Cuando me desperté, ya estaba oscuro afuera. La pequeña habitación estaba iluminada con velas.
—Señora, si está lista, sus comidas están listas para ser servidas.
Me sobresalté por la voz y me di vuelta para ver a dos sirvientas paradas tímidamente cerca de mí. Mientras me ayudaban a sentarme, sentí el latido en mi cuello y cuando lo toqué, el dolor me trajo recuerdos del Príncipe agarrándome el cuello con fuerza.
—¿Señora? —repitieron nerviosamente.
Me dolía la garganta, así que todo lo que podía hacer era asentir suavemente. Una vez que arreglaron mi cabello y mi vestido, me ayudaron a llegar a la mesa donde estaban preparados algunos platos. Me alegré de ver tofu y papilla debido a mi dolor de garganta. Después de terminar la comida, las sirvientas me prepararon un baño. No recuerdo la última vez que me di un baño caliente. Con un baño tan caliente, pude dormir tranquilamente esa noche.
A la mañana siguiente, me desperté sintiéndome mejor, pero el moretón en mi cuello se hizo más prominente en mi piel pálida. Aunque anoche estaba rojo y morado, hoy estaba morado oscuro y negro. Parecía aterrador, pero no me dolía mucho, solo era un ligero dolor.
Por otro lado, las sirvientas vieron el feo moretón mientras me ayudaban a vestirme. Podía ver el miedo en sus ojos y me pregunté por qué tenían tanto miedo. No era como si fueran ellas las que estaban lastimadas.
—¡No salgas de tu habitación hasta que te lo digan!
Tan pronto como entré al comedor, el Príncipe estaba enojado. Todos estaban asustados por su temperamento mientras yo temblaba por dentro. Es por esto que debería quedarme en mi habitación. Mientras regresaba a mi habitación, las sirvientas me siguieron llorando. No entendía por qué lloraban. A quien el Príncipe le gritó era a mí.
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