-𝐅𝐎𝐑𝐓𝐘-

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Mientras todo el que protegía Red Keep se dirigía hacia Pozo dragón en la captura de la princesa Visenya Targaryen, la fortaleza se quedó solitaria.

El viento soplaba cada vez más fuerte mientras el disturbio aguardaba en la capital. La reina consorte veía desde la venta de sus aposentos, siguiendo la luz de la luna chocando con la armadura de los guardias de la ciudad. Helaena suspiró hondo al ver a la enorme dragona de su hermano salir volando, y al poco tiempo, su esposo lo seguía a lomos de su dragón dorado.

Se han ido.. —pronunció en un susurro, bajando la mirada hasta el vaso que sostenía en sus manos.

—¿La abuela vendrá o iremos nosotros? —preguntó el mayor de sus hijos, sentando a un lado de su pequeño hermano.

—No debe tardar, amor. —respondió Helaena con una ligera sonrisa. Jaehaerys solo asintió y siguió jugando junto a Maelor.

—Mami, ¿puedo ir por las galletas que la señora Vali nos hizo en la mañana? —dijo la princesa Jaehaera, volteando su vista de su libro hasta su madre. 

—Te las traeré yo. Iré por un poco de agua ¿si? —Jaehaera asintió contenta. Helaena se dirigió hasta la habitación del otro lado de sus aposentos.

La reina hizo lo que había declaró y regresó a su habitación, llevando en sus manos una pequeña bandeja con galletas y una jarra de agua. Apenas cruzó el umbral de la puerta, un ruido sordo resonó en la recámara, helándole la sangre. No era el sonido de risas ni el bullicio típico de sus hijos. Todo estaba en un silencio tenso y aterrador.

Sus ojos se encontraron de inmediato con una figura sombría, alta y corpulenta, y una cicatriz en su frente. En la penumbra de la estancia, otro hombre, más bajo, con una sonrisa torcida, sostenía un cuchillo afilado en su mano. Los dos hombres tenían a sus vástagos amordazados e inmóviles con navajas en sus cuellos.

—Buenas noches.. su majestad. —dijo el hombre bajo con una voz afilada como su arma. —Somos.. unos simples cobradores de deudas..

Helaena dejó caer la bandeja. Su corazón palpitaba con violencia mientras veía el terror en los ojos de sus hijos.

—Entonces.. ¿A cuál de sus hijos prefiere perder, su gracia? —dijo Queso, moviendo ligeramente el cuchillo sobre el cuello de Maelor haciéndolo chillar del miedo.

Jaehaerys, temblando, intentó acercarse a su madre al extender su mano, mientras su hermano menor sollozaba. La pequeña Jaehaera observaba desde un rincón, aferrada a su libro, con una expresión de desconcierto y terror.

-𝐅𝐎𝐑 𝐘𝐎𝐔- | 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora