✿C23 - Enferma✿

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No he visto al Príncipe en días. Cuando le pregunté a una de las sirvientas dónde estaba el Príncipe, ella respondió que estaba ocupado en la corte. No podía mirarme a los ojos mientras me respondía.

Me sentí infeliz pero no me atreví a expresar mis sentimientos. Sentí dolor pero no me atreví a mostrarlo.

No duele. No duele. No duele.

Justo antes de que la sirvienta se adelantara para preguntar si algo andaba mal, yo ya estaba tosiendo sangre. Los gritos me sobresaltaron. Algunas sirvientas salieron corriendo de la habitación, algunas corrieron a mi lado. Me sorprendió ver sangre en mi mano. Esto nunca había sucedido antes. En el pasado, solo había dolor. Nunca tosí sangre. Tratando de reprimir las toses sangrientas, corrí al dormitorio pero al final me tropecé y me caí.

—¡Ruyi!

El grito enojado del Príncipe sobresaltó a todos. Cuando me agarró, el cuello abierto de su túnica reveló la marca roja en su cuello. El leve olor a perfume me hizo toser aún más. Abrumada, lo empujé, necesitaba respirar.

—¡Ruyi! —me agarró las mejillas y me obligó a mirarlo.

El Príncipe ignoró mis débiles intentos de empujarlo y me llevó al dormitorio.

—¿Dónde está la medicina de mi Wang Fei?

Momentos después, el Príncipe me envolvió bien con las sábanas de seda. Estaba temblando mientras él me sujetaba firmemente con un brazo mientras sostenía el cuenco de medicina con la otra mano. Hice mi mejor esfuerzo para beber la medicina a pesar de que era doloroso tragarla.

—¡Déjanos! —el Príncipe ordenó mientras se quitaba la bata.

Estaba temblando en sus brazos cuando vi a la hermosa mujer parada en la puerta. La mirada que me dio era aterradoramente tranquila. Mi madre tenía la misma mirada cuando el Marqués estaba con su esposa. La misma mirada que esconde para que nadie se dé cuenta.

—Ruyi está bien, —lo empujé mientras tocaba su pecho desnudo—. Po-por favor no te preocupes. Ruyi no necesita...

El Príncipe me ignoró de nuevo y quitó las sábanas de mi cuerpo. Mientras yo hacía lo posible por apartarlo, él ya me había quitado el vestido. Tan pronto como sentí su piel suave y caliente contra mí, me di cuenta de lo helada que estaba.

—¿Por qué eres tan estúpida? —dijo enojado—. Si sentías dolor, ¿por qué no pediste tu medicina?

Yo tampoco entendía por qué no lo había hecho.

—¿Disfrutas haciéndome preocupar?

La culpa me golpeó tan fuerte que no pude contener las lágrimas.

—Lo siento, —solo pude disculparme—. Lo siento.

Me sentí avergonzada por llorar y culpable cuando me abrazó más fuerte.

—Lo siento.

—Lo siento

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RUYI 「ℰ𝓈𝓅𝒶𝓃̃ℴ𝓁」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora