Capítulo 16

952 132 40
                                    

Todo en aquella cabaña era algo de caos. Entre los sollozos del pequeño Roier, hasta los gritos de los adultos, todos estaban en tensión por la reciente visita de cierto druida. 

Hace unos minutos Sapo Peta había llegado para hacer un último intento de "negociación" ante la situación que sacudía a Karmaland. Esto para decidir si debía seguir y concluir la construcción de la máquina borra memoria o si debía darles una segunda y última oportunidad. Tenía al menos una mínima esperanza de que alguno de los dos o ambos podían entrar en razón y hacer algo por no hundir más al pueblo. Pero estaba tan equivocado.

— A mí me vale madres lo que tengas que decir, Sapo Peta, ya hemos avanzado mucho y no planeo detener nada —renegó dándole una mirada de molestia—. No hasta que ese pendejo esté muerto.

— ¡Quackity por favor! Piensa en lo que te has cobrado por todo esto, tantas vidas que se han arrebatado por este capricho de ambos.

— ¿Un capricho? ¿Crees que esto es un puto capricho? —perdió la paciencia, ya no estaba dispuesto a escuchar más—. TÚ QUE VERGAS VAS A SABER, SAPO PETA, LO ÚNICO QUE HAS HECHO DESDE QUE ESTÁS AQUÍ ES APARECERTE, DECIR UN PAR DE COSAS E IRTE. NO NOS CONOCES EN CASI NADA Y AÚN ASÍ TE ATREVES A HABLAR COMO SI LO HICIERAS.

— Baja la voz, Quackity, los niños están aquí... —esto le hizo tomar consciencia, por lo que con una mirada le indicó a la pareja de novios que se los llevaran a fuera. Ante esto el druida suspiró—. Si, tienes razón, hablé de más. Aun así, Quackity, durante el poco tiempo que convivimos pude darme cuenta de muchas cosas sobre ti, una de ellas es lo impulsivo que eres. Todo esto es prueba de ello.

— Creí que me apoyabas.

— Lo hacía en cierta parte porque tenía fe en que podías manejarlo bien y no te dejarías dominar del todo por el odio. Y porque tú sabes perfectamente lo que siento por ti porque fuiste la primer persona en siglos que me ofreció calidez.

— Y te agradezco esa fe, pero dejé de necesitarla desde el momento en el que te fuiste con Luzu. Lo perdoné, pero dejé de creer en ti, mucho más luego de que fueras parte de la corrupción en las elecciones y lo dejaras ganas sin hacer una investigación, incluso si yo te mostré pruebas —tenía un nudo en la garganta, pero le faltaba una última cosa de la que tal vez podría arrepentirse, pero no ahora—. No sabes cuanto me arrepiento de haberte dado una parte de mí y de haber ido contigo en busca de consuelo. 

Esto le dio en una fibra sensible al druida. Estaba también al límite, diría cualquier cosa solo por enojo y decepción. Todos ahí harían lo mismo, cosas de las que se arrepentirían profundamente y no podían arreglar. 

— Y no sabes cuanto es que yo me arrepiento de haberte ayudado, incluso a ocultarle a Luzu que Roier es su hijo —soltó sin más, agregando algo último que fue la gota que derramó el vaso—. O incluso de haberte ayudado a traerlo a la vida sabiendo las altas probabilidades de que muriera. 

— NO TE ATREVAS A DECIRLO OTRA VEZ, PUTO PENDEJO —explotó en ira, extendiendo sus alas y tomando una forma más siniestra. Obtuvo garras y un "pico de pato". Sus ojos, ahora negros de orbes rojas, brillaron con intensidad. 

Sapo Peta no tuvo reacción alguna más que de pánico ante lo que acaba de decir. Se sentía terriblemente mal ahora mismo. Quackity, por su lado, estaba a punto de aventarse contra el druida, pero Rubius se le adelantó y empujó al ser. Sin embargo esto no tranquilizó al jefe, por lo que se aventó y consiguió darle un fuerte golpe en la mejilla que lo dejó tirado y con un gran rasguño en la mejilla. E iban a seguir así, de no ser...

— ¿Papi...? —la voz rota de Roier se hizo presente, a lo que voltearon a verlo. 

Quackity se asustó y trató de tranquilizarse para volver a su forma normal, pues la mirada de miedo que tenía le hizo sentirse absolutamente mal de no haberse podido controlar y haber mostrado su "naturaleza". 

La Flor que Nació en Guerra - (AU) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora