32. ¿Vamos a dar una vuelta?

4 2 2
                                    

POV ALEX

Subimos al autobús y le narré todo lo ocurrido a Ruby. Llegamos al hotel y fuimos a la habitación para cambiarnos para la cena. Me quité toda la purpurina del partido de la cara y me cambié.

Megan nos había dicho que nos arregláramos, ya que cenaríamos todos en el restaurante del hotel. Me puse unos pantalones largos blancos de lino y un top de tirantes color mostaza. Bajé abajo y me encontré a Cameron.

Él me tendió su brazo y yo lo agarré con delicadeza. Entramos al restaurante del hotel y nos sentamos cada uno en una mesa.

La cena comenzó como cualquier otra, con el bullicio de voces llenando el comedor y el sonido de cubiertos chocando contra los platos. Las animadoras ocupaban una mesa al frente, mientras que los jugadores de fútbol estaban desperdigados por varias mesas cercanas. Yo me senté con Megan y algunas chicas del equipo, pero mi atención no estaba del todo presente. De vez en cuando, miraba de reojo a Cameron, quien, para mi suerte, ¿o desgracia?, estaba sentado justo frente a mí, sonriendo como si supiera exactamente en qué estaba pensando. Brandon, como siempre, dominaba la conversación en su mesa, lanzando chistes que hacían que todos a su alrededor rieran a carcajadas. 

Mientras tanto, Megan repasaba algunos detalles de la coreografía con las otras chicas, pero mi mente seguía vagando hacia Cameron, hacia lo que había pasado en el autobús. De repente, escuché una voz que me sacó de mi ensoñación. 

- ¿Alex? ¡Tierra llamando a Alex! - Megan me miraba, divertida - ¿Me estás escuchando o sigues pensando en lo de antes? 

Sentí que mis mejillas se calentaban de inmediato. ¿Cómo podía saberlo? Claro, Megan lo sabía todo, y yo estaba tan distraída que seguramente había puesto cara de tonta soñadora. 

- Lo siento, ¿qué decías? - traté de sonar relajada, aunque por dentro estaba claramente avergonzada. Megan me lanzó una mirada sospechosa, pero sonrió. 

- Estaba diciendo que cuando lleguemos repasaremos la coreografía para acabar de pulirla. Ya sabes, para que el equipo rival vea que no estamos jugando cuando salimos al campo. Asentí rápidamente, tratando de volver al tema de conversación. 

- Claro, claro. Buena idea. Todo bajo control - mentí, aunque claramente no lo estaba. 

Justo en ese momento, a uno de los camareros se le cayeron los cubiertos que llevaban en la bandeja, obviamente me acerqué a ayudarlo, y no fui la única, antes de que me diera cuenta, Cameron se agachó para ayudarle también. Al incorporarse, me lanzó una sonrisa pícara que me dejó sin aliento. 

- ¿Puedo preguntarte algo, Alex? - dijo, en voz baja, lo suficiente como para que solo yo lo escuchara. 

Me tensé, sabiendo que cualquier cosa que saliera de su boca iba a ser peligrosa para mi capacidad de mantener la compostura. 

- Depende - respondí, intentando sonar juguetona. 

- ¿Has pensado en... lo que pasó en el autobús? - preguntó, con esa sonrisa descarada que tanto lo caracterizaba. 

Mi corazón se aceleró y, por un momento, no supe cómo responder. Claro que había pensado en ello, probablemente más de lo que debería. Pero no iba a darle el gusto de admitirlo. 

- No sé de qué hablas - respondí, mirando al camarero mientras le devolvía todos los cubiertos y el me lo agradecía. Cameron rió suavemente, y pude sentir su mirada fija en mí, como si supiera perfectamente que estaba mintiendo. 

- Seguro - respondió, claramente no convencido, pero dejó el tema ahí, al menos por ahora. 

El resto de la cena transcurrió entre conversaciones superficiales y risas, pero la tensión entre nosotros no hacía más que crecer. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban, sentía una chispa, como si algo eléctrico pasara entre nosotros. Era algo innegable, algo que no podía seguir ignorando, por más que lo intentara. 

Calla y bésameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora