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Feli y Mía solían ser inseparables. Desde los días de secundaria, compartían todo, desde secretos hasta sueños. Pero, con el paso de los años, las circunstancias las distanciaron. La vida se encargó de desviar sus caminos, y la amistad que alguna vez fue tan sólida se diluyó con el tiempo.
Feli, ahora con veintitrés años, estaba en un momento de su vida en el que necesitaba algo nuevo. Cuando Camila, una amiga reciente, le propuso ir a un concierto, Feli aceptó sin pensarlo mucho. No sabía que esa noche cambiaría todo.
El lugar estaba lleno de energía y emoción. Camila estaba radiante y Feli se dejó llevar por la atmósfera. Mientras esperaban que comenzara el espectáculo, Feli observó a su alrededor, distraída. Fue entonces cuando la voz de la presentadora llenó el aire—"¡Y ahora, den la bienvenida a la increíble Iza M!"
Feli se congeló. La voz le era familiar, pero no podía ser. Se giró hacia Camila, quien la miraba con una sonrisa de complicidad.
—¿No me dijiste que conocías a Iza M?—preguntó Feli, tratando de no sonar demasiado inquieta.
Camila rió—Sí, es mi cantante favorita. ¿Por qué?
Feli no pudo responder. El escenario se iluminó, revelando a la cantante: Mía. Su cabello largo y sus ojos azules resplandecían con una intensidad que Feli había olvidado pero nunca había dejado de amar.
El espectáculo fue mágico, pero para Feli, cada nota y cada palabra resonaban como un recordatorio de lo que había perdido. Cuando el concierto terminó, estaba en estado de shock, con el corazón latiendo aceleradamente.
—Camila, ¿podemos ir a hablar con ella?—preguntó Feli, apenas capaz de formar palabras.
—¡Claro!—respondió Camila, emocionada.
El destino quiso que Feli se encontrara con Mía después del concierto. Camila, emocionada, la arrastró hacia la zona de backstage, donde Mía estaba recibiendo a sus fans.
Feli se sintió nerviosa mientras se acercaba. Mía la reconoció de inmediato.
—Feli, ¿eres tú?—Mía exclamó, con una mezcla de sorpresa y felicidad en su voz.
Feli asintió, apenas capaz de articular palabras—Sí, soy yo. No puedo creer que seas tú.
Mía sonrió cálidamente—Hace tanto tiempo... ¿cómo has estado?