✿C18 - Confesión✿

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—¿Es cierto que tu madre te envenenó?

Me quedé helada ante su repentina pregunta. ¿Cómo lo sabía?

—Quiero escucharte ahora que estás consciente.

¿Dije algo cuando no lo estaba?

—Ruyi.

Lo miré con sorpresa. Ruyi, ¿cuándo fue la última vez que alguien pronunció mi nombre?

—¿Es cierto?

Su mano todavía sostenía mi mejilla cuando asentí en silencio. No lo miré a los ojos. No quería ver su incredulidad o expresión de lástima.

—¿Por cuánto tiempo?

No respondí.

—Ruyi.

Me estaba debilitando la forma en que dijo mi nombre, porque había sido el primero en decirlo con tanta calidez. El nombre me lo dio mi madre, pero lo olvidé rápidamente cuando crecí. No recuerdo la última vez que ella dijo mi nombre.

—No estoy segura... Tal vez a los siete.

—¿Tal vez?

—Fue la primera vez que Ruyi vio a su madre poner polvo blanco en las gachas.

Dije cada palabra con cuidado, temiendo que el Príncipe se enojara.

—Ruyi estuvo enferma durante tres días después de eso...

—¿Y nadie llamó al médico?

—El médico dijo que era gripe...

Cuando el Príncipe se quedó en silencio, me pregunté si me creía.

—¿Estuviste enferma todo este tiempo?

—Sí...

Toda mi infancia la había pasado en la cama.

—¿Por qué ella simplemente no te mató? —lo dijo con total naturalidad.

—Ell necesitaba a Ruyi... —respondí cansadamente—. Sin Ruyi, no tendrá la compasión de nadie... Sin Ruyi, no tendrá la compasión del Marqués...

Cuando no dijo nada más, me pregunté si había entendido lo que estaba tratando de decirle.

—Lo siento...

Levantó mi barbilla y nuestras miradas se encontraron.

—¿Por qué te disculpas?

—Mi padre te ha engañado... Te prometieron la mejor hija pero te dieron la peor...

—Debería matarlos a todos.

Sabía que mi confesión traería problemas a mi madre. Ahora que el Príncipe lo sabe, el Marqués y su familia se enfrentarán a su ira. Nunca había sido mi intención confesarme. Por mi parte, me había resignado hace tiempo a llevar mis secretos a la tumba.

—Tratarte de esta manera —me abrazó con tanta fuerza mientras hablaba con fiereza contra el costado de mi cabeza—. Ruyi, esos bastardos, no son tu familia. Esa mujer no es tu madre. Y ese hombre no es tu padre. Ningún padre trataría así a su hija.

En ese momento, entendí dos cosas. Una, el hombre creció con gente que lo mimaba y lo amaba. Estaba enojado conmigo porque mis padres no me dieron el mismo amor que él.

—Nunca dejaré que ellos, ni que nadie te lastime de nuevo.

Y dos, él no fue quien envenenó la comida.

Y dos, él no fue quien envenenó la comida

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RUYI 「ℰ𝓈𝓅𝒶𝓃̃ℴ𝓁」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora