VII

73 6 3
                                    

Giselle

Se escuchan absurdas sus palabras. Es una locura lo que acaba de sugerir y no puedo entender si es una broma o no, la verdad es que luce totalmente normal.

—¿Estás tomándome el pelo verdad? —inquiero comenzando a reír.

Al menos mis nervios están calmados por el momento. Arruga su entrecejo mientras me mira de forma escueta.

—Tú quieres que tú madero de tormento acabe —dice y sí me gustaría poder caminar sin sentirme tan acechada.

—¿Qué ganarías tú con eso? Es totalmente absurdo lo pides —increpo esperando la estruendosa carcajada que sea señal de que es todo una broma.

—Joder a mi padre, eso es lo que ganaría —responde como si fuese algo totalmente obvio.

Elevo una ceja de forma analítica.

—¿Cómo sé que no eres tú el asesino serial? —pregunto aunque sé que no es él.

—Tendrás que darme el beneficio de la duda peli negra —sisea y se irgue poniendo un poco de distancia entre ambos.

Su forma de llamarme hace que un burbujeo me invada de pronto.

—¿Por qué quieres joder a tu padre Matthias?

Lo veo apretar su mandíbula.

—Cosas y cosas —solo eso dice.

Me dejo caer en el espaldar del sofá.

—Creo que necesitas ahondar más en detalles si quieres de verdad que hagamos esa locura —manifiesto con ironía.

—Mis asuntos con mi padre no son de tu importancia. Solo te diré que si me caso contigo será como darle una puñalada sin cuchillo y sin manos —contesta de forma sobria dejándome ver lo mucho que detesta a su progenitor.

—¿Conmigo?

—Con cualquier americana en realidad —añade y sonríe de lado de forma espectacular.

Paso saliva.

—¡Estás loco! —exclamo poniéndome de pie.

Veo cómo sus ojos al pararme reparan cada parte de mi cuerpo. Aunque el vestido que uso es sumamente encubridor, enmarca mis curvas como si de una segunda piel se tratase.

—Piénsalo —dice.

—No hay nada que pensar, no me casaré y aún si lo hiciera, tú estarías en peligro. Podrías morir —chillo porque parece que olvidó esa parte.

Se pone de pie de un momento a otro y su cuerpo roza muy seductoramente el mío. Cosa que hace que mi estómago revolotee debido a los malditos "parásitos", porque definitivamente no le llamaré mariposas.

Tenerlo tan cerca me abruma. Definitivamente mi cuerpo sufre un exuberante cambio cuando Matthias está cerca, un cambio que mi mente no me deja entender.

—Mírame y dime si crees que es fácil matarme —pide e inevitablemente cedo a su orden.

Bajo los ojos a sus pectorales, hombros, espalda y brazos.

A Dos Meses de tu MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora