"Mi chica de ojos oscuros que brillan como relucientes estrellas del cielo, Mi chica de ojos oscuros que rompe tu corazón de la forma más cruel, mi chica de ojos oscuros que me observa como su único tesoro, mi chica de ojos oscuros...La única que ti...
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Las calles de los Ángeles eran llamativas durante las noches, las luces de los bares y las tiendas iluminaban el recorrido y las bocinas de los autos no eran tan molestas como solían serlo en mi tiempo.
Sentí un ligero apretón en mi mano y al voltear noté la mirada de Jim. Desde el momento vivido en la playa no había dejado de sonreír, lo cual solo provocaba un huracán en mi corazón.
-Nuevamente estás pensativa.- Susurró pegándome a su cuerpo y cambiando su agarre por un acercamiento más próximo, pasando uno de sus brazos por mi hombro.
-Me sorprende que siempre me regreses a la realidad cuando me pierdo en mis pensamientos. - El castaño se sacudió con orgullo y dejó caer su cabeza por un segundo sobre la mía.
-Esa será mi tarea oficial a partir de hoy, hacer que tu atención regrese a lo que importa.- Habló mirando a los lados de una avenida antes de cruzar - Y lo más importante para ti debo ser yo.
Concluyó con una risa que no pudo evitar ser contagiosa.
Jim solía bromear mucho, a veces eran simples comentarios y otras veces eran acciones pero siempre analizaba mi reacción.
-¿Te quedarás con Pamela hoy?.- Cuestioné en cuanto lo vi con intenciones de meterse en un club.
-¿Pamela? Hoy celebro tu regreso Mer.- Respondió con simpleza abriendo la puerta y dejando un espacio para que yo pasara - Tenemos que recuperar el tiempo perdido.
Las luces y la música no se dejaron esperar, además del potente hedor del cigarrillo y la mariguana.
Jim tomó una respiración profunda y comenzó a caminar entre las mesas y las personas que charlaban hasta llegar a la barra.
-¿Qué te parece un whiskey para comenzar? .- Preguntó mirándome sobre su hombro.
Estuve a punto de negarme y la principal razón era que llevaba ya un buen rato sin probar alimento por lo que consumir alcohol me afectaría con rapidez, pero ¿Cómo podía yo negarme a él?
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-Despierta querida Mer .- susurró una voz en la lejanía.
-No quiero.- Respondí también en un susurro, pero la otra persona rio en respuesta.
-Pero tienes que desayunar, Dorothy quiere saber cuántos panqueques vas a comer.
Un peso se sintió sobre mi rostro, como una caricia suave.
-¿Panqueques? .- Pregunté aún con mis ojos cerrados, no quería abrirlos, sentía que cuando la luz impactara contra mi rostro me iba a arrepentir.
-Sí, panqueques con mantequilla.- Volvió a hablar la voz.
