Capítulo 5.

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ENID

Una semana después...

Limpiando mi frente, me senté,
mirando la última caja de madera
que acababa de abrir. Almacenaba
la última de las esculturas de Weds
enviadas para la exhibición.

Contuve la respiración cuando
retiré suavemente el envase de
protección para revelar la única
pieza de mármol que simplemente
me devastaba cada vez que la veía
en una revista o una imagen. Y que
una vez volé unos cuantos kilómetros para verla de cerca.

Mientras el embalaje de espuma dio
paso lentamente a un suave mármol blanco, las lágrimas llenaron mis ojos. En realidad estaba viéndola en vivo de nuevo. Para ser sincera. En toda su perfección devastadora.

Mientras echaba un vistazo a
mi reloj, vi que pasaban quince
minutos de la medianoche. Había
estado aquí todo el día, tratando de
colocar las esculturas en la posición
correcta para que la exhibición
fuese fluida.

El tema de la exhibición estaba
resultando difícil de diseñar. Sentía
que había un patrón, una historia
natural para las esculturas, pero
todavía tenía que descubrirla. No
estaba segura de poder hacerlo
sin alguna referencia de la propia
artista.

Atrapando un movimiento por el
rabillo de mi ojo, vi a Jefferson,
el guardia de seguridad de noche,
haciendo sus rondas.

Poniéndome de pie, Jefferson saltó
hacia atrás asustado.

-¡Srta. Myers, casi me dio un ataque
al corazón! No la vi ahí abajo.

-¡Lo siento!-le dije
disculpándome-. Estoy tratando
sacarle el embalaje a la pieza
final para poder posicionarla
correctamente mañana. Está hecha
de mármol y es muy alta, así que...

Jefferson sonrió, y vino a ayudarme. En pocos minutos, removimos la caja de madera y el embalaje. A medida que la escultura fue revelada, ambos retrocedimos, y mi mano voló a mi boca ante la vista.

Esta pieza era perfecta.

Durante un rato, todo lo que pude
hacer fue mirar... observar el
ángel blanco de doble faz de metro
ochenta de alto, con las manos
extendidas como si estuviera
suplicando. Ella sostenía una pila de cenizas negras en sus palmas. Sabía por mi investigación que lo que estaba viendo era la parte rota del ángel.

Sus alas estaban resquebrajadas
y recortadas y su hermoso rostro
estaba contorsionado por el dolor...
no, agonía.

Su cuerpo estaba curvado hacia
adentro, casi como si estuviera
luchando para mantenerse erguida.
Lo que debería ser un hermoso
vestido, estaba desgarrado y roto,
manchado con parches de suciedad.

Su cabello estaba revuelto y débil,
colgando hasta la mitad de la
espalda, y la mirada desolada en sus anormalmente ojos grandes... era inquietante.

Rompió mi corazón. Era como
si esta escultura tuviera alma,
proyectando cada emoción
que la artista sintió cuando
laboriosamente talló cada curva y
la expresión en el rostro del ángel.
Podía sentir el dolor desesperante,
la tortura interna del ángel roto
corriendo a través de mi sangre.

Ninguna imagen que hubiera visto
antes le hacía justicia a esta pieza.
Ser testigo de ella, realmente, era
como recibir un regalo del cielo
mismo.

Tomando aliento profundamente,
poco a poco moví mis pies y me
dirigí hacia el otro lado, donde mis emociones tomaron el control
por completo y las lágrimas
comenzaron a caer por mis mejillas.

Este ángel era increíblemente
hermoso, en completo contraste
con su alter ego. El cuerpo de este
ángel estaba erguido, voluptuoso y
saludable, envuelto en un prístino
vestido de estilo romano. Su rostro
sereno y sonriente estaba inclinado
hacia el cielo, con su cabello largo y
espeso cayendo hasta la cintura.

Dulce Esperanza (Wenclair Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora