Capítulo 10: PROVOCACIÓN

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Alessandro

Mentiría si dijera que esas palabras no me afectaron porque la verdad es que si lo hicieron y mucho. Es la primera vez que me enfrento a un rechazo tan crudo ya que en mi vida tuve necesidad de esforzarme por conseguir a una mujer, bastaba con una mirada o una sonrisa, pero claramente con Luana esos métodos básicos no funcionarían hoy ni nunca.

Esta mujer no es como cualquier otra, no es como Chiara, o como la inepta recepcionista de aquel hotel, o cualquier mujer que se me cruzaba en los clubes que frecuentaba, no, ella es diferente, y al no ser como las p*tas que me follé más me convenzo de que vale la pena conocerla, aunque me grite en la cara lo patético que soy para ella.

El poco avance con ella mientras cenamos se vino abajo y el culpable fue el hombre que rogaba por su perdón y una oportunidad para verla. Su llamada la afectó tanto al grado de querer tirarse del balcón y eso no pienso dejarlo pasar.

Me observo la mano con su celular desbloqueado, voy al registro de llamadas y pincho el número que deseo, uno, dos...

—¿Lua? ¿amor, que sucede? ¿Dónde y con quién estas? —reclama apenas contesta el malnacido.

—Eso a ti no te concierne—respondo y hay un momento de silencio.

—¿Dónde está Luana y porque tienes su celular? —rompe el silencio.

—Seré benevolente y responderé a tu pregunta—digo—ella está conmigo, para ser específico, ella está ahora mismo en mi habitación y eso sería suficiente para que te imagines el resto—lo provoco.

—No te creo, Lua no es así—grita y le creo, aunque eso no se lo hare saber—lo nuestro va más allá y aunque ahora no quiera responder a mis mensajes en cualquier momento se sentirá mejor y lo solucionaremos, de todos modos, algún día tendrá que volver a Chile y tú—hace una pausa y lo escucho reír del otro lado—tú solo quedarás como una aventura, el que pienso perdonar, así ella y yo estaremos a mano y podremos seguir adelante con el compromiso y casarnos—termina y ya tengo lo que necesitaba. Este hombre es tan idiota que me dio la respuesta que buscaba.

—Es una lástima porque ella no volverá—me burlo y pagaría por verle la cara al imbécil—ella se queda conmigo, te lo digo para que desistas de toda idea de buscarla, ahora si me permites debo colgar, es tarde y debo ir a la cama donde ella me espera—dicho esto pretendo colgar la llamada, pero lo que dice a continuación solo hace que mis ganas de eliminar su existencia incrementen.

—Eres tan arrogante, pero cuando menos lo esperes iré por mi prometida.

—¿Prometida? —me burlo.

—Si no fui por ella es porque quiero darle su espacio y tiempo, pero eso no significa que no he movido mis piezas.

—Tus míseras posibilidades desaparecieron desde el momento en que puse mis ojos en ella, yo que tú me busco a otra ya que Luana está y seguirá estando fuera de tu alcance —digo y procedo a colgar la llamada antes de darle oportunidad de continuar.

Estoy a punto de estrellar contra la pared el móvil, pero recapacito ya que si lo hago mi fierecilla solo me odiará más, pero eso no significa que no tomaré medidas. Ella ya no necesita mantener el mismo número, si se queda, cosa que corre por mi cuenta que así sea, debe tener un nuevo número y código.

Me recuesto en el living analizando todo lo sucedido esta noche, primero la llamada, segundo, el intento de suicidio de Luana y tercero, la breve conversación con el bastardo ese. Pasando la mano por el rostro suspiro pesado porque acabo de descubrir que ese bastardo y mi fierecilla iban a jodidamente casarse. Los celos me inundan por lo que me levanto y me dirijo a la habitación de donde no ha salido mi fiera platinada. Abro la puerta y no la veo en la cama, voy corriendo al baño y tampoco está ahí, mi preocupación me lleva al balcón, maldita sea no debí salir y dejarla en ese estado. La busco y la encuentro dormida a un lado del barandal, dios, no pienso y me acerco a ella para tomarla en brazos, tiene el cuerpo helado, la levanto y la llevo a la cama. Cierro el ventanal para luego acostarme al lado de Luana y abrazarla, pasan los minutos y poco a poco su temperatura va aumentando sintiéndose más cálida.

En el silencio de la habitación me pongo a pensar en lo bien que se siente estar así con ella, aunque me odie yo aprovecho de disfrutar darle calor aunque sea de esta forma, luego de unos minutos se mueve haciendo la misma mueca que la vi hacer cuando me metí a su cuarto de hotel, entendiendo que está teniendo un mal sueño le hablo bajito mientras le acaricio el pelo.

—Tranquila, es solo un mal sueño, shh shh—esta mujer despierta mi lado protector y quiero decapitar al hombre que la dejo en este estado. El muy infeliz se encuentra en otro continente y aun así consigue lastimarla.

Para mi sorpresa cuando Luana abre los ojos no me grita y nos quedamos mirando lo que parece una eternidad, esa cercanía sirve para que pueda apreciar detalles de su rostro como sus pestañas tupidas, una cantidad mínima de pecas, la nada misma, pero esos labios, joder, no lleva una pisca de maquillaje, pero tiene los labios rosa más tentadores que se me hace difícil no besarla y es en ese momento, en que ella se relame los labios que mi voluntad se derrumba y la tomo del mentón para besarla. No sé nada de ella, pero sin hacer absolutamente nada esta mujer me tiene a sus pies, ¿en qué momento pasó? No tengo idea, pero si algo tengo claro es que no la dejaré ir y mucho menos para que se reencuentre con ese bastardo.

A principio el beso es suave y tierno, pero la intensidad aumenta cuando paso mi otra mano por su cintura y la aprieto contra mi cuerpo, ella encaja perfectamente conmigo, como si estuviese hecha para mí. Disfruto recorriendo su boca con mi lengua memorizando cada detalle y su sabor, no quiero que este momento acabe, pero la magia desaparece cuando ella corta el beso para levantarse de la cama y salir huyendo al baño, no me da tiempo de alcanzarla cuando cierra la puerta con seguro impidiéndome entrar. La llamo desde el otro de la puerta, pero no responde. Resignado suspiro pesado y le hago saber que la dejaré sola.

—Fierecilla, dormiré en otra habitación para darte tu espacio, por favor no te quedes ahí encerrada y anda a la cama—digo resignado para abandonar la habitación.

Me dirijo al mini bar por un trago, necesito algo fuerte, joder, fue el mejor puto beso que tuve en mucho tiempo, tanto que sigo con la respiración agitada y mi amigo está más despierto que nunca, mierda.

Con vaso en mano me recuesto nuevamente en el mismo living con mi mente en cualquier sitio menos aquí conmigo, mientras observo la pantalla donde quedó reproduciendo la serie de mi fierecilla. Tomo el control remoto y lo apago —para que no se pierda el capítulo—digo en voz baja con una sonrisa.

Siento algo al lado y veo el celular de Luana que había dejado para no estrellarlo y el bichito de la curiosidad ataca por lo que procedo a revisar su contenido, quiero saber todo de ella, hasta el más insignificante dato.

Voy a su galería y veo muchas fotos y me deja sorprendido lo buenas que son, fotografías de paisajes, de sus viajes supongo, quedo fascinado porque estoy descubriendo lo buena fotógrafa que es, luego aparecen selfies de ella con una joven rubia que parece ser su amiga, una muy cercana porque tiene muchas fotos con ella y mi sonrisa desaparece al ver a un hombre —hasta que conozco tu maldita cara— digo mientras voy pasando y pasando las fotos. Tienen demasiadas fotos juntos ¿qué demonios acaso salían desde que eran recién nacidos? Los celos vuelven más fuertes cuando veo una foto de ambos donde él la abraza por detrás mientras ella enseña un anillo en su mano.

—¿De verdad ibas a casarte con él, fierecilla? —pregunto al silencio como si la misma fuese a responderme. Enfermo de celos lanzo el móvil al otro lado del sillón.

Me termino el vaso de wiski y voy a dormir a una de las habitaciones para visitas, aunque mi deseo es dormir abrazándola como hace un rato. Ni en mis más locos sueños habría imaginado ser tan débil frente a una mujer, pero lo hecho, hecho está y es cuando decido que quiero su corazón. Es la primera vez que siento algo así y no pienso dejar ir la oportunidad de hacerla mía, mi mujer, y si el destino lo permite, mi esposa. Díganme intenso porque si, Luana llevará mi apellido y no el de otro bastardo.

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