Amaneció enigmáticamente radiante en Selili, el cielo despejado y la brisa ligera soplando desde el mar perfumaba el aire con sal y buenas nuevas. Las calles principales de Yar Yaffa, la capital del reino; estaban decoradas con banderines y flores en honor al matrimonio de Ethan, el amado Duque que trajo prosperidad al reino en los años difíciles; y Yonah, la mujer que ahora compartía su destino.
El carruaje avanzaba gallardo con adornos dorados y telas blancas abriéndose paso por las calles empedradas mientras los ciudadanos se agolpaban a ambos lados, vitoreando a la etérea pareja. Ethan, sentado con elegancia, sonreía y saludaba con una mano, su presencia irradiaba la misma confianza y carisma con la que se había ganado el respeto de todos. Las doncellas, ansiosas y emocionadas, estiraban sus manos hacia él intentando tocarle y algunas, en un arrebato de osadía, le rogaban reconsiderar su matrimonio con una mocosa tan sosa como Yonah quien, por su parte, permanecía en distante silencio junto a su esposo. Los vítores y la música de la celebración eran lejanos para ella, su mente estaba atrapada en una maraña de pensamientos y emociones, de palabras dulces que le amargaban la garganta. Aunque compartía las sonrisas de rigor con los ciudadanos, su corazón palpitaba ahogado y nervioso al pensar en la semana nupcial avecinándose. A pesar de aceptar la propuesta de su padre de casarse con Ethan como una estrategia para vigilarle y obtener información crucial para su familia, no podía evitar que sus pensamientos volvieran a Elya. Se imaginaba entregándose a él, no a Ethan, y esa idea la atormentaba pues no sería como en sus sueños al cerrar los ojos, ¿Ethan le tomaría o le dejaría en una torre como el rey mantenía a su esposa?
Yonah llegó a imaginarse en el ventanuco de aquella torre olvidad en el palacio real, donde nadie le vería, donde pasaría a ser olvidada en vida pero, al menos, Ethan no sería su esposo.
El carruaje avanzaba pomposo y solemne, cruzando los arcos de las antiguas puertas de la ciudad bajo las cuales la multitud estallaba en aclamaciones. Ethan, consciente de la tensión de Yonah, colocó una mano tranquilizadora sobre la suya pero ella apenas lo notó, perdida en sus dudas e inquietudes. La gente de Selili, ajena a las luchas internas de la pareja, celebraba con entusiasmo agradecida por el Duque que había gobernado con sabiduría en ausencia del rey, ignorante del verdadero drama que se desarrollaba tras las puertas doradas del carruaje, ignorando todos los planes que se movían en la desquiciada bambalina de la realeza en pugna con su propia Caballería pues la Academia, en los tiempos del rey Elon, juró lealtad al Príncipe de Selili y no al rey de turno, de modo que lo que hiciera Tir-Hadad pesaba lo mismo que una mosca. Y claro, los Caballeros y cadetes sirviendo a la institución eran conscientes de ello, al menos los más maduros; entre los que estaban Edi y Archi, ambos en la oficina del Rector prestos a recibir nuevas órdenes.
—Todo fue a las prisas, es todo lo que les puedo decir pues nadie sabía del supuesto compromiso del Duque con la señorita hasta que ya la boda se había sellado—El varón de barba cana afirmó sus manos en el escritorio, revisando papeles con desgano antes de mirar a Archi—Y vemos que la señorita Yonah gozará del servicio de Leien pero eso no me tranquiliza. Leien fue quien urdió el plan para asesinar al rey Elon y toda su familia con tal de que Ethan se quedara como Duque...
El Rector se llevó la mano a la frente. Como estratega no tenía problemas en organizar su mente y actuar pronto pero su afecto por Elya le nublaba de vez en cuando sus movimientos. El joven a quien tanto amaba preparó morada para su novia, pagó el vestido, le dio regalos y aun trajo más del extranjero pero no podía hacer más que cruzarse de brazos en vista de que otro desposó a u amada.
Edi notó la confusión de su Superior a quien devolvió a la realidad al chasquearle los dedos frente a los ojos. entonces, Archi intentó organizarse.
—Señor, si me permite; no tendré mucha experiencia con enredos familiares a tal escala pero, si pudiera yo ser sierva de la señorita Yonah, quizá podríamos controlar lo que los piratas podrían llegar a averiguar sobre el Príncipe.
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Cuentos de Cielo y Mar: Shipwrecked 🌊
Novela JuvenilEn un mundo marcado por la traición y el destino, Elya y Orel, dos jóvenes ligados por la sangre pero separados por secretos, arriban al reino de Selili, a bordo del Alba Calypso. Con Elya como protector y mentor de Orel, los dos deben enfrentarse...