Mientras Aria se recuperaba en el mundo humano, Ren se encontraba en el mundo de los demonios, un lugar que ya no sentía como suyo, a pesar de que las circunstancias lo habían puesto en una posición de poder. Tras la derrota de su padre, Ren había sido designado como el nuevo gobernante, pero el peso de la corona y el trono de oscuridad no le traían la paz que imaginaba. Aunque ahora era el soberano de ese mundo, su corazón estaba lejos de allí, con Aria, y la idea de gobernar en el mismo lugar que su padre lo hacía sentir atrapado en un destino que no había elegido.
Ren se sentaba en el trono oscuro, su mirada fija en las llamas que ardían en las antorchas alrededor del salón principal. Los demonios lo miraban con respeto, pero también con una expectativa que lo asfixiaba. Sabía que ellos esperaban de él ser como su padre: implacable, dominante, pero ese no era Ren. No podía gobernar de esa manera.
Finalmente, después de días de reflexionar, tomó una decisión que cambiaría el curso de su vida. Convocó a su hermano, Seo Jun, a una reunión en el trono, sabiendo que este momento era inevitable.
Seo Jun llegó al gran salón, con una actitud más relajada que la habitual. Había cambiado desde la muerte de su padre, aunque aún conservaba su aire burlón. Sin embargo, cuando vio la expresión seria en el rostro de Ren, algo en él cambió también.
—¿Qué ocurre, hermano? —preguntó Seo Jun, al ver a Ren tan callado.
Ren se levantó del trono y caminó hacia su hermano, mirándolo con una mezcla de seriedad y afecto.
—He tomado una decisión —dijo Ren—. Este trono, este mundo... No es para mí. Nunca lo fue. Yo no soy nuestro padre, y no quiero serlo.
Seo Jun lo miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Aunque había admirado a su hermano, también había sido consciente de la carga que Ren siempre había llevado en silencio.
—Entonces, ¿qué harás? —preguntó Seo Jun—. No puedes simplemente abandonar el trono, Ren.
Ren respiró hondo y se volvió a mirar el oscuro trono detrás de él, una representación de todo lo que no quería ser.
—No lo estoy abandonando —respondió Ren—. Te lo estoy cediendo a ti, Seo Jun. Este mundo necesita a alguien que entienda a su gente, a los demonios, mejor de lo que yo jamás lo haré. Y ese alguien eres tú.
Seo Jun se quedó en silencio por unos instantes, sorprendido por las palabras de su hermano. Su relación había sido complicada, llena de rivalidades y diferencias, pero nunca pensó que Ren le confiaría algo tan grande.
—¿Estás... seguro? —preguntó Seo Jun, con una leve duda en su voz.
Ren asintió con firmeza.
—Sí, pero solo si aceptas una condición. Quiero que seas responsable, Seo Jun. Que gobiernes para el pueblo, no para ti mismo o para seguir el legado de nuestro padre. Tienes la oportunidad de ser alguien diferente. Sé tú mismo, no el reflejo de lo que otros quieren que seas.
Las palabras de Ren tocaron una fibra sensible en Seo Jun. Siempre había vivido bajo la sombra de su padre y su hermano mayor, pero ahora, Ren le estaba ofreciendo la oportunidad de ser el gobernante que él siempre quiso ser, con la libertad de no repetir los errores de su predecesor.
Después de un momento de reflexión, Seo Jun sonrió, pero esta vez sin la burla habitual en sus labios.
—Acepto —dijo con sinceridad—. No te defraudaré, Ren. Haré las cosas a mi manera, pero seré justo. Puedes confiar en mí.
Ren, aliviado por la decisión de su hermano, le dio un último vistazo al trono antes de asentir.
—Lo sé. Este es tu momento, Seo Jun.
El nombramiento oficial de Seo Jun como nuevo gobernante del mundo de los demonios se realizó en una ceremonia sencilla, pero cargada de significado. Los demonios presentes aceptaron a su nuevo líder con respeto, sabiendo que el poder ahora pasaba a manos de un heredero que, aunque joven, tenía la ambición y el carácter necesario para guiar a su pueblo.
Ren, por su parte, observó todo desde una distancia prudente. El alivio que sentía al pasar la responsabilidad a su hermano era evidente, pero había otra sensación que lo llenaba de esperanza: la libertad. Ahora que ya no estaba atado a ese trono, podía ser libre para regresar al mundo humano, donde realmente pertenecía, junto a Aria.
Cuando el nombramiento terminó, Ren se acercó a Seo Jun, que ahora lucía más confiado que nunca.
—Hermano —dijo Ren, extendiendo la mano—, haz lo mejor para este mundo.
Seo Jun estrechó su mano y le dio una palmada en la espalda.
—Lo haré. Ahora ve a donde realmente quieres estar.
Ren sonrió, agradecido por la comprensión de su hermano. Sin decir una palabra más, se giró y dejó atrás el trono oscuro y el mundo de los demonios. Su destino estaba en el mundo humano, donde Aria lo esperaba.
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¿De quien me enamore?
FantasyEn un mundo donde ángeles, demonios y humanos comparten el poder, cada uno con su propio reino y normas, Aria vive una vida aparentemente normal en la ciudad humana. Su padre es el abogado más influyente de la región, un hombre admirado por todos, p...