Giselle
Abrí los ojos sobre saltada y aún era de noche. La ventana corrediza de cristal que daba al balcón estaba abierta y las cortinas serpenteaban por el aire que estaba entrando.
Mis músculos se contrajeron cuando me senté en la cama y miré a mi alrededor en la habitación. Estaba todo en penumbras escasamente alumbrado por la luz lunar que a penas dejaba ver atisbos de cosas.
Observé el reloj en la mesa, eran las cuatro de la mañana.
Una mala sensación me caló los huesos cuando me quedé mirando fijamente una sombra en una esquina de la habitación. Parecía que hubiese alguien ahí y debido a eso mis vellos se erizaron y mi pulso se aceleró estrepitosamente.
Miré al lado de la cama que estaba ocupado por alguien. Su espalda desnuda se vislumbraba dando a entender que estaba dormido. Volví la vista a la esquina y ya no vi ninguna silueta ahí, así que como una mala jugada de mi mente expulsé todo el aire contenido y me levanté de la cama a cerrar las ventanas.
Cuando estaba al lado de la misma, otra vez volvió la maldita sensación y pasé saliva terminando por hacer lo que iba a hacer, cerré la ventana y me volteé. La silueta masculina ahora estaba al lado de la cama. Mi corazón empezó a bombear sangre con rapidez y el miedo llenó cada fibra de mis poros.
Había alguien en la habitación con nosotros.
Sin saber que hacer o decir, vi que levantó una mano hacia su boca indicando que hiciera silencio.
Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos con impotencia al ver como intentaba a tocarle.
—¡No! ¡Déjalo! —grité tan alto que eso hizo que mi esposo se sobresalta en la cama.
Se giró hacia mí casi adormilado y vino corriendo hacia mi lugar.
—¿Qué pasa nena? —preguntó tomando mi rostro en sus manos.
Y lo miré a los ojos.
Harry.
Pestañee porque creía que algo estaba mal. ¿Harry?
Seguía mirándome preocupado y cuando abrí la boca para decir lo que iba a decir, dos manos grandes y masculinas tomaron su cuello y lo viraron toscamente haciendo sus huesos crujir y que se desplomara en el suelo.
Di un paso atrás ahogando un grito de terror. Esto debía ser una pesadilla. Iba a despertar en cualquier momento. Era imposible que algo tan malo me estuviese sucediendo, era imposible que un hombre hubiese violado la seguridad de la casa y hubiese entrado a mitad de la noche.
Iba a despertar.
Yo iba a despertar en cualquier momento.
Pero su voz fue clara, su voz fue nítida cuando dijo:
—Ahora vamos a divertirnos nena.
Abro los ojos de sopetón sentada en la cama. Con el corazón a mil por horas y los ojos soltando lágrimas a chorros . Estoy temblando y sudando frío. No coordino nada coherente hasta que dos manos me hacen voltear.
Sus ojos verdes impactan con los míos y me siento desfallecer.
—¿Una pesadilla? —pregunta.
Matthias.
Está a mi lado en la cama.
Miro la habitación en la que estamos y me doy cuenta que no es la misma de mis sueños. Ni siquiera las ventanas. Esta habitación no tiene balcón.
—¿Giselle? —inquiere otra vez el árabe con la voz teñida de preocupación.
—Solo fue un mal sueño —musito con la voz aún entrecortada casi visualizando lo que antes me despertó.
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A Dos Meses de tu Muerte
RomanceTres matrimonios. Tres cadavéres encontrados a solo dos meses de contraer nupcias con ella. El F.B.I la persigue debido a ser la principal sospechosa y la que lógicamente sería la más beneficiada en la muerte de sus maridos. Ella en todo lo que pue...