Phantom Act I

Bittersweet

"Todos aquí son adictos la dulzura. La ignorancia es una bendición pero duele cuando pasa. Agridulce, maldita sea, adiós, adiós."

11 pm hora tailandesa

¿Hasta cuándo más vas a seguirle viendo la cara y haciéndole creer una vida que no es cierta, ah?, ¿crees que estar metido en tu estúpido plan no me afecta a mí también?, le estamos jodiendo la vida a tus hermanos, a mi novia, a mi mejor amigo..

Cierra la boca, deja de decir estupideces, ¿tan pronto les tomaste cariño a esos bastardos?, mírate, tan frágil por un par de gemelos que solo estorban en nuestro plan, ¿desde cuando tus sentimientos se apoderan y te controlan?, deja de decir cursilerías que empiezo a creer que te estás volviendo débil y voy a tener que asesinarte a ti también porque me inicias a agotar la paciencia, L.

Deja de llamarme así, maldita sea, deja de llamarme por ese estúpido nombre, ¿cuántas veces tengo que recordarte que yo no soy L?

No sirve de nada, tienes la misma puta cara que el, así que mientras tú sigas en deuda conmigo, tú haces lo que yo diga, si yo te digo que hagas algo, lo haces, si te pido que mires algo, lo miras, si te digo que te calles, lo haces y si ellos te piden ayuda, tú los ignoras o yo los mato!

LARXËNE!!

Lo siento, Dixten, perdóname, te juro que no sé qué me pasó, fue como si mi cuerpo estuviera muerto pero mi alma aun sintiera. –Se acomodó en el borde de su cama, limpiando sus lágrimas al agachar su rostro.–

Larx, yo tampoco me siento bien, siento como todo el mundo sigue girando pero nosotros seguimos estancados en ese día, todo sigue normal para el resto del mundo, pero a nosotros el mundo se nos cae a pedazos.. –No pudo soportarlo y soltó las abrumantes lágrimas que amenazaban con salir desde que escucho a su hermana gritar pidiendo ayuda.–

Dixten, ¿y si nos vamos a china como papás lo propusieron?, creo que eso nos haría bien no cr–

Toc, toc

Larx, es tarde ya, el está aquí. –Se incorporó, yendo a abrir la puerta de la habitación dejando ver al taiwanés quien sonreía al mirar a su hermana.–

Cuánto tiempo, Larxy, he estado ansioso por verlos, por verte a ti, al fin estamos juntos de nuevo y créeme que nadie podrá hacer algo para separarnos. –Aseguró sentándose a su lado al acariciar suavemente su espalda.–

Liu Yangyang, los tres sabemos bien que alguien hará algo, que esto no siempre va ser así, alguien escuchará nuestros gritos pidiendo ayuda y entonces todo se acabará. –El menor estaba frustrado, limpiaba sus lágrimas completamente agitado.–

Dixten, ¿de verdad crees que algún ángel se atrevería a entrar al infierno para salvar a un pecador?, ni siquiera en los mejores sueños de jesucristo al ser crucificado paso, estamos solos en esto, ya deberían saberlo, ¿cuánto tiempo ha pasado y aún no ha pasado algo, uhm? –Se levantó yendo por una cajita con pañuelos limpiando las lágrimas de la chica que parecía estar ida pues solo miraba algún punto en el piso sin reaccionar.–

Dixten, el tiene razón, L siempre estará sin importar que tan rápido corramos, o que fuerte gritemos, el siempre va estar aquí.

7 am hora coreana

¿A dónde vas tan temprano un sábado?, no me digas que tanto ver anime ya te puso paranoico y hasta te hace ser productivo tan temprano, Jisungie, ya vete a medicar, verte tan temprano me asusta, tu siempre duermes hasta las 5 si te es posible, ni los 6 enanitos de cenicienta te despiertan. –Bufó antes de darle un sorbo a su café, mirando incrédulo al menor de sus hermanos antes de salir por la puerta.–