✿C10 - Ningún otro lugar a donde ir✿

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Después de que las sirvientas me ayudaron a ponerme un vestido y me arreglaron el cabello, el Príncipe entró con varias sirvientas, apresurándose a colocar los platos de comida caliente en la mesa. El olor hizo que mi estómago rugiera ruidosamente. Me sentí avergonzada, pero nadie se atrevió a reír mientras el Príncipe me levantaba de la cama y me llevaba a la mesa. Sentada allí con tantos platos, tragué saliva con fuerza preguntándome si todo esto era un truco.

—¿Por qué no estás comiendo?

—¿Pu-puede comer Ruyi?

—¿Por qué haces una pregunta tan estúpida?

Todos cayeron de rodillas cuando el Príncipe me gritó enojado. Justo cuando pensé que me iba a quitar todo, se sentó con fuerza a mi lado y tomó los palillos. Observé en silencio cuando comenzó a poner comida en mi tazón.

—Come o la forzaré a bajar por tu garganta.

Cuando di el primer bocado, me sentí muy aliviada. Sin atreverme a alcanzar ningún plato más allá de lo que podía, comí en silencio. Durante todo el tiempo, el Príncipe movió los platos que estaban fuera de mi alcance y los colocó frente a mí.

—Suficiente.

Estaba llena y me obligaba a mí misma a comer más. No sabía si me alimentarian así de nuevo.

—Comer demasiado solo te enfermará. Tráenos té.

El príncipe se llevó mi tazón y palillos mientras los sirvientes limpiaban rápidamente.

—No seas tonta, la próxima vez si tienes hambre, ordena a los sirvientes que te traigan tu comida, —me reprendió dandome un toque en la frente—. Eres la señora de esta propiedad, ¿quién se atrevería a negarte la comida?

Esa era una información nueva para mí. Alguien siempre me traía comida, así que pensé que las comidas se servían a cierta hora. Cuando se enojaba, pensé que esa era su forma de castigarme. Mi abuela y la esposa de mi padre actuaban igual cuando estaban enojadas conmigo.

—¿Estás escuchando? —Me dio otro toque en la frente.

Asentí en silencio y bebí un sorbo de la taza de té. No me había dado cuenta de que me estaba observando hasta que un toque brusco en mi cuello me hizo soltar la taza. De repente temí que el hombre sentado a mi lado se enojara por mi torpeza.

—Solo te toco el cuello y reaccionas así.

Lo miré preguntándome por qué no estaba molesto. Entonces su mano tocó mi mejilla y se inclinó hacia mí. No podía moverme ni apartar la mirada. Me asusté cuando su rostro estuvo a centímetros del mío. Su rostro estaba tan cerca que podía sentir su aliento.

—No olvides que me fuiste entregada para que fueras mi mujer. ¿Sabes el significado de pertenecer por completo a un hombre?

Me vi obligada a mirar sus intimidantes ojos.

—Si quieres vivir en paz, aprende a complacerme —continuó lentamente—. Eso significa dentro y fuera de la cama.

Al escuchar sus palabras, comencé a temblar.

—Culpa a tu preciado padre. Él fue quien te entregó a este Príncipe.

Mi padre nunca fue preciado para mí.

—Mírame.

No me había dado cuenta de que no lo estaba mirando. Mis ojos estaban vacíos hasta que se enfocaron en los suyos.

—¿Heredaste estos ojos de tu madre?

No entendí su repentino cambio de pregunta.

—No...

Los ojos de mi madre eran negros. Los de mi padre eran de color marrón oscuro. Mis ojos solían ser del mismo color que los de mi padre antes de que el veneno los cambiara.

—Umm...

Tarareó suavemente ante mi respuesta.

Traté de alejarme cuando sentí que sus labios se acercaban más.

—No tienes permitido rechazarme —sujetó mi mejilla con firmeza, manteniéndome quieta.

Nunca se me permitió rechazar a nadie, ni a nada. Incluso mi propio cuerpo; toda mi vida, ha sido usado y abusado. ¿Por qué no se me permite tener tan solo una cosa que me pertenezca únicamente a mí? Todo lo que pido es el derecho a tener mi propio cuerpo.

—Por favor... —dije con los ojos cerrados justo antes de que sus labios tocaran los míos—. Solo mátame.

Cuando mi súplica fue recibida con un silencio frío, me estremecí. Tenía miedo de abrir los ojos. Sólo cuando su mano dejó mi mejilla y el calor de sus labios ya no estaba cerca de los míos, abrí los ojos para mirarlo.

—Si prefieres morir antes que convertirte en mi mujer, ¿por qué viniste aquí?

Podía escuchar la intención asesina detrás de su voz fría y tranquila.

—Respóndeme.

Era la única persona que conozco a la que no le gustaba mi silencio. Mi familia nunca quiso que hablara en absoluto.

—Ruyi no tiene ningún otro lugar a donde ir —respondí débilmente.

Se rió con frialdad.

—Si quieres quedarte, aprenderás a aceptarme por completo.

Me recordó que no tenía nada. Para vivir, tengo que ser utilizada.

¿Será así por el resto de mi vida?

—¿Puede irse Ruyi?

Golpeó con su puño la mesa de madera, destruyéndola por completo. Cuando los sirvientes intentaron limpiar, les dijo a todos que se fueran.

—No pongas a prueba mi paciencia —con una mano, me agarró del cuello y lo apretó fuerte mientras hablaba—. No creas que no te mataré.

Nunca dudé de que no me mataría. Desde que lo vi por primera vez, me pregunté cuándo su ira se apoderaría de mí y acabaría con mi vida. Mientras me apretaba el cuello con más fuerza, no me resistí. El último pensamiento en mi mente antes de quedar inconsciente fue a dónde iré después de la muerte.

 El último pensamiento en mi mente antes de quedar inconsciente fue a dónde iré después de la muerte

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RUYI 「ℰ𝓈𝓅𝒶𝓃̃ℴ𝓁」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora