-𝐅𝐎𝐑 𝐘𝐎𝐔- | ❛Después de años sin tener contacto entre las dos familias reales. La princesa heredera, regresó a King's Landing junto a toda su familia en un intento de defender el nombre de sus hijos ante la corte.
Esto revivió relaciones tant...
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Una mañana tranquila en las tierras de la corona de los Siete reinos estando por llegar la época más fría del año. Su majestad el rey Viserys I mantenía la costumbre de ir de ves en cuanto a Pozo Dragón junto a sus vástagos menores, algo que la reina apreciaba al poder pasar unos minutos de descanso en sus aposentos bebiendo el té o charlando con Larys Strong uno de sus grandes amigos y compañeros.
—¿Por qué no me enseñas cómo vas con la espada Aegon?— indicó el rey, por sus manos sostenía a sus dos hijas, Helaena y Visenya, mientras caminaban por los enormes y largos pasillos de la cueva de los dragones
—Me encantaría padre, pero no llevo conmigo mi espada—
—Un caballero no necesita siempre de una espada para poder combatir, debes expandir tu conocimiento y pensar más allá de lo normal—
—Lo tendré en cuenta padre—
—¿Tú cómo vas Aemond? Escuché que comenzaste a entrenar con Aegon y Ser Criston—convocó nuevamente el rey observando a su segundo varón que mantenía su mirada perdida entre los pasillos oscuros
—Si padre...pero sigo tratando de seguirles el paso a ellos y a Eggon—
—¡Yo también quisiera poder aprender las artes de la caballería padre!— insinuó la pequeña Visenya de seis onomásticos —Ser Criston me regaló una espada de madera por mi día del nombre pero no e podido...—
—Todo a su tiempo Visenya— interrumpió el rey, sin detenerse entre los pasillos —Tus hermanos son príncipes, Ser Criston debe concentrarse en entrenarlos a ellos, después podrás intentarlo—
—Claro, padre— contestó la menor con desilusión
—Vallan por sus dragones, sus hermanos y yo los esperaremos aquí— indicó el mayor, insistiendo a los tres de sus hijos que si habían reclamado uno
Aegon corrió hasta los "nidos" donde descansaban los jóvenes dragones, por detrás iba Daeron forzando a su hermana mayor a ir con él para poder ver a Dreamfyre. Aemond y Visenya se quedaron junto a su padre, eran los únicos que no tenían un dragón aún con miles de intento de hacerse con una de esas bestias.
—No se sientan mal, pronto tendrán el suyo y podrán..—
—¿Por qué no se abrieron, padre?— cuestionó la menor, obteniendo la atención de los dos hombres a su lado —El mío parece una roca y el de Aemond se rompió pero no salió nada—
