Cuida tus huesos,
los frágiles, los solitarios,
los que llevan tu nombre en el frío,
los que te sostienen,
los que no pueden hablar
ni gritar tu nombre
cuando todo te duele.
Cuida esos huesos
que no saben llorar
ni tienen lengua para maldecir
lo que te duele,
pero que tiemblan en silencio
cada vez que caes.
Hazles saber que los ves,
que no son solo lo que queda
cuando todo ha pasado,
cuando nada responde.
Diles que siempre serán vistos
aunque no haya luz,
aunque nadie más los sienta.
Cuida tus huesos,
son lo último que resiste
cuando tú ya te has rendido,
cuando el resto de ti
se ha callado para siempre
y solo queda
el frío.