🖤INFIDELIDAD🖤

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Feli bajó del auto con una sonrisa en el rostro, tomando la mano de Mía con firmeza mientras avanzaban hacia la casa de su hermano. Manoel había organizado una pequeña fiesta en su casa para celebrar el aniversario de uno de sus amigos más cercanos, y Feli había decidido llevar a Mía consigo. La noche prometía ser divertida, y Feli estaba emocionada por pasar tiempo con su hermano y amigos.

Al entrar, fueron recibidas por Manoel, quien las saludó con un fuerte abrazo. La música se escuchaba desde la sala, y las risas y conversaciones llenaban el ambiente, creando una atmósfera cálida y relajada.

—¡Llegaron! —exclamó Manoel al verlas—. Me alegra que hayan venido. Feli, hace tiempo que no te veía tan bien. —Luego, se dirigió a Mía con una sonrisa—. ¿Y qué tal vos, Mía? ¿Cómo va todo?

Mía sonrió cortésmente mientras respondía a Manoel, pero Feli notó algo extraño en su mirada, algo que la inquietó por un segundo. Sin embargo, rápidamente lo dejó pasar, atribuyéndolo a su imaginación.

—Todo bien, Manoel —respondió Mía, intentando sonar natural—. Gracias por invitarnos.

Feli se acercó a Mía y le dio un suave beso en la mejilla antes de dirigirse a la sala. Se acomodaron en el sofá, conversando con los demás mientras las horas pasaban entre risas y tragos. La noche se tornó más relajada, y Feli se dejó llevar por el ambiente festivo, disfrutando de cada momento.

Sin embargo, en un punto de la noche, Mía se levantó repentinamente del sofá.

—Voy al baño, ya vuelvo —dijo, y se fue sin esperar respuesta.

Feli la observó alejarse, sintiendo una pequeña punzada de inquietud en su pecho. Miró su copa y decidió no darle importancia. Probablemente solo necesitaba un momento a solas. Además, Feli estaba demasiado ocupada riendo y charlando con los demás como para preocuparse demasiado.

Pasaron los minutos, y luego las horas. Mía no volvió a la sala. Feli, que ya había tomado varios tragos, apenas se dio cuenta del paso del tiempo. Sin embargo, la ausencia de Mía comenzó a hacerse evidente. Manoel, preocupado por la creciente ebriedad de su hermana, se acercó a ella.

—Feli, es hora de que descanses. Te podés quedar en el cuarto de invitados esta noche —le dijo Manoel, guiándola suavemente hacia la habitación de invitados que había preparado para ella.

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