Prólogo

2.6K 127 13
                                    

Muchos creen que la Segunda Guerra Mundial fue la peor de todas, o también cuentan a las Cruzadas. Como sea, durante siglos desde el principio de su existencia, los humanos hemos tenido el mal hábito de querer superarnos a nosotros mismos, en todo y para todo. Lo único que hemos conseguido ha sido muerte y sufrimiento, somos una especie necia e ignorante, que decide encerrarse en su propio mundo, negando la entrada a otros de los nuestros. La guerra ha sido, lamentablemente, un "arte" que nació al mismo tiempo que nuestra especie, parece ser una tradición humana pelearnos entre nosotros desde el inicio de nuestros tiempos. Al principio por comida, luego por ver quién era mejor dirigiendo, luego por riqueza y territorios, llegamos a hacerlo por ideas y después por todo lo anterior.

Tenemos todo tipo de guerras, así es, somos tan propensos a ellas que hasta decidimos clasificarlas. Están las Guerras Civiles, cuando dos grupos dentro de una misma población lucha por el control. Guerra Santa, cuando cada bando pelea en nombre de su dios. Guerra Mundial, cuando la mayoría de los países en el mundo se ven involucrados. Con esas últimas, cuando llegó la Segunda Gran Guerra, todos creímos haber vivido ya el infierno, claro que nunca pesaron que este día llegaría.

Entonces apareció la Guerra Interplanetaria. ¿No la habías oído antes? Bueno, es cuando dos planetas, se enfrentan entre sí. ¿Sencillo, no? Entenderlo lo es, ganarla no. Cuando me alisté en el Ejercito quería servir a mi nación, nunca creí que terminaría luchando por la humanidad entera. Había pasado por tantos países, había visto desaparecer gobiernos y naciones, ya lo había visto todo y sin embargo, seguía asustándome cada vez que entraba al campo de batalla.

Estoy oculto en un edificio de concreto, rodeado de escombros. Con las luces relampagueantes entrando por el enorme orificio en la pared iluminándolo todo. También hay truenos, aunque estos nos las producen las nubes. Escucho horribles ecos metálicos, y claro, las metralletas. Podía escuchar cada bala saliendo del cañón del arma directo contra los enemigos. Había gritos de la gente, y crujidos del concreto de los edificios rompiéndose ante el impacto enemigo. Miré al cielo por la ventana, y solo vi fuego en vez de estrellas, cenizas en vez de nubes. Y esas horribles figuras en el cielo.

¡Pfff! ¿Platillos voladores? Eso me hacía reír, después de haberlo visto realmente todo. Los platillos voladores que había en televisión cuando era niño, de cuando mis padres me decían: "Oh, esa es de mis tiempos". Eran realmente ridículos, esos eran platillos voladores. Cuando esas bestias llegaron a la tierra lo hicieron en verdaderas naves espaciales. Y en una guerra, déjame decirte que son muy aterradoras. Yo estaba siendo evacuado en el helicóptero cuando a lo lejos vi aquel hermoso destello sobre Chicago...luego no volví a ver tan hermosa ciudad.

Tengo compañeros...o bueno, tenía; lo más probable es que ya estén muertos. Como fuese, estos compañeros contaban orgullosos haber sobrevivido a la caída de Atenas, la desaparición de el Cairo, cuando las luces de Tokyo se apagaron para siempre. No sonaba nada bonito. Miraba al cielo, a los destellos, pero no podía verle fin a esa guerra.

Sin embargo, al menos algo de esto había traído algo bueno a la Tierra. Nos habíamos unido. Por primera vez en la historia, los países enteros se sujetaron de las manos para luchar codo con codo contra nuestro enemigo. ¿Por qué se tiene que estar al borde del fin para que la gente decida unirse?

De golpe, las explosiones terminaron. Seguido de un agudo silbido a lo lejos, que se fue acercando y engrosando cada vez más hasta hundirse en el suelo destrozando el pavimento. Escuché las escotillas abrirse, y luego esos susurros. Los bombardeos habían terminado, ahora seguía mi turno. Cargué mi rifle, le recé a mi dios, me despedí de mi patria. Escuché los rifles de mis compañeros de nuevo, ahora con más fuerza y ánimos. Me puse encima el casco y salí a la calle por el agujero.

Las vi, a las siluetas. Eran realmente aterradoras. Mi mente apenas podía procesarlo. Tomé mi arma y disparé por la humanidad contra aquellas abominaciones. Disparé y peleé una última vez, con la esperanza de que por fin, algún día, aunque yo no estuviera ahí, esa guerra terminara. Parecía imposible, pero...bueno, parecía que había sido ayer y no hace alrededor de diez años cuando la tierra tuvo su primer "contacto oficial" con seres de otro mundo. En ese momento la noticia provocó revuelo en todo el mundo. Pero, ¿Quién diría que aquellos rumores de Buitenville hace quince años serían ciertos? Cuando por primera vez en la historia de la humanidad, un alienígena llego a la Tierra y esta vez, el gobierno no pudo ocultarlo.

us�z�PǠ�

El Monstruo de BuitenvilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora