Capítulo 8: Rostros del Pasado

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Seulgi despertó bruscamente, su cuerpo temblaba y un dolor intenso recorría su cuello. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba en las instalaciones de la institución, rodeada de sus amigos. Wendy estaba sentada a su lado, con el ceño fruncido, mientras Sunmi no apartaba su mirada, claramente preocupada.

—Te quedaste inconsciente por un tiempo. Nos diste un buen susto—, dijo Wendy en un tono serio, pero Seulgi podía notar el alivio en su voz.

Seulgi intentó incorporarse, pero el dolor la obligó a detenerse. Se llevó la mano al cuello, tocando suavemente la herida que aún ardía. —Joohyun…—, murmuró, sus pensamientos dispersos, luchando por entender lo que había sucedido.

—¿Qué dijiste?—, preguntó Sunmi, inclinándose hacia ella.

—Era Joohyun—, respondió Seulgi con voz ronca. —La vampira que me atacó… era ella—.

Los rostros de Wendy, Sunmi, Taeyong y Bambam se llenaron de incredulidad y preocupación.
Obviamente cada uno de sus amigos sabía de Joohyun y lo mucho que le afectó a Seulgi la pérdida de esta chica.

—¿Estás segura?—, preguntó Taeyong, claramente sorprendido.

Seulgi asintió lentamente, los recuerdos de la batalla inundando su mente. La capucha que caía de su cabeza, revelando el rostro de Joohyun, su amiga y amor perdido, la persona a quien había creído muerta hace años pero una parte de ella se aferraba a que no era así. Pero más allá del shock inicial, lo que más le perturbaba era el hecho de que Joohyun no la había reconocido, como si hubiera olvidado todo sobre su vida pasada.

—Al principio no la reconocí—, continuó Seulgi, su voz temblando ligeramente. —Pero cuando me mordió… pude ver lo que ella veía. Sus recuerdos—.

Los demás la miraron en silencio, procesando lo que acababan de escuchar. Sunmi se arrodilló junto a la cama de Seulgi, tomando su mano con suavidad. —¿Qué viste?—.

Seulgi cerró los ojos, recordando las imágenes que habían invadido su mente en ese momento. —Ella… ha olvidado todo. La han convertido en algo que no es. Pero lo más doloroso fue ver un recuerdo… algo que compartimos antes del incendio—.

El silencio se hizo más pesado en la habitación mientras Seulgi trataba de recomponerse.

Wendy fue la primera en romper el silencio.
—Si Joohyun sigue ahí fuera, entonces hay algo que no podemos ignorar: el vínculo que aún existe entre ustedes. Eso podría ser nuestra clave para encontrarla y… salvarla—.

Seulgi la miró, con los ojos llenos de lágrimas, pero también de incertidumbre. —No sé si pueda salvarla. Ni siquiera sé si ella quiere ser salvada. Pero tengo que intentarlo—.

Taeyong dio un paso al frente. —Cualquiera que sea el plan, estamos contigo, Seulgi. Siempre—.

—Hay algo más—, interrumpió Sunmi. —El vampiro con el que peleaste antes… ¿Sabes quién es?—.

Seulgi suspiró, su mente aún enredada en el caos de los eventos recientes. —No tengo idea de quién sea, pero tiene más fuerza que cualquier otro vampiro al que me he enfrentado, recuerdo que me dijo "Esto no ha terminado", creo que todo esto… es solo el comienzo. No solo los vampiros están involucrados. Hay algo más grande sucediendo, y estamos justo en el centro de ello—.

De repente, la puerta de la habitación se abrió, y un oficial de la institución entró rápidamente. —Tenemos un problema. Otro ataque ha ocurrido en el centro de la ciudad. Esta vez… han desaparecido varios jóvenes. No son solo vampiros, parece que otras criaturas están involucradas—.

El equipo intercambió miradas de alarma. Wendy fue la primera en ponerse de pie.
—Tenemos que movernos ya—.

A pesar del dolor que aún sentía, Seulgi asintió con determinación. —No me quedaré aquí mientras todo esto sucede. Vamos—.

El equipo no tardó en llegar a un acuerdo: Seulgi no debía exponerse. A pesar de su insistencia, las miradas serias de Wendy, Sunmi, Taeyong y Bambam dejaron en claro que no iban a cambiar de opinión.

—Necesitas descansar—, dijo Wendy con firmeza. —No te servirá de nada salir así. Tienes que recuperarte.

Seulgi se mordió el labio, frustrada. Sabía que tenían razón, pero la idea de quedarse al margen mientras ellos enfrentaban el peligro la llenaba de enojo. No obstante, decidió no insistir. —Está bien—, murmuró, apretando los puños. —Me iré a casa.

Antes de irse, se dirigió a la sala de archivos de la institución. Había un informe importante que debía llenar, así que se sumergió en el papeleo con rapidez, intentando distraer su mente del enfado que sentía. Sin embargo, su mente seguía regresando a la misma imagen: Joohyun, mordiéndola, y el torrente de recuerdos que había compartido en ese instante.

Terminado su trabajo, Seulgi recogió sus cosas y salió de la institución. El viento nocturno era frío, pero no lo suficiente para calmar el calor que hervía dentro de ella. Mientras caminaba hacia su departamento, no podía sacudirse la sensación de que alguien la seguía. Se detuvo más de una vez, girándose rápidamente, pero no veía a nadie. El viento susurraba entre las calles vacías, aumentando su paranoia.

—Solo son los nervios—, se dijo a sí misma, acelerando el paso.

Al llegar a su departamento, el alivio de estar finalmente en casa la invadió. Se despojó de su ropa lentamente, notando cada golpe y corte que su cuerpo había recibido. El agua caliente de la tina envolvió su cuerpo, y por un momento, Seulgi permitió que el vapor y el calor relajaran sus músculos tensos. Cerró los ojos, permitiendo que sus pensamientos se disiparan, tratando de olvidar el caos que la rodeaba.

Pero el alivio fue efímero.

Al salir de la tina, con el cuerpo envuelto en una toalla, Seulgi caminó hasta su habitación. Las velas que había encendido iluminaban suavemente el lugar, creando una atmósfera tranquila. Sin embargo, justo cuando se disponía a vestirse, una ráfaga de viento entró por la ventana abierta, apagando las velas de golpe. La habitación quedó sumida en la penumbra, apenas iluminada por la pálida luz de la luna.

Un escalofrío recorrió su columna.

Seulgi se quedó inmóvil por un momento, su instinto de cazadora advirtiéndole que algo estaba mal. Con el corazón acelerado, se dirigió al mueble junto a su cama, donde guardaba una daga. La empuñó con firmeza, preparada para defenderse. Su respiración se volvió tensa, sus sentidos agudizados al máximo.

Y entonces, sin previo aviso, fue inmovilizada contra la pared.

Su cuerpo chocó con fuerza contra el muro. Ante ella, en la oscuridad, emergió una figura familiar. El rostro de Joohyun, cubierto parcialmente por la sombra, la miraba fijamente. Esta vez, sin embargo, sus ojos no brillaban con el resplandor rojo que Seulgi había visto antes. Eran de ese profundo y cálido color café que solía conocer.

—Joohyun…—, susurró Seulgi, con la voz entrecortada.

—Suéltala—, dijo Joohyun con suavidad, su tono calmado, pero firme. —No he venido a hacerte daño—.

Seulgi dudó por un momento, su mente llena de preguntas. Joohyun no parecía la misma vampira que había atacado antes. Algo había cambiado. Sin embargo, la adrenalina corría por sus venas, y su cuerpo permanecía en tensión. Aún así, lentamente, soltó la daga.

Joohyun dio un paso atrás, permitiendo que Seulgi respirara. —Necesito respuestas—, continuó. —Y solo tú puedes dármelas.

Seulgi la observó, tratando de entender la situación. No había odio ni furia en la mirada de Joohyun, solo confusión. Estaba claro que la vampira no recordaba quién era realmente, pero algo en ella estaba empezando a despertar.

—¿Qué… quieres saber?—, preguntó Seulgi, su voz temblando.

Joohyun la miró directamente a los ojos, sus facciones endureciéndose mientras intentaba formular las palabras correctas. —¿Quién soy?

El silencio se apoderó de la habitación mientras ambas permanecían allí, inmóviles. El viento seguía susurrando a través de la ventana, pero en ese momento, nada más parecía importar.

Cenizas de un viejo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora