A medida que pasaban los días, la distancia entre Rin y Mariana se hacía más evidente, pero Mariana no estaba dispuesta a rendirse. Mientras Rin se sumergía cada vez más en su mundo de entrenamiento y competitividad, Mariana buscaba la manera de acercarse a él sin agobiarlo. No podía soportar la idea de que la relación que habían construido hasta ese momento se desvaneciera sin una explicación clara.
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Un plan improvisado
Esa mañana, Mariana decidió que era hora de hacer algo diferente. En lugar de seguir esperando a que Rin cambiara por sí mismo, tomó la iniciativa. Después de todo, sabía que él no era de los que hablaban fácilmente sobre sus sentimientos, pero también sabía que, a veces, la forma de llegar a él no era con palabras, sino con acciones.
"Hoy vamos a hablar, Rin," pensó Mariana mientras caminaba hacia el campo de entrenamiento.
Cuando llegó, encontró a Rin practicando tiros a portería, completamente concentrado. Sin embargo, a pesar de su enfoque, Mariana no pudo evitar notar la tensión en sus movimientos, como si algo lo estuviera molestando por dentro. Decidió no interrumpirlo de inmediato, pero se sentó cerca, observándolo en silencio.
Después de un rato, Rin notó su presencia, pero en lugar de saludarla como antes, simplemente siguió entrenando, ignorándola. Mariana suspiró. Sabía que no iba a ser fácil, pero no pensaba dejar que él siguiera evitando el tema.
---Una conversación inevitable
Cuando Rin finalmente terminó su sesión, Mariana se levantó y se acercó a él antes de que pudiera irse. "Rin, necesito hablar contigo."
Él, como era de esperar, frunció el ceño. "Mariana, ya te lo dije, estoy ocupado."
"Siempre estás ocupado, pero ya no puedes seguir evitando esto. Sé que algo está mal, y sé que no soy solo yo la que lo siente."
Rin guardó silencio por un momento, su mandíbula tensa. Parecía debatirse internamente entre seguir con su actitud fría o enfrentar lo que Mariana estaba diciendo.
Finalmente, sin mirarla a los ojos, respondió: "No tiene sentido hablar de esto. Estoy concentrado en el fútbol. Eso es lo que importa."
Mariana lo miró con frustración. "Rin, no puedes seguir usando el fútbol como una excusa. No soy una distracción para ti, o al menos no debería serlo. Si algo te molesta, ¿por qué no me lo dices?"
Rin apretó los puños, claramente molesto por la dirección de la conversación. No quería admitir lo que realmente sentía. ¿Cómo iba a decirle que sus propios celos lo estaban consumiendo? Para él, los celos eran un signo de debilidad, y no podía permitirse ser débil, no cuando estaba en medio de una de las competencias más importantes de su vida.
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La presión interna de Rin
"Mariana," comenzó Rin, su voz tensa, "no tienes que preocuparte por mí. Esto es algo que tengo que resolver solo. Tú... no deberías estar aquí."
Mariana dio un paso atrás, herida por sus palabras. "¿Qué estás diciendo? ¿Estás tratando de alejarme?"
Rin mantuvo su mirada en el suelo, como si las palabras que estaba a punto de decir fueran demasiado difíciles de pronunciar. La tensión en el ambiente se hacía palpable, y el silencio que los rodeaba era incómodo. Finalmente, con una voz más suave, continuó:
"Es complicado, Mariana. No es que quiera alejarte, pero... estar cerca de ti me está afectando. Me estoy distrayendo."
Mariana sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. ¿Estaba siendo una carga para él? Su mente se llenó de dudas. Ella siempre había pensado que su presencia le daba un respiro a Rin, que lo ayudaba a despejarse del estrés del fútbol. Sin embargo, escuchar que él lo veía de otra forma la hizo dudar de todo.