Capítulo 17: QUE ARDA TROYA

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Luana

Vamos camino a un evento benéfico, por lo que me explicó Alessandro se busca ayudar a las mujeres que fueron víctimas de abuso doméstico. También me dijo que el dinero irá para sus terapias y clases de capacitación laboral, ya que la mayoría no tiene un oficio, por dedicar sus vidas a sus parejas, malditos hombres.

Al pensar en esas mujeres abusadas recuerdo como fue la relación de mis padres. Ellos se amaban, se podía notar a kilómetros de distancia, y me amaban.

Dedicaron sus vidas a hacerme feliz hasta su último aliento. Los extraño tanto, que si los poderes sobrenaturales fuesen algo posible, definitivamente escogería poder retroceder el tiempo y le diría a mamá que no quiero un hermano, así como le diría a papá que se cuidara más y no saliera de casa.

Pero de nada sirve pensar en lo que pudo haber sido.

Alessandro me saca de mis pensamientos para avisar que hemos llegado, okey, esto no me lo esperaba.

—¿Una alfombra roja? ¿es enserio? —no puedo ocultar mi obvia ansiedad. No estoy acostumbrada a la multitud y mucho menos a los flashes de las cámaras, ósea vamos, soy yo quien suele estar detrás de la cámara y no delante.

—No te preocupes, es solo por fuera. —intenta tranquilizarme, pero yo no lo escucho, comienzo a temblar por los nervios y es cuando la mano de Alessandro toma la mía para darme calor y apoyo. —Seré tu pilar, no te dejaré caer. —ambos nos quedamos viendo y algo extraño empieza a pellizcarme, ¿Por qué esas palabras hicieron temblar mis murallas?

Me prometí a mí misma no involucrar mis sentimientos en lo que sea que tengamos, me doy cuenta que esto no está bien y suelto su mano con la excusa de abanicarme la cara con las manos.

—Entonces vamos. —digo armándome de valor.

Alessandro es quien baja primero del coche para ofrecerme su mano, no otra vez esa mano, sacudo mis pensamientos y la tomo. Una vez fuera y frente a todos los flashes es cuando agradezco el haberme maquillado como una maldita girl boss.

Rosy McMichaels gracias por los favores recibidos.

Comenzamos a avanzar tomados de la mano cuando nos atacan con preguntas mientras los flashes no cesan.

—Señor Morelli ¿Quién es la mujer que viene con usted esta noche? —me siento tan orgullosa de mí misma al lograr hacer la traducción en mi cabeza de las preguntas que hacen.

Preguntas viene y van tanto para Alessandro como para mí, en mi caso solo hacen preguntas banales como, de donde es mi vestido y ese tipo de cosas.

—¿Es verdad que la señorita Chiara Vanetto y usted están comprometidos? —Eh... te entendí clarito bastardo, y para colmo esa pregunta no fue para Aless, a propósito, me lo dijeron a mí, aunque sonara para él. Alessandro se da cuenta de ello por lo que detiene el paso para tomarme por la cintura y frente a las cámaras responder al imprudente que soltó la bomba.

—Entre la señorita Vanetto y yo no hay, y jamás hubo un trato más allá de lo cordial. —me mira un largo rato y ay señor, que no sea lo que estoy pensando, no te atrevas... —la mujer que ven aquí... —hace una pausa y las cámaras pasan a posarse en mí, que tortura por dios. —es la mujer de mi vida. —ok. Lo dijo, sí. Estoy acabada.

Los flashes están a punto de dejarme ciega cuando la cálida mano de Alessandro toma mi barbilla obligándome a mirarlo, los gritos de las personas alrededor aumentan, están eufóricos, les encanta el chisme, y es cuando me besa.

Suave y tierno.

Wow...

Cuando se separa apoya su frente a la mía y sonríe, sus ojos tienen un brillo que antes no tenía a pesar de tener las pupilas dilatadas. Sus bonitos ojos azules me parecen más hermosos que nunca.

¡Alto ahí corazón! Deja de latir como lo estás haciendo.

Pero es sordo y me ignora. No quiero, de verdad no quiero esto, no quiero enamorarme de ese hombre, no podría soportar otra traición, no habría viaje que sanara si caigo enamorada por Alessandro Morelli. Por alguna extraña razón parece que él nota mi pelea interna por lo que me guiña un ojo y tomándome nuevamente de la mano avanzamos dejando atrás laa bomba.

¡Y que arda Troya!

Estando dentro y a salvo de las eufóricas cámaras tomo un respiro. Eso de allá afuera fue intenso.

—¿Te encuentras bien? —ah, si claro, el causante de mis males. Se atrevió, el muy loco declaro delante de todos que soy su mujer.

—¿Qué porcentaje hay de probabilidades de que lo que acabas de gritar a los cuatro vientos sea noticia en cada rincón de este país? —sé que el apellido Morelli tiene mucho peso y que cualquier noticia sobre ellos estará colgada en minutos en las noticias.

—Ciento por ciento. —dice confiado.

—¿Por qué lo hiciste?

—¿Por qué no habría de?

—¡No me respondas con otra pregunta! —grito en un susurro. Alessandro suspira y me mira arqueando una ceja.

—Luana Rodríguez, me gustas y creo habértelo dejado más que claro en más de una ocasión. —si lo hiso, pero hay una diferencia entre decírmelo a mí y decírselo al mundo.

Estoy a punto de responder cuando una voz chillona se dirige a nosotros. Me volteo para ver quien tuvo la desgracia de nacer con esa voz y resulta ser la misma mujer de ayer.

¿Y ésta?

Alessandro decide dejarla hablando sola llevándome con él. Volteo para verla por última vez, ella me lanza la mirada más fría de todas y una media sonrisa.

¿Qué demonios?

Esa mujer es peligrosa me dice mi sexto sentido. Esto no es bueno y ya no me está gustando.


***

ANDO ONFIRE CON EL AVANCE  DE ESTA HISTORIA CHIQUIS! :) TENGO UN ATAQUE DE IDEAS Y ESTA HISTORIA SE PONDRÁ... UFF...

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