Capítulo 6: Batalla en el bosque (2)

42 31 0
                                    

La noche ya ha caído, cubriendo el bosque con un manto de sombras densas y casi impenetrables. Apenas hay luz; todo está sumido en una oscuridad perfecta, el escenario ideal para que mis movimientos sean invisibles. He esperado el momento adecuado, el silencio del bosque me envuelve, y ahora, tras horas de paciencia, es tiempo de cazar.

Abandono el árbol donde me había ocultado, moviéndome con sigilo entre las ramas. Cada salto es preciso, calculado. No hay un solo sonido que delate mi presencia. Tras unos diez minutos de búsqueda, diviso a uno de ellos. Es un hombre alto, de aproximadamente 1,80 metros, delgado, caminando con rapidez. Seguramente está bajo la presión de su capitán. La ansiedad se le nota en el ritmo de sus pasos, en cómo mira a su alrededor con paranoia. No sabe que la muerte lo acecha.

Salto al árbol más cercano a él y aguardo, mis ojos fijos en su cuello. El tiempo se ralentiza mientras espero el momento preciso. Cuando está justo debajo, salto desde la rama, haciendo que hasta el aire a mi alrededor quede en silencio. A pocos centímetros de él, conjuro una cuchilla de maná en mi mano. La hoja se materializa de inmediato, fría y mortal, y atravieso su cuello con un movimiento rápido y preciso. El hombre ni siquiera tiene tiempo de gritar. Su cuerpo se sacude en una agonía silenciosa, pero mi barrera insonorizada lo aísla de todo sonido. Cuando su cuerpo se desploma al suelo, subo de nuevo al árbol sin dejar rastros.

—Uno de diez —pienso mientras mi mente sigue fría, contando mis presas.

Me muevo de nuevo entre las copas, repitiendo el patrón. Encuentro al siguiente con facilidad. Este camina más despacio, agotado por la búsqueda inútil. De vez en cuando bosteza, su cuerpo relajado, inconsciente de que está a punto de morir. Me acerco rápido, casi sin emoción, y salto. Esta vez apunto al corazón. Mi cuchilla atraviesa su espalda con precisión quirúrgica. El hombre se gira, los ojos abiertos de par en par, pero es demasiado tarde. Lo último que ve es mi silueta antes de caer al suelo, su vida escapando en segundos.

—Dos de diez.

Sigo moviéndome entre las sombras, aburriéndome de esta caza tan fácil. Para cambiar el ritmo, agarro un tronco y lo lanzo a propósito al lado del cuerpo recién caído. El ruido rompe el silencio de la noche. Mi táctica ha funcionado. Dos sombras se acercan al lugar rápidamente, alertadas por el ruido. Me escondo entre las ramas y los observo.

Uno de ellos es bajo, robusto, con una cicatriz cruzándole el rostro. El otro es alto y delgado, con una lanza a la espalda. Se acercan con cautela, pero no lo suficiente. Espero el momento en que ambos se colocan juntos, justo debajo de mí. Salto, cayendo con la precisión de un depredador sobre la espalda del más bajo. Mi cuchilla corta su garganta de un tajo limpio. El sonido de la sangre fluyendo es lo único que escucha su compañero antes de que yo también lo ataque. Mi mano izquierda toma su lanza y la clavo en su abdomen, torciendo el arma hacia arriba para perforar sus órganos vitales. Ambos cuerpos caen, uno tras otro, sin un solo grito.

—Cuatro de diez.

Me muevo de nuevo, sin detenerme a observar los cuerpos que dejo atrás. A lo lejos, veo a otro de los asesinos. Esta vez es un hombre más joven, con el rostro pálido y los ojos nerviosos. Está agachado, revisando el suelo en busca de huellas. No me doy tiempo para planear, simplemente actúo. Salto desde lo alto y caigo sobre él, aplastando su torso con el impacto. No tiene ni un segundo para reaccionar antes de que mi cuchilla atraviese su corazón.

—Cinco de diez.

Mis movimientos se vuelven más fluidos, casi automáticos. El siguiente objetivo es un hombre de hombros anchos, con una espada larga en la mano, caminando lentamente, su respiración pesada. Me acerco desde el costado, sin dejar que mi sombra toque el suelo. Me deslizo entre los árboles hasta quedar a su lado, y en un solo movimiento corto su tendón de Aquiles. El hombre cae con un grito ahogado, su espada cayendo de su mano. No le doy tiempo para recuperarse. Mi cuchilla atraviesa su garganta.

Reencarnación de DrakzharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora