Alessandro
Han pasado 2 días desde que mande a Giuseppe que siguiera a esa fiera atrevida y por lo que averiguo se está hospedando en la villa schuler, lástima no está en uno de mis hoteles pues de ese modo sería pan comido acceder a su información y ahorrarnos la vigilancia que coloque por ella, y siento que ya fue suficiente espera, no puedo esperar a ver su rostro cuando la tenga delante de mío.
Ya son más de las diez de la noche y llamo a Giuseppe para saber dónde está la fiera porque ya es hora de volver a vernos.
—Señor—responde.
—¿Dónde está? —voy al grano.
—Señor...—¿acaso está dudando? —ella.
—¿Qué sucede? ¿Dónde está ella? —ladro.
—La estuve observando todo el día y ella se mantuvo en su habitación de hotel—responde—hasta que salió un poco más de las cinco de la tarde, está claro que fue a un salón de belleza por lo que me quedé fuera del recinto vigilando hasta que saliera, pero ella nunca salió.
—¡¿Qué?! —grito—¡¿Cómo que nunca salió?!
—Exactamente eso señor. Por lo que decidí volver hasta donde se hospeda, pero parece que ella nunca volvió o al menos es lo que noté al estar todas las luces de su habitación apagadas.
—¿Cómo pudiste perderle el rastro? —reclamo—Te ordené que la siguieras y ¿la pierdes?
—Perdón señor yo...—se queda callado un momento y le exijo que no se quede callado, pero vuelve a responder—ella volvió—dice y las ganas que tenía de arrancarle la cabeza por inepto es reemplazada por un relajo, ella apareció.
—Giuseppe, más te vale que no la vuelvas a perder o te despides de este mundo—amenazo—quédate donde estás—digo y cuelgo.
No pienso volver a arriesgar perderle el rastro por lo que el reencuentro se llevara a cabo apenas ella despierte, quiero ser lo primero que ella vea al despertar y ese gusto nadie me lo va a quitar.
Llego hasta donde Giuseppe se encuentra haciendo guardia, ya es muy tarde y no hay personas alrededor. Le pregunto en que habitación se encuentra y genial, se perfectamente que habitación es y cómo llegar a ella. Odio hacer esto, pero de vez en cuando no está mal hacer uso de mis encantos con mujeres como la que se encuentra de turno esta noche en recepción.
Llego hasta ella y con una sonrisa moja bragas lanzo una mirada triangular mientras la saludo.
—Buenas noches—digo y ya sé que ese truquito básico dio resultados porque la joven señorita se pone a tartamudear.
—Bu-buenas noche...—me relamo los labios mientras la sonrío—noches, perdón. ¿En qué lo ayudo?
—Pues resulta que mi hermana se vino a hospedar aquí porque tuvimos una fuerte pelea estos días y vine hasta aquí para poder hacer las paces con ella—miento y veo que mi sucio truco da resultados porque ella me observa con mucha atención e interés. —¿Me ayudarías a arreglar las cosas con ella? Solo que ella no sabe que vine hasta aquí porque de seguro rechazará mi visita si le dan aviso.
—¿Entonces que necesita para llegar a ella? —¡bingo! —Yo lo ayudo.
—¿De verdad me ayudarías? —digo mirándola a los ojos y acercándome un poco más desde el mostrador—Te estaría muy agradecido.
—Si solo dígame el nombre de su hermana y la encontraré por usted—dice, pero yo sé exactamente en qué habitación se hospeda a falta de su nombre.
—Ella se encuentra en la habitación 204—le respondo ya que no tengo idea de cómo se llama "mi hermana".
—Ah, sabía dónde estaría ella—responde sonriente—de acuerdo, la señorita Luana Rodríguez se encuentra ahora mismo en su habitación por lo que podrá hablar con ella—me entrega una copia de su llave y me la entrega sonriente.
—No te imaginas cuanto te agradezco—le sonrío—como agradecimiento ¿te parece ir por un café mañana? —miento ya que es obvio que eso no sucederá, pero necesito que esto salga perfecto además mañana "Luana Rodríguez" ya no estará hospedándose aquí.
—Oh, me encantaría—responde muy sonrojada mientras busca una hoja y anota su número para dármelo, lo recibo y lo guardo en mi bolsillo, no me interesa—soy Isabella.
—Gracias Isabella—le agradezco y voy por mi fiera. Si fuera mi hotel esta mujer ya estaría despedida por negligente, pero como ella no es mi problema me doy por bien servido.
Subo hasta y me encuentro frente a la puerta de la extranjera e introduzco lentamente la copia de la llave que Isabella tontamente me ofreció. Una vez dentro y a pasos lentos llego hasta donde ella se encuentra durmiendo y tapada hasta la punta de la cabeza, ¿Cómo respira?
—Dulces sueños fiera, porque mañana por la mañana estarás bajo mi merced.
Veo que se mueve, pero no se despierta, pero en ese pequeño movimiento observo un pedazo de cabeza ¿rubia? ¿platinada? ¿Qué demonios? ¿Qué se hiso en la puta cabeza?, sonrío en silencio mientras pienso en que tal vez aparte de fiera es una lunática. Con razón Giuseppe la perdió de vista, literal salió convertida en otra mujer de ese salón de belleza.
Me revuelvo el cabello y suelto un largo suspiro —ok esto se puede revertir, no es problema—vine por una mujer de cabello chocolate y encontré a una copia de Anya Taylor Joy. Me acerco para observar mejor su rostro y vaya, es hermosa, aquella vez en el restaurante no pude verla a detalle por el escándalo que me había montado, pero ahora que la tengo tan cerca puedo ver que tiene un rostro muy bonito, tiene unas largas pestañas, una nariz respingada y labios redondos muy tiernos. Me quedo mirándola como un psicópata hasta que empieza a hacer muecas, debe estar soñando algo desagradable pienso, me alejo un poco y veo que se le salen unas lágrimas, ¿Qué mierda? ¿Qué estará soñando como para llorar así? Y es ahí donde me digo a mí mismo que ella es una total extraña para mí, pero tengo toda la intención de conocer todo sobre ella, nunca jugué limpio y no lo haré ahora.
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INOLVIDABLE
RomansaLuana siempre pensó que estaba con el hombre perfecto, seis perfectos años con el amor de su vida y prometido. Hasta que una noche todo su mundo se viene abajo cuando lo encuentra siéndole infiel, herida decide dejar todo atrás y escapar al otro con...