CUANDO LA FALTA DE RESPETO LLEVA LA MÁSCARA DE LA DESHONESTIDAD
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❝El camino al infierno estaba pavimentado con huesos de hombres que no supieron cuándo dejar de luchar❞ —𝑃𝑎𝑢𝑙𝑒𝑡𝑡𝑒 𝐽𝑖𝑙𝑒𝑠, 𝐸𝑛𝑒𝑚𝑦 𝑊𝑜𝑚𝑒𝑛
𝐈 — 𝐸𝑢𝑑𝑜𝑚𝑢𝑠 —
EUDOMUS SE SENTÓ EN su escritorio, con los codos inclinados hacia adelante mientras sus ojos examinaban los papeles que tenía delante. La charla y el bullicio a su alrededor en la comisaría no le molestaban en lo más mínimo, estaba demasiado concentrado en el trabajo que tenía que completar.
No pasó mucho tiempo hasta que su concentración fue interrumpida cuando Beaman se acercó y le acercó una pila de papeles, que luego tomó.
—La balística volvió—le dijo Beaman—Las balas de todos nuestros tiradores coinciden.
—Round robin—comentó Eudomus con las cejas levantadas, comenzando a examinar los papeles mientras sus ojos repasaban las palabras.
—Sí, para citar a un hombre muy inteligente, 'Todos estos idiotas se dispararon entre sí'—citó Beaman, recibiendo una sonrisa divertida del otro hombre—Uh, también obtuvimos identificaciones de todos los caballeros fallecidos. Resulta que no son tan gentiles.
Eudomus hizo una pausa por un momento mientras lo miraba.
—¿Antecedentes penales?
—Todos ellos—confirmó con un pequeño suspiro y asintió—Agresión, asalto, algunas bajas deshonrosas: todos son exaltados. Todos y cada uno.
Eudomus asintió mientras colocaba la pila de papeles en la esquina de su escritorio y exhalaba.
—Bueno, eso lo resuelve.
—Bueno, sólo hay una cosa—dijo Beaman a la ligera mientras metía la mano en el bolsillo. Sacó una bolsa, cuya etiqueta estaba medio manchada con la sangre del cuchillo de mantequilla que había dentro y la levantó para que Eudomus la viera—¿Recuerdas a la víctima que fue apuñalada en la arteria carótida?
—Sí—respondió Eudomus mientras le quitaba la bolsa y la inspeccionaba—Uno de los tipos apuñaló al otro. ¿Cuál es el problema?
—Las huellas dactilares en el cuchillo no coinciden con las de nuestros muchachos. Pero se vuelve más extraño. Coincidía con un caso sin resolver que regresó, alrededor, escucha esto...—Beaman saltó de puntillas, miró hacia un lado antes de inclinarse hacia adelante y continuar con entusiasmo:—1938.
Eudomus arrugó la nariz y le devolvió la bolsa.—Díganles que lo ejecuten de nuevo. Lo retomaremos más tarde.
Tan pronto como Beaman tomó la bolsa y se fue, Eudomus estaba a punto de volver a mirar sus papeles cuando algo llamó su atención. Suspiró al ver a Diego, con las manos esposadas a la espalda, y a otro oficial acercándose.
