Capitulo 12: Caer en la red

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Yonah tenía la mirada perdida en el horizonte, el ventanal de su nueva morada era tan amplio que por él habría podido ingresar un jinete pero los barrotes le convertían en una lujosa jaula de oro. La recién casada fue limpia de la sangre del noble Caballero buscando ayudarle, era una simple muñeca de trapo en manos de las siervas preparándole para el convite en la noche.

Y aunque quitaron la inmundicia, Yonah no quería soltar la tiara de Elya, una simple joya sin gemas pero con el nombre de su antiguo dueño inscrito en la parte interna con laboriosa letra cursiva y que resistió pisotones pero no la herradura de un caballo. Doblada y con trizadura, con evidentes rayones en la superficie que alguna vez fue un espejo, la tiara fue besada antes de reservarse en un cajón con llave.

A razón de la fiesta, el palacio del Duque, emplazado en el acantilado más abrupto de Yar Yaffa; no tenía lugar para un adono adicional. Yonah permanecía inmóvil sobre un pedestal con los hombros y la mirada al horizonte al tanto sus siervas probaban distintas crinolinas para el vestido hecho a las prisas por la modista.

Yonah suspiró, intercambió votos de fidelidad con Ethan, vistiendo los ropajes, joyas y perfumes pagados por Elya.

La muchacha suspiraba y suspiraba con los ojos derretidos entre sus mejillas, su sierva de más edad le recogía sus lágrimas en una seda bordada pero era trabajo inútil, su niña no podía parar de llorar. No había palabra en sus labios, acomodaba cintas ya apretaba lazos sin entender qué sucedía. El padre de Yonah espiaba por una ventanilla oculta tras una pintura familiar. Tras unos minutos cerró la escotilla llevándose la mano al pecho repitiéndose "es necesario, es necesario. Será para el bien de la familia, es algo que ha de entender" antes de marcharse quien sabe dónde.

El matrimonio con el Duque era ciertamente más provechoso. La imagen de Yonah siendo esposa de un muchacho convertido en Caballero por compasión del Rey simbolizaba algo hermoso, la piedad en las autoridades de Selili quienes no demostraban ninguna discriminación ante los plebeyos pero Yonah como la esposa del hombre más amado de Selili, era otro asunto. Ahora sería dueña de la Isla de la Gracia y ello se uniría a las riquezas de su familia pero, por sobre todas las cosas, ahora Yonah será un punto clave para extraer a Ethan la identidad del Príncipe Perdido.

La desaparición del linaje del rey Elon estaba cada vez más cerca y si Yonah daba un paso en falso, Ethan ganaría ventaja.

Nogh, ; se consolaba imaginando a su hija viviendo en un castillo colmada de todos los placeres que nunca imaginó, deleitándose con la gracia de un varón tan espléndido como lo era el Duque. No había razón para estar triste ante semejante y auspicioso enlace pero al parecer, la chiquilla era demasiado soñadora y el golpe en tierra le fue más duro de lo que en realidad tendría que haber sido. Sí, el padre de Yonah estaba dichoso por el matrimonio mas no las doncellas rodeando a la novia, muchas de ellas eran dedicadas fanáticas del Duque y el anuncio del matrimonio terminaba con sus esperanzas y con los coqueteos nocturnos.

El rumor del matrimonio sorpresa se extendió por los pasillos y salones, al caer la noche; toda doncella, casadera o solterona, estaba furiosa contra Yonah.

Todo el mundo estaba revolucionado en el palacio, incluso algunos Caballeros que veían morir su esperanza de tener la oportunidad de besar los dedos de la preciada muchacha de sonrisa dulce y andar como las olas del mar. No, ella ya era del quebracho, y lo que tocaba el quebracho se volvía tabú para el resto de los mortales.

Por otro lado, Ethan suspiraba desganado en su despacho. Daba vueltas de aquí para allá frente al mapa en la pared. Estaba a punto de hacer un agujero en el suelo cuando un Caballero se anunció tocando levemente la puerta. Leien fue presto en responder.

Cuentos de Cielo y Mar: Shipwrecked 🌊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora