01 ❦︎ viento

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1994. México

─¡Lucy! ─mara, la madre de una joven estudiante de 17 años estaba apurando a su hija para llevarla a la escuela

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─¡Lucy! ─mara, la madre de una joven estudiante de 17 años estaba apurando a su hija para llevarla a la escuela. ─¡Apúrale mija que se hace tarde!

Lucía, no puedo decir "o Lucy como la llaman sus amigos", porque Lucy no tiene ningún amigo dentro ni fuera de la escuela.

─Ve nomas esas ojeras Lucy, hasta pareces muerta hijita, no que feo. ─su mamá le apretaba los cachetes para verle fijamente el rostro.

─No podía dormir anoche ma.

─Como todas las noches... pero bueno, anda ya, vámonos.

Mara pasaba a dejar a su hija a la escuela, de ahí ella se iba a trabajar. Ella era esa típica señora que le encantaba hacer amigos, ir a tomar café con sus amigas y más que nada verse siempre bella. No era tan difícil para ella, pues ya contaba con belleza natural, o al menos a lo que los estándares de ese tiempo describen como "belleza", era alta, delgada, rizada, güera y de ojos azules brillantes.

En cambio Lucy; ella no podía ver lo bonita que era, todos sus problemas internos la hacían no poder verlo. Ella se sentía como una chica ordinaria mas, morena, de pelo ondulado y ojos marrones. Nada de que impresionarse. Nada que ver con su mamá.

─Oye. ─habló la mujer, cuando llegaron a la escuela y notó que su hija no bajaba del coche. ─Puede que hoy no sea tan malo.

─Siempre dices eso y cada vez es peor.

─Nunca hay que perder el entusiasmo, bebé. ─le sonrió y tomó su barbilla. ─Que tal que hoy pasa algo distinto a los demás días, pero algo bueno.

─Ya me voy, es tarde.

─Que te vaya bien Lucy, te amo. ─le dio un beso en la frente.

Efectivamente a Lucy se le hizo tarde, porque antes de entrar a la escuela, fue a la tienda de al lado a comprar una caja de cigarros Marlboro.

─¿Profe puedo pasar?

─Ay Martínez, apenas es lunes y ya vas a empezar la semana con un retardo.

─Perdón.

─Pásele.

Al dirigirse a su asiento, Lucía se dio cuenta de que alguien más lo ocupaba. Y era raro, porque nadie se sentaba en lugares que ya estaban ocupados, y más raro aún, porque era un chico que jamás había visto antes en la escuela.

𝐮𝐧 𝐦𝐢𝐧𝐮𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐭𝐢 ; nadie nos va a extrañar [memo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora