•. ✶ Iguro Obanai (1

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- Iguro-San... - El pelinegro se detuvo al escuchar tu voz, girando lentamente su cabeza y torso mirándote con una ceja levantada señal de que prosigieras - ¿Podemos parar un momento? No me siento muy bien...

- ¿Que te sucede? - Con lentitud Iguro se acercó a ti tocando con delicadeza tu frente haciendo que soltases una pequeña risa.

- No es nada, solo que me siento cansada.

- Bueno.., supongo que podemos parar unos minutos.

Ante su respuesta tu asentiste para sentarte en una piedra que estaba junto a tus pies, en ella, pudiste escuchar un ruido algo fluido.

- ¿Escuchas eso? - Obanai volteo a mirarte y nego con lentitud - Ahí un arrollo cerca. - Dijiste cuanto identifícaste el sonido. Te levantaste de la piedra y tomaste la mano de Iguro para caminar en dirección a dónde el agua corría.

El de ojos llamativos miraba la unión de sus manos con anelo de más, tu tacto sobre el le hacía sentir algo extraño, tu voz, tu sonrisa, tu mirada, amaba todo de ti y esperaba el día que tú pudieras corresponder esos sentimientos, aunque para el era algo imposible, no caía en que estaba equivocado, tu estabas igual de enamorada que el, pero compartían el mismo pensamiento erroneo, pensar que no estaban al alcance del otro y por ende, nunca serían correspondidos ni suficientes.

- ¡Que hermoso arrollo! - Con rapidez soltaste el agarre que mantenias antes con el pilar y te dirigiste rápidamente a aquella agua cristalina, con cuidado juntastes tus manos para poder tomar agua y beberla con gusto. - Tu también deberías de beber agua Iguro-San, hemos caminado por horas bajo este sol. - El pelinegro solo asentio y se apartó de dónde tu estabas para imitar tu acción. Sabías que la razón por la cual se alejaba era porque no quería que vieses lo que había bajo aquellas vendas.

Sabías la mayor parte de su pasado puesto que ambos tenían mucha confianza, pero Iguro nunca se atrevió a decirte o mostrarte lo que había bajo aquellos bendejes.

Depronto, paraste tus pensamientos al ver cómo el pilar comenzaba a desesperarse y no sabías la razón, viste su cuello y notaste que Kaburamaru no se encontraba allí, pensabas que esa era la razón del extraño comportamiento de este, pero al ver cómo Obanai la había dejado en un tronco tu confusión volvió a hacerse presente.

- Iguro-San.., ¿Estás bien? - te acercaste a el pero para tu sorpresa este solo asintió sin siquiera voltear a verte. - Obanai..

- Alejate, porfavor _____.. - Te pidió al sentir tu mano tocar su hombro, pero tu no hiciste caso.

- ¿Que pasa?... - Tu pregunta se respondió sola en cuanto notaste las mojadas vendas sobre el agua, esto no era bueno. - ¿No tienes más vendas? - El pelinegro nego.

- No estaba preparado para algo así...

- No te preocupes Iguro-San, en el próximo pueblo buscaremos unas. - Dijiste esperando una respuesta pero no ubo nada.

- Tendremos que caminar separados.

- ¿Porque? ¿Tan malo puede ser lo que esconden aquellas vendas? - Volviste a ser ignorada, viste como Iguro se levantaba de a poco pero te negabas a no ir con el. Con fuerza lo jalaste de vuelta hacia abajo y volteaste su rostro, Iguro seguía tapando este con una de sus manos y pudiste notar su seño fruncido.

- Iguro...

- _____, aléjate.

- No, Iguro, nada puede ser tan malo. - Con cuidado acercaste tu mano a la de el empezando a apartarla de su rostro de a poco.

El no se trevia a sacarte o apartarte, no podía ser así de brusco contigo.

- ______, No, detente..- Era tarde, tu ya habías apartado completamente su mano contemplando lo que esas vendas siempre escondian.

M

iraste con algo de tristeza aquella cicatriz, no te imaginabas lo que Iguro tuvo que pasar. Luego, volviste tu mirada a sus ojos viendo con sorpresa sus ojos llenos de pena, el.. se sentía ¿Avergonzado?.

- Doy asco.. - Esas palabras salieron tan frías y secas que hasta a ti te dolieron.

- No digas tal estupidez, nunca más. - Tomaste con fuerza el rostro del contrario ganandote su mirada de sorpresa ante tu tono molesto. - No das asco, nunca lo darás y menos por una cicatriz, no deberías esconderla, y menos de mi.

- _____..

- Eres perfecto Iguro, siempre lo serás ante mis ojos.

Y con eso no pudiste contenerte, besaste con delicadeza los labios del pelinegro provocando que el se sobresaltara de más.

- Yo... - Al caer en lo que hiciste miraste a Obanai completamente avergonzada. - Lo lamento.. yo..

- Y tú siempre serás perfecta, no solo ante mis ojos, si no a los de todos. Eres la única mujer que eh llegado a amar, y la única a la que amare.

Y con eso, Iguro te devolvió aquel dulce beso que con gusto correspondiste, aquellas palabras te habían echo tan feliz, habías soñado más de una vez este momento y ahora estaba pasando.

Lo amabas, y el te amaba a ti.

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