El equipo estaba sentado alrededor de la mesa, intercambiando teorías sobre la nueva cazadora que pronto llegaría a reforzar su grupo. Sunmi hojeaba el dossier por tercera vez, pero no encontraba nada que pudiera despejar la nube de incertidumbre que pesaba sobre todos.
-Aquí no hay nada útil -dijo, frustrada-. ¿Qué clase de cazadora es tan misteriosa que ni siquiera su archivo tiene información decente?
Bambam, con los pies apoyados en la mesa, alzó las cejas. -Tal vez es tan letal que no necesitan decir más. ¿Sabes? Como esos guerreros secretos que nadie conoce hasta que ya es demasiado tarde para sus enemigos.
-O quizá es otra carga para nosotros -replicó Wendy, no muy convencida-. Ya saben lo que pasó con el último "refuerzo". Acabamos más ocupados cubriéndolo que enfrentándonos a las criaturas.
La puerta se abrió con un chirrido y todos se enderezaron. En el umbral apareció una figura diminuta: una joven rubia con ojos curiosos y una sonrisa nerviosa. Su cabello rubio le caía en suaves ondas hasta los hombros, y, para sorpresa de todos, su apariencia no se parecía en nada a lo que habían esperado de una cazadora de élite.
-Hola, soy Minjeong -dijo con una voz suave pero clara, mientras caminaba con paso firme hacia la mesa y hacía una pequeña y algo torpe reverencia hacía sus mayores.
Hubo un momento de silencio absoluto antes de que Sunmi, incapaz de contenerse, murmurara: -¿Nos mandaron a un cachorro maltés?
Bambam soltó una risa estruendosa, y Wendy le dio un codazo en las costillas para que se callara. Minjeong mantuvo la sonrisa, aunque su rostro mostraba una leve incomodidad ante la reacción.
-¿Esto es una broma? -preguntó Bambam, inclinándose hacia delante-. Porque, sinceramente, esperábamos algo más... bueno, imponente.
Minjeong, lejos de sentirse ofendida, se encogió de hombros. -Entiendo. Mi apariencia no suele impresionar. Pero estoy aquí para ayudar.
-¿Ayudar cómo? -preguntó Wendy, cruzándose de brazos-. No pareces el tipo de cazadora con mucha experiencia en combate.
Minjeong sonrió, pero había algo triste en sus ojos. -No tengo tanta experiencia en campo como todos ustedes, es cierto. Solo he participado en una misión y... bueno, no salió tan bien como esperaba. Pero eso no significa que no pueda ser útil. Cuando maté a un wendigo, lo hice de la manera más... torpe posible, lo admito. Fue más suerte que habilidad, pero sobreviví.
-¿Y por eso te enviaron aquí? -preguntó Seulgi, levantando una ceja-. ¿O hay otra razón detrás?
Minjeong vaciló un momento antes de responder. -Digamos que la institución no me ve con los mejores ojos. Pensaron que aquí podría ser... menos estorbo.
El equipo se quedó en silencio. La revelación fue un golpe inesperado, y la idea de que Minjeong fuera más una carga que una ayuda comenzó a pesar en el aire. Seulgi observó a la joven con más atención. Algo en ella no cuadraba, pero no era el hecho de que no tuviera experiencia. Había algo en la forma en que se movía, una confianza escondida detrás de la inseguridad que desprendía la joven.
-De acuerdo -dijo Seulgi, rompiendo el silencio-. No somos quienes para rechazar a nadie sin darle una oportunidad. Vamos a ponerla al corriente, y luego veremos cómo te desenvuelves en el campo.
---
Horas después, el equipo se encontraba en las afueras de la ciudad, donde había ocurrido el último ataque. Se habían dividido en grupos pequeños para cubrir más terreno, y Seulgi se quedó con Minjeong para vigilar de cerca cómo se desenvolvía la nueva cazadora.
-Mantente cerca de mí -le indicó Seulgi mientras avanzaban-. Esto puede volverse peligroso rápidamente.
Minjeong asintió, aunque sus pasos eran inciertos. Se podía ver que estaba fuera de su elemento, pero trataba de mantener la compostura.
