La última mañana en Pitalito llegó antes de lo que Rin y Mariana esperaban. Los días que habían pasado en el Huila parecían haber volado entre comidas, conversaciones profundas y momentos llenos de risas. Ahora, mientras empaquetaban sus cosas para regresar a Tokio, el aire estaba lleno de una mezcla de emociones: gratitud, nostalgia, y una leve tristeza por la despedida.Mariana miraba por la ventana de su habitación, observando las montañas que tanto extrañaba cada vez que estaba lejos. La idea de dejar su tierra natal nuevamente le causaba un nudo en la garganta, pero esta vez era diferente. Esta vez, no se iba sola.
Rin, al verla tan pensativa, se acercó y puso una mano sobre su hombro. "¿Estás bien?"
Ella asintió lentamente, pero su sonrisa era algo melancólica. "Es difícil despedirse de nuevo. Pero sé que siempre puedo volver, y que esta vez no será tan duro porque te tengo a ti."
Rin no dijo nada, pero sus ojos hablaban por él. Mariana era alguien especial en su vida, alguien que había logrado derribar las barreras que él mismo había construido durante tanto tiempo. Ahora, veía el mundo desde una perspectiva diferente, más rica y llena de emociones que antes no permitía experimentar.
La despedida de la familia
Cuando bajaron las escaleras con sus maletas, los padres de Mariana y algunos familiares ya estaban esperándolos. La despedida fue emotiva, con abrazos y promesas de volver pronto. Rin, aunque no entendía todo lo que decían, podía sentir la calidez y el afecto de la familia de Mariana. Incluso su madre, quien al principio había sido un poco distante con él, ahora lo abrazaba con cariño.
"Gracias por cuidar de Mariana," dijo el padre de Mariana en un inglés roto, pero lleno de sinceridad. "Siempre serás bienvenido aquí."
Rin asintió, agradecido por las palabras. "Gracias. Volveremos pronto."
El viaje de regreso
En el coche camino al aeropuerto, Mariana y Rin viajaban en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. El viaje había sido transformador para ambos, pero especialmente para Rin, quien sentía que había aprendido mucho sobre la vida de Mariana y, en el proceso, sobre sí mismo.
Mientras el paisaje cambiaba de las verdes montañas del Huila a la bulliciosa ciudad de Bogotá, Rin no podía evitar pensar en cómo esta experiencia lo había afectado. Mariana había logrado mostrarle un mundo lleno de simplicidad y belleza que él no había conocido antes, y eso lo hacía sentir más cerca de ella que nunca.
"¿En qué piensas?" preguntó Mariana, rompiendo el silencio.
Rin la miró, sus ojos suaves pero serios. "Pienso en lo mucho que me has enseñado. Este viaje me ha mostrado una parte de ti que no conocía, y me hace admirarte aún más."
Mariana sonrió, sintiendo cómo su corazón se llenaba de calor. "Yo también he aprendido mucho de ti, Rin. Nunca imaginé que podríamos compartir algo tan profundo como esto. Gracias por estar a mi lado."
Rin tomó su mano, apretándola suavemente. "Siempre estaré a tu lado."
Un nuevo comienzo
De regreso en Tokio, la rutina de Rin y Mariana poco a poco retomó su curso, pero algo había cambiado. Su relación se sentía más sólida, más real. Habían compartido una parte de sus vidas que los había acercado de manera inesperada y profunda, y ahora, cada momento juntos tenía un nuevo significado.
A pesar de la distancia y las diferencias culturales, Rin y Mariana se habían convertido en un equipo. Los pequeños roces o malentendidos que antes parecían importantes ahora se resolvían con mayor facilidad, porque sabían que, al final del día, ambos estaban comprometidos a estar juntos.
En los entrenamientos de Blue Lock, Rin mantenía su enfoque y determinación, pero había algo diferente en él. Su relación con Mariana había suavizado algunos de sus bordes más duros, dándole una perspectiva más equilibrada de la vida. Aunque seguía siendo el competitivo y ambicioso Rin Itoshi, ahora entendía que había más en la vida que solo el fútbol.
Mariana, por su parte, también se sentía más segura. A pesar de los desafíos de vivir en un país extranjero y adaptarse a una cultura tan diferente a la suya, tener a Rin a su lado la hacía sentir que podía enfrentarlo todo. Había encontrado un equilibrio entre sus sueños y su relación, y estaba decidida a seguir creciendo tanto personal como profesionalmente.
El primer paso hacia el futuro
Unas semanas después de regresar a Tokio, Mariana y Rin se encontraban en un parque, disfrutando de una tarde tranquila después de una larga semana. Sentados en un banco, observaban a los niños correr y jugar, mientras el sol se ponía lentamente en el horizonte.
"¿Alguna vez pensaste que llegaríamos aquí?" preguntó Mariana, rompiendo el silencio.
Rin, quien estaba observando el cielo, giró la cabeza para mirarla. "¿A qué te refieres?"
"A nosotros," respondió ella suavemente. "A estar aquí, compartiendo nuestra vida de esta manera. Hace un tiempo, no me habría imaginado que estaríamos tan conectados."
Rin reflexionó por un momento antes de responder. "Creo que ninguno de los dos lo imaginaba. Pero me alegra que las cosas hayan sucedido así."
Mariana sonrió, sintiendo una profunda gratitud por todo lo que habían vivido juntos. Sabía que su relación con Rin no siempre sería fácil; ambos eran personas fuertes y apasionadas, con metas ambiciosas y caminos difíciles por delante. Pero ahora, con todo lo que habían compartido, estaba segura de que podían superar cualquier obstáculo.
"Rin," dijo Mariana de repente, volviendo su mirada hacia él. "No importa lo que pase en el futuro, quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti. No importa dónde estemos o lo que enfrentemos."
Rin asintió, sus ojos fijos en los de ella. "Lo sé. Y yo también estaré aquí para ti, Mariana. Pase lo que pase."
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