—¡¡¡¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!! —mi grito se escuchó en posiblemente en toda la casa, ¿El porque de ese grito? Pues...
Tal parece que María tuvo la gran idea de despertarme usando una bocina horriblemente fuerte, justo al lado de mi oído. Me incorporé de un salto, con el corazón latiendo a mil por hora, mientras veía a María, parada al pie de mi cama, con una sonrisa completamente satisfecha.
—¡Buenos días, dormilón! —dijo alegremente, sosteniendo la bocina en una mano.
—¿¡Qué demonios fue eso!? —exclamé, frotándome los oídos y aún tratando de procesar lo que acababa de pasar—. ¡¿Acaso quieres matarme del susto?!
—Te advertí que te levantaras temprano hoy —respondió, encogiéndose de hombros como si no fuera gran cosa—. Tienes que cumplir con tus obligaciones de "sirviente personal". No puedo dejar que te duermas en los laureles.
Recordé de inmediato nuestro acuerdo, y una sensación de resignación me invadió.
—¿Qué toca hoy? —pregunté, suspirando mientras me levantaba lentamente de la cama, intentando no caer en el agotamiento prematuro de la semana.
—Oh, nada complicado —respondió María, con una sonrisa traviesa—. Hoy solo quiero que me acompañes a hacer unas compras después de clases... y tal vez cargar algunas bolsas. ¡Un buen sirviente no debe quejarse!
—¿Es en serio? —dije, mirándola incrédulo.
—¡Por supuesto! —respondió con un tono dramático—. Un caballero tiene que cumplir su palabra.
Suspiré, rindiéndome ante la situación. No tenía escapatoria.
—Está bien, está bien... —dije, resignado—. Un caballero siempre cumple su palabra, ¿no? Entonces seré tu caballero...
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—P-Pero no lo digas así... Хотямненравится, чтотыэтоговоришь~ (Aunque me gusta que lo digas)
—María... Deja esa manía de murmurar cosas raras, que no entiendo lo que dices.
María se sonrojó ligeramente, pero rápidamente recuperó su compostura.
—¡Bah! No te preocupes por eso —dijo, agitando una mano como si no fuera gran cosa—. Solo prepárate para después de clases. Ah, y asegúrate de estar listo para cargar todas mis compras.
