Poco a poco me iba dando miedo
la mirada de la gente,
me escondía en cada esquina,
huía sin moverme,
hoja en el viento.
Empiezo a borrarme.
Primero me olvidan ellos,
después mis propios ojos.
Fui dejando de existir en las conversaciones,
en los recuerdos,
en los espejos.
Poco a poco me fui diluyendo y
desaparecí,
borrada por la mañana,
sin dejar rastro.
Como el cielo al amanecer,
me fui desvaneciendo.