Giselle
El sudor perlaba nuestros cuerpos y la piel la tenía pegajosa debido a ello. No había conseguido dormir más de dos o tres horas porque nuevamente Matthias me despertaba a por más. Y no era una queja lo que estaba haciendo, sino una señalización de la intensa y fogosa noche que tuve.
Y sin embargo, ahí estaba otra vez sobre mí embistiéndome con ferocidad. Su verga no daba tregua en mi interior de un momento a otro agilizando los movimientos contra mi cadera. Mis piernas ya dolían de tenerlas tantas horas abiertas para recibirlo, pero aún así, mi vagina se volvía a contraer espasmicamicamente junto a mis músculos.
Delicioso. Esa es la palabra.
Su salvajismo y hambre se palpaban en su forma de cogerme. Mis gemidos eran más chillidos desesperados a la par que recibía sus empellones hambrientos. Su boca se ocupaba en morder sin reparo mis tetas mientras me retorcía avistando el orgasmo siguiente.
El calor incrementándose en mi interior terminó por hacerme explotar en cuestión de nada y él llegó tras de mí. Sus acometidas fueron tornándose lentas hasta que dejó de moverse mirándome a los ojos.
Aún era alguien indescifrable para mí, por momentos creía que le conocía y a los próximos no tanto. No sabía que esperar de él y eso a veces me asustaba.
Su boca va a la mía exigiendo un beso húmedo que le correspondo con gusto aún sintiéndolo dentro de mí, conectados como creí no volver a estar con ningún hombre más.
Se separa y noto que lleva los ojos a las inmensas ventanas de cristal. Luego dirige la vista hasta la pared donde se encuentra el reloj y se aleja de mí.
Maldice por lo bajo y completamente desnudo sale hacia el baño. Me pongo de pie y limpio entre mis piernas nuestros fluidos y dejo caer las toallas húmedas al suelo cuando escucho gruñidos.
Me encamino hacia donde él está y meto un respingo en el sitio cuando veo toda la sangre que sale de su mano. Él intenta detenerla con una toalla, pero sigue fluyendo. Y yo siento todo darme vueltas a ver el intenso carmín derramándose en el lavamanos.
En cuestión de nada el pulso se me comienza a acelerar y unas náuseas me invaden de pronto. La cabeza me comienza a doler y escucho de lejos que me llama, pero no lo capto pues me dejé caer en el suelo cuando una serie de escenarios se abrieron paso en mi cabeza.
Todo aunque está nublado ante mí, hay cosas que puedo definir.
Mis pies caminaban descalzos por unas losas blancas dirigiéndose a otra habitación.
Unos ronroneos roncos llenaban mis oídos.
Sangre discurría por los bordes de una tina de agua en forma de hilos.
Y una figura totalmente de negro de pies a cabeza se dirigió a mí, pero mi mente solo se quedó fija viendo sus uñas.
Eran rosadas y largas, muy largas.
Abro los ojos metiendo un brinco en la cama con el corazón en la boca. El miedo late en mis venas y el cuerpo del árabe acapara mi visión. Sus ojos verdes cargados de preocupación me miran y lleva sus manos a mis mejillas.
—Me diste un susto de muerte Giselle. ¿Qué te pasa? —inquiere abrumado.
Pero llevo la vista a un punto en la pared y recuerdo lo que antes pasó fugazmente por mi cabeza. Acabé de recordar una parte de alguno de los asesinatos de mis esposos.
No sé cuál sería, porque no alcancé a ver el cuerpo. Más bien estaba como desorientada, seguramente a causa de las drogas o somníferos que me hicieron tomar. Posiblemente en uno de los asesinatos desperté y me encaminé hacia el baño y me encontré con el asesino, o a este punto debería llamarla asesina.
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A Dos Meses de tu Muerte
RomanceTres matrimonios. Tres cadavéres encontrados a solo dos meses de contraer nupcias con ella. El F.B.I la persigue debido a ser la principal sospechosa y la que lógicamente sería la más beneficiada en la muerte de sus maridos. Ella en todo lo que pue...