★﹕Five .

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Fiddleford vagó por los pasillos del campus, su mente una tormenta de pensamientos dolorosos, mientras intentaba no sucumbir a la desesperación que amenazaba con ahogarlo

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Fiddleford vagó por los pasillos del campus, su mente una tormenta de pensamientos dolorosos, mientras intentaba no sucumbir a la desesperación que amenazaba con ahogarlo. El aire fresco de la noche le golpeaba el rostro, pero no lo sentía; su cuerpo estaba tan entumecido como su corazón. Caminaba sin rumbo, solo queriendo poner distancia entre él y Stanford, entre él y ese cuarto lleno de recuerdos que ahora parecían más crueles que reconfortantes.

Finalmente, sus pasos lo llevaron hasta el edificio de ciencias, un lugar que siempre le había brindado paz y seguía brindándole paz de vez en cuando. Entró a este mismo con cautela, como si tuviera cuidado de no ser descubierto, aunque sabía que nadie le haría caso y todos en esos momentos se encontraban en sus habitaciones y los profesores en sus respectivos hogares.

Se apoyó contra la puerta del laboratorio, temblando ligeramente mientras las lágrimas seguían luchando por salir, aunque ya no quedaban muchas. Llevó sus rodillas a su pecho y escondió su rostro entre este. A veces solo necesitaba de un suéter y refugiarse en este para no tener que salir de ahí en días...raro pensamiento. Pero quizá lo necesitaba ahora.

Ni siquiera sabía qué horas eran en esos momentos, su mente seguía vagando en recuerdos hermosos que ya no existían con su ahora ex-pareja. Fiddleford jamás se consideró del tipo sensible, pero Stanford le sacaba su lado más tierno y sensible, y en esos momentos, cada parte vulnerable de él estaba expuesta; como si lo hubieran abierto por la mitad y su corazón estuviera a vista de todos, siendo golpeado cruelmente por aquel chico al cual se lo había entregado con tanta confianza. Quizá no debió confiar mucho, quizá nunca debió confiar. Pero era difícil cuando se trataba de alguien a quien consideraba el amor de su vida, su mejor amigo.

Muy pronto, el cansancio mental y físico hizo efecto en todo el cuerpo de McGucket, y se quedó dormido justo frente a la puerta del edificio de ciencias.

A la mañana siguiente, la directora fue la primera en presentarse por los pasillos del gran campus, inspeccionando los lugares como si fuera ya parte de su rutina, hasta que llegó al edificio de ciencias. Se encontró con la gran sorpresa de ver a uno de los alumnos completamente dormido apoyado en la puerta de aquel lugar. Se quedó analizando la situación por unos momentos hasta que se puso de cuclillas y llevó una de sus manos al hombro del menor. Conocía a este alumno. Era uno de los más ejemplares, ¿cómo no hacerlo?

"Joven McGucket..." Llamó en un tono de voz bajo, sacudiéndolo ligeramente. "Joven McGucket..."

El mencionado se removió un poco mientras soltaba pequeños quejidos, hasta que sus ojos se abrieron y poco a poco fue recobrando el conocimiento. Se dió cuenta de donde estaba y de golpe todos los recuerdos de anoche le llegaron tal como si un balde de agua helada cayera encima suyo.

Se dió cuenta de quien estaba con él y rápidamente se levantó, sintiéndose apenado totalmente. "¡Directora!" Exclamó. "B-buenos días..."

"Joven McGucket." Ella también recobró su postura y miró con una pequeña sonrisa al más alto. "¿Se puede saber que es lo que hace aquí? Y, vi que estaba durmiendo en el piso. Usted sabe que todos los alumnos deben estar en sus respectivas habitaciones con-"

"Si, si, lo sé, directora." Desvió la mirada, sintiéndose avergonzado. "Es solo que...tuve un pequeño desacuerdo con mi compañero de habitación." Trató de no recordar demasiado para que aquello no le afectara tanto como antes. "Y no tenía a dónde ir, y vine al único lugar que me traía paz, así que..."

"¿Un pequeño desacuerdo?"

"Si...de hecho, necesito de hablar con usted sobre eso, si no es mucha molestia."

La mujer se quedó en silencio por unos momentos, para luego asentir. "Claro, claro. Vamos a mi oficina, así podremos hablar en paz antes de que todos se activen."

Fiddleford asintió con la cabeza y se dejó guiar por la mujer la cual comenzó a caminar en otra dirección que los llevara rápidamente a su oficina. Debía buscar una excusa rápida y válida con la cual convencerla de que lo cambiara de habitación a estas alturas.

 Debía buscar una excusa rápida y válida con la cual convencerla de que lo cambiara de habitación a estas alturas

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Fiddleford estaba más que feliz. Había logrado su objetivo; consiguió convencer a la directora de cambiarlo de habitación con alguien más. Aunque al principio fue complicado, pudo jugar con su papel de víctima un poco y eso la hizo caer perfectamente. Ahora solo que esperar a que le dijeran cuando ir a su nueva habitación e ir a sacar sus cosas de la otra, solo rogaba a Dios y al niverso que su ex-novio no estuviera ahí. No soportaría tener que encontraserlo. Aunque eso estaba por verse.

Llegó al lugar y soltó un suspiro aliviado cuando encontró el cuarto sin nadie adentro esperándolo. Entonces comenzó a guardar sus pertenencias en una caja que tenía por ahí y ordenando sus ropas en un bolso. Por último, ordenó la parte de su habitación para que el nuevo residente de aquella habitación se sitiera cómodo. Y hablando de ello, muy pronto tocaron la puerta; se trataba del chico que estaría con Stanford esta vez.

Compartieron un par de palabras entre unas sonrisas y Fiddleford ya tenía la llave de la habitación que compartiría con alguien más. Se despidieron y el rubio partió hacia su nuevo espacio, guiándose por el número que traía la llave. Cuando llegó, dejó sus cosas en el piso por un momento y se mentalizó un poco...

Estaba por tocar una puerta que lo adentraría a un nuevo ambiente, con un nuevo compañero de habitación el cual muy probablemente no conoce. Ya no vería la cara de quien fue su pareja alguna vez y eso le dolía, pero eso era lo mejor para ambos y lo sabía, más para él que para el otro.

"Bueno...aquí vamos." Susurró para sí mismo. Tocó la puerta un par de veces y esperó pacientemente.

Por la tardanza, creyó que quizá no había nadie dentro, así que iba a insertar la llave hasta que la puerta fue abierta, revelando a quien menos se esperaba encontrar. Y esa persona tampoco se esperó que compartiría habitación con Fiddleford.

"¿McGucket?"

"¿Stanley?"

Este último mencionado sonrió sin poder evitarlo. Vaya que ambos se llevaron una, tal vez, grata sorpresa. Quizá no sería del todo malo un nuevo compañero de cuarto.

 Quizá no sería del todo malo un nuevo compañero de cuarto

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ਏ ݂  The Replacement .   ๋ਓ  🍓  FiddleStan - FiddAuthorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora