrecido algo para su abrigo.

Stella lo miró, sus ojos encontrándose con los de él por un breve instante. Una ligera sorpresa apenas descifrable en su rostro fue evidente, pero también había algo más, algo que Moxxie no pudo identificar de inmediato. Ella tomó la servilleta con sutileza, y aunque no emitió palabra, hubo una pequeña inclinación de su cabeza, un gesto que, en su mundo, equivalía a un agradecimiento.

Moxxie volvió a su asiento, tratando de calmar el latido acelerado de su corazón. La interacción había sido mínima, pero había dejado una huella profunda en él. Stella, por su parte, pareció volver a su serena indiferencia, pero Moxxie notó que sus gestos eran ahora más pausados, como si estuviera procesando lo que acababa de ocurrir.

El café, que por un momento pareció detenerse, siguió volviendo a dejar que el bullicio retomara lentamente al lugar, llenándose de a poco con nuevos clientes. Pero para Moxxie, aún percibía ese cambio que el café pareció ignorar con su retomada normal. Sentía que el aire era diferente, más denso, cargado de un significado que no terminaba de comprender. La cotidianidad, que había sido su refugio, ahora parecía transformarse en un campo minado de emociones que apenas comenzaba a explorar.

Cuando Stella terminó de limpiar su abrigo como pudo, continuó con su café, pero esta vez, Moxxie notó que su mirada se desvió hacia él en más de una ocasión. Eran breves momentos, casi imperceptibles, pero suficientes para hacerle entender que el gesto silencioso que había compartido no había sido en vano.

Al terminar su capuchino, Moxxie sintió una mezcla de satisfacción e inquietud. La tarde avanzaba, y el mundo seguía su curso, pero él sabía que algo había comenzado a cambiar, algo que no podía ignorar. Mientras observaba a Stella levantarse para irse, su figura reflejada en la ventana, Moxxie se dio cuenta de que ese café ya no era simplemente un lugar de rutina. Se había convertido en el escenario que lo empujaba a replantearse lo que sabía sobre sí mismo y sobre los demás.

Con un último vistazo a la mesa de Stella, Moxxie decidió quedarse un poco más. Había algo en la atmósfera que lo hacía sentir que, aunque pequeño, un cambio significativo estaba ocurriendo. Un gesto silencioso, una coincidencia que ya no parecía tan fortuita, pero que marcaba el inicio de algo nuevo y desconocido.

Demonios en la Rutina • 「Stella x Moxxie」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora