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Javon manejaba en silencio, con la mirada fija en la carretera, pero con el corazón todavía acelerado

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Javon manejaba en silencio, con la mirada fija en la carretera, pero con el corazón todavía acelerado. Cada tanto miraba de reojo a Darilú, que estaba recostada en el asiento del copiloto. Su expresión era de cansancio, pero también de alivio. El hospital había sido agotador para ambos, pero ahora todo lo que importaba era que Darilú estaba bien, que estaba con él.



Llegaron a la casa de Darilú. El cielo nocturno estaba despejado, y las estrellas brillaban suavemente. Javon apagó el motor y se apresuró a salir del auto, rodeando el vehículo para abrir la puerta de Darilú. Ella intentó levantarse sola, pero una ligera punzada de dolor en su cuerpo hizo que se detuviera.


—Déjame ayudarte —dijo Javon, con una mezcla de dulzura y preocupación.


Sin decir una palabra más, él la levantó suavemente en brazos, haciéndola sentir segura entre ellos. Darilú apoyó su cabeza en su hombro, cerrando los ojos por un momento mientras sentía el calor de Javon. Aunque la noche era fría, su presencia la hacía sentir cálida, protegida.



Al entrar a la casa, todo estaba en calma. Javon la llevó directamente a su habitación y, con cuidado, la depositó sobre la cama. Él se inclinó y le quitó las zapatillas, asegurándose de que estuviera cómoda. Darilú lo observaba, sintiéndose agradecida, pero también algo culpable por lo preocupada que lo había visto.

—No tienes que quedarte, Javon —susurró ella, intentando no sonar débil. Quería que él descansara también.

Javon la miró, negando suavemente con la cabeza mientras se sentaba a su lado.


—No voy a dejarte sola, Darilú —dijo en un tono firme pero lleno de ternura—. No después de todo esto. Me quedo contigo.


Ella le sonrió débilmente, sintiéndose abrumada por el cariño que él le mostraba. Javon se quitó los zapatos y se acomodó a su lado, apoyando su espalda en el cabecero de la cama, como si planeara vigilarla toda la noche. Extendió un brazo y, sin decir nada más, Darilú se acurrucó a su lado, encontrando consuelo en el latido constante de su corazón.


—Perdóname por no estar ahí en la competencia —susurró Javon después de un rato. Sus palabras rompieron el silencio suave de la habitación—. Nunca debí haberte dejado sola.

Darilú levantó la cabeza, mirándolo a los ojos.

—No fue tu culpa. Ambos estábamos ocupados, lo entiendo. Pero me alegra que estés aquí ahora.

Javon le acarició el cabello, con una mezcla de alivio y pesar en su mirada. Se inclinó para besar suavemente su frente.

—No volveré a fallarte, lo prometo —dijo con firmeza.


—Sé que no lo harás —susurró Darilú, dejando que el cansancio finalmente la venciera. Cerró los ojos y, envuelta en los brazos de Javon, se permitió relajarse por completo.


𝐉𝐮𝐬𝐭 𝐘𝐨𝐮/ʷᵃⁿⁿᵃ ʷᵃˡᵗᵒⁿ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora