Alessandro
Llevo todo el día en mi oficina, temprano dejé a mi sexy latina durmiendo desnuda en mi cama para venir a cerrar algunos contratos importantes para los hoteles que tenemos. Mentiría si dijera que no me costó dejarla y más aún cuando fue ella quien me despertó con la mamada más épica que me habían dado.
Esa mujer me vuelve loco, tiene mi cordura en sus manos.
Estoy sumergido en mis pensamientos cuando alguien entra sin tocar.
—¡¿Se puede saber qué demonios sucede contigo?! —es mi padre a quien no le importa hacerme una escena ahora mismo y que toda la empresa lo escuche.
—Buenos días —respondo con calma, aunque ya empiezo a imaginar el motivo de su atropello.
—¡¿Cómo te atreviste a hacerle tal humillación a la hija de uno de mis mas importantes socios?! ¡¿Acaso ya olvidaste la importancia de los Vanetto en nuestros negocios?! Si Lorenzo decide retirarse por el desplante que le hiciste a su hija atente a las consecuencias. —amenaza y aunque tenga razón mi ira hacia esa familia solo va en aumento, la hija mimada de Lorenzo vio la oportunidad de ponernos entre la espada y la pared sacando provecho de la posición de su padre como socio, pero el pretender obligarme a casarme con ella fue la gota que rebaso el vaso.
Ayer se apareció en mi edificio cuando iba llegando (como quedé con mi fierecilla) hasta que me la topé. La muy descarada tenía toda la intención de subir hasta mi penthouse con el código de acceso que oh sorpresa, mi madre se lo facilitó.
Todo porque tal parece que estuvo malgastando el dinero de papito en el mismo lugar donde mi chica estaba, Chiara pudo reconocer a Giuseppe y la muy enferma los siguió de vuelta hasta mi edificio. Sigo sin procesar en que ella iba a por todas para hacer o decir quien sabe a mi fierecilla, y por nada iba a permitirle ese desagradable momento a mi mujer, porque si, es mi mujer, mía, y si tengo que matar a Chiara para que no se le acerque con gusto lo haré y así su padre no tendrá con que chantajearnos.
—Y con desplante, ¿te refieres a su acoso de anoche?
—Dijo que rechazaste asistir con ella al evento de esta noche y Alessandro, espero, no, te exijo que la llames y te disculpes con ella. —já, ¿se volvió loco?, ¿acaso no le a quedado claro que tengo cero intenciones de relacionarme con ella? ¿Cuándo va a entender?
—Si viniste para esto pierdes tu tiempo, además llevaré a alguien conmigo. —al decirle eso ultimo me acribilla con la mirada, ya se lo que piensa, no te atrevas a llevar a una de tus putas.
—No te atrevas a llevar a una de tus putas Alessandro. —¡Bingo! Lo dije no, pero Luana no es una de mis putas, ella es especial y no permitiré que nadie intente hacerle daño.
—No te preocupes por eso, no llevaré a ninguna puta conmigo. —aseguro, y no estoy mintiendo. —y si eso era todo a lo que viniste... —le señalo la puerta ya que esta empresa pasó a mis manos y esta oficina ya no es suya.
Me lanza una última mirada de advertencia, pero cuando esta por cruzar la puerta le hago una última advertencia.
—Y que sea la última vez que madre intente ofrecer el acceso a mi casa a cualquiera. hago pausa en lo último. Estoy harto. Desde ahora mi familia esta vetada de mi casa.
—Ten mucho cuidado Alessandro. —no es la primera ni la última vez que me amenaza, toda mi vida fue igual por lo una vez más decido ignorarlo.
Vuelvo mis ojos a los documentos que tengo en mi escritorio cuando mi secretaria entra sin avisar ¿Qué acaso hoy todos olvidaron tocar la puerta?
—Señor, le traigo un café por si se encuentra estresado. —no me extraña su gesto ya que los gritos de mi padre se habrán escuchado hasta el otro continente. Me acerca la taza al escritorio, y viene a mi mente los extraños gestos de placer que cierta adicta suelta cuando huele el café y sin darme cuenta sonrío como un idiota enamorado recordando a su pareja mientras con mi dedo índice me froto el labio inferior. Mi secretaria se percata de mi reacción y lo malinterpreta ya que cambia totalmente su expresión de alguien servicial a alguien que claramente quiere coquetear.
—Por si el café no es suficiente... soy buena dando masajes. —se acerca insinuándose descaradamente, nunca le había prestado atención antes y no es porque me crea un santo, no lo soy y nunca lo fui, pero mi lema siempre fue "no cagues donde comes" y definitivamente no iba a follarme a mi secretaria.
No soy estúpido como para crear una situación innecesaria e incómoda en mi lugar de trabajo y la necesito fría y concentrada.
—Gracias por la idea, definitivamente necesito un masaje. —dicho esto ella se apresura hacia mi cuando retrocedo mi asiento y me levanto evadiéndola. Ella me mira confundida y yo agrego —iré a que mi mujer me de un masaje con final feliz, suelto con una sonrisa descarada.
Ella se queda parada al lado de mi escritorio congelada, no se esperó mi reacción.
Voy bajando por el ascensor pensando en todas las cosas pervertidas que le hare a mi fierecilla para luego darnos un baño juntos y alistarnos para la noche, si la noche. Solo espero que todo salga bien, al final de cuentas decidí que solo estaremos un momento y luego me la llevaré a otro sitio para aprovechar la noche juntos.
***
Llego a casa y me dirijo a la habitación ya que no encuentro a mi maratonera de series y tal como lo pensé ella se encuentra en acostada en la cama en una videollamada, supongo