De repente, un rugido atronador resonó desde los árboles. Una criatura grotesca emergió de entre las sombras, mucho más grande y aterradora que cualquier cosa que hubieran enfrentado antes. Su piel era dura como la piedra, y sus garras parecían capaces de desgarrar el metal con facilidad.
-¡Cuidado! -gritó Seulgi, desenfundando su arma al instante.
El resto del equipo llegó corriendo para rodear a la criatura. Todos atacaron al unísono, pero la bestia era demasiado rápida y fuerte, bloqueando cada golpe con sus enormes brazos.
Minjeong, por su parte, parecía paralizada. Seulgi se dio cuenta de que no tenía idea de cómo actuar en una situación de combate real. A pesar de ello, la joven cazadora se lanzó al ataque, pero lo hizo de forma torpe. Cuando trató de golpear a la criatura, perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer.
-¡Minjeong, cuidado! -gritó Sunmi desde el otro lado, mientras la criatura se giraba hacia ella, sus garras a punto de alcanzarla.
En el último segundo, Seulgi saltó, empujando a Minjeong fuera del camino justo antes de que las garras de la bestia las alcanzaran. Las dos rodaron por el suelo, Seulgi levantándose rápidamente mientras ayudaba a Minjeong a ponerse de pie.
-No puedes actuar así -le dijo en voz baja-. Si sigues atacando de esa manera, vas a acabar muerta.
Minjeong asintió, avergonzada, pero Seulgi no tuvo tiempo para seguir explicando. La criatura había vuelto a cargar, y el equipo seguía luchando por mantenerlo a raya.
A pesar de su inexperiencia, algo extraño empezó a suceder con Minjeong. Cuando uno de los golpes de la bestia estuvo a punto de alcanzarla de nuevo, ella lo esquivó con una velocidad que ningún humano normal tendría. Incluso Seulgi, en medio de la batalla, notó algo extraño. Era como si la chica tuviera reflejos sobrehumanos, pero no parecía darse cuenta de ello.
Sin embargo, su falta de habilidad seguía siendo un problema. Cada vez que intentaba atacar, fallaba. En más de una ocasión, Seulgi tuvo que intervenir para salvarla de un golpe mortal. Pero había algo en su fuerza también. En un momento, cuando la bestia la lanzó al aire, Minjeong aterrizó sin apenas inmutarse, como si su cuerpo pudiera soportar el impacto mucho mejor de lo que debería.
Seulgi la miró de reojo, tratando de unir las piezas. No era solo suerte. Algo más estaba pasando con Minjeong.
Finalmente, después de una batalla caótica en la que cada miembro del equipo resultó herido de alguna forma, lograron abatir a la criatura. Fue Seulgi quien le dio el golpe final, pero la sensación de que había algo diferente en Minjeong seguía rondando en su mente.
Cuando todo terminó, Minjeong se acercó, jadeando y visiblemente avergonzada.
-Lo siento... -murmuró-. No debería haber sido tan torpe.
Seulgi la miró con detenimiento, como si intentara descifrar un misterio oculto. -Tienes más potencial del que crees. Sólo necesitas un poco más de práctica. Mañana a primera hora te quiero en el centro de entrenamiento.
Minjeong asintió rápidamente con una tierna sonrisa, de verdad que parecía un cachorro.
Wendy y Sunmi se acercaron al grupo, aún adoloridas pero aliviadas de que la batalla hubiera terminado.
-Bueno, Minjeong -dijo Wendy con una sonrisa-. Puede que seas un desastre, pero al menos no te has rendido. Y eso cuenta.
Sunmi asintió. -Y además, hemos enfrentado peores desafíos. Te quedarás con nosotros por ahora.
Minjeong, aunque aún insegura, sonrió levemente. No podía evitar sentir que había sido una carga, pero algo en la forma en que Seulgi la miraba le daba esperanza.
ESTÁS LEYENDO
Cenizas de un viejo amor
VampirgeschichtenTras escapar de los conflictos sociales y económicos de su país, una familia originaria de Asia Occidental encuentra refugio en el Reino Unido, buscando un futuro más próspero. Durante quince años, disfrutan de una vida tranquila, hasta que un fatíd...