Capitulo 3.

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Rachel.

Avanzo con rapidez por los pasillos del edificio, llegando hasta la planta dónde se esconden dos pequeños diablillos que parecen angelitos.

La secretaria está en su puesto, hace un asentimiento, lo que me indica que bajo su escritorio se encuentran ellos.

—Buenas noches, señora James —saluda con amabilidad.

—Buenas noches, Nancy, ¿De casualidad no has visto a dos diablillos pasar por aquí?

Sonríe.

—Lamento informarle que por aquí no ha pasado nadie más que el guardia de seguridad.

Escucho las risitas bajas.

—Mmmh, ni modo, tendré que irme a comprar alitas sola y llorar toda la noche mientras como porque mis bebés no aparecen...

—¡No! —Milenka se delata, saliendo de debajo del escritorio—, ¡No puedes ir por alitas sin mi, se considera traición a tu propia sangre!

—¡Pero si aquí están! —entorno los ojos, Owen también sale, revelando su posición—, ¿Porque le huyen a mama, eh?, Saben que me asustan cuando desaparecen de la nada.

—Ni cuenta te diste —se quejan, estirando los bracitos hacia mi.

—¿En serio crees que no sentiría el momento en que se escabulleron? —me indigno.

—¿Y por qué no saliste por nosotros?

—Mi vida, aquí estoy. Tenía que terminar de apagar todo antes de poder irnos, y lo sabes, traviesa —me cruzo de brazos—. Además, sé que no les pasaría nada aquí.

—Como sea, ya cárganos.

Suspiro, inclinándome a levantarlos, beso sus mejillas y asiento hacia Nancy.

—Hasta mañana, Nancy —me despido y ella hace lo mismo.

Avanzo hasta el elevador con ellos parloteando sobre que ni siquiera pueden bajar ellos por el elevador.

—¡Es injusto!

Enarcó una ceja.

—Mejor hablemos sobre su fiesta de cumpleaños, en tres días cumplen tres añitos —mi desviación del tema les gusta, así que comienzan a platícarme todo lo que esperan en su fiesta.

—Después de la fiesta, iremos a casa y haremos una fogata en el jardín, ¿A qué sí? —Milenka hace un puchero—, y quemaremos bombones, y salchichas...

Frunzo los labios.

—Mi amor, hay mosquitos...

—¿Y que? —salta Owen—, podemos ponernos un repelente de mosquitos.

—De todas formas los van a picar —mascullo. Las puertas se abren en la primera planta.

Avanzo con ellos hasta el auto y los aseguro en sus sillas antes de tomar mi lugar.

Conduzco hasta la casa, escuchado argumentos lógicos para ellos sobre porque deberíamos acampar en el jardín el día de su cumpleaños, o al menos, la víspera de este.

—El día de su cumpleaños van a terminar agotados —intento—, no disfrutarán ni un poquito el acampar en el jardín.

—¡Pues entonces un día antes! —insiste Milenka—, y Mel podría ayudarnos a hacer una comida rica en la fogata.

Respiró hondo, rindiendome.

—Pues así será —ambos aplauden antes su logró.

Me detengo a comprar las alitas, unas de habanero para Melanie, otras a la BBQ para Milenka y Owen, y unas adobadas para mí.

𝙼𝚢 𝚋𝚘𝚢 𝚘𝚗𝚕𝚢 𝚋𝚛𝚎𝚊𝚔𝚜 𝚑𝚒𝚜 𝚏𝚊𝚟𝚘𝚛𝚒𝚝𝚎 𝚝𝚘𝚢𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora