🤍✩ CORAZON ROTO ✩🤍

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La noche en San Juan parecía tan pesada como el ambiente dentro del bar. Las luces de neón brillaban, reflejándose en las gotas de lluvia que caían lentamente sobre el asfalto.
Adentro, la música alta llenaba el lugar, junto con las voces de los presentes. Iza se encontraba sentada en la barra, con una copa de whisky entre sus manos, el alcohol quemando lentamente mientras bajaba por su garganta.

Había intentado no pensar en Feli esa noche. Había intentado olvidarla desde el día en que decidieron separarse, cuando las cosas se volvieron complicadas, y las discusiones comenzaron a ser más fuertes que las risas. Sin embargo, cada rincón de su mente estaba lleno de recuerdos de ella. Cerró los ojos, dejando que las imágenes fluyeran: las mañanas compartidas, los abrazos que parecían interminables, y esos momentos en los que solo se miraban sin decir una palabra, como si el mundo solo fuera un escenario para ellas dos.

—¿Por qué tenía que ser tan difícil? — susurró Iza para sí misma, llevándose la copa a los labios.

—Hey, ¿te gustaría bailar? —la voz de una chica la sacó de su trance.

Iza levantó la mirada y se encontró con una mujer de mirada atrevida que sonreía mientras señalaba la pista de baile. La música era envolvente, con un ritmo lento pero profundo. Una canción que, bajo otras circunstancias, podría haberla tentado a decir que sí.

-No, gracias —respondió Iza, con una leve sonrisa que no llegaba a sus ojos.

La chica encogió los hombros, claramente decepcionada, pero no insistió y desapareció entre la multitud.
Iza volvió a su whisky, deseando que el alcohol pudiese apagar las emociones que bullían en su pecho.

Y entonces la sintió. Como un escalofrío recorriéndole la espalda.
Giró la cabeza hacia la entrada y ahí estaba Feli, de pie, escaneando el lugar con esos ojos que aún la hacían tambalear. Su cabello caía en ondas suaves sobre sus hombros, y llevaba una chaqueta de cuero que realzaba la elegancia natural que siempre la había caracterizado. Iza se quedó paralizada, observándola como si no pudiera creer que realmente estuviera ahí. Su corazón latía con fuerza, y el nudo en su garganta se hizo más grande.

Feli la vio. Sus ojos se encontraron a través de la multitud, y en ese momento, todo el dolor, la confusión y los sentimientos no dichos flotaron en el aire entre ellas. Feli vaciló por un segundo, pero luego empezó a caminar hacia Iza.

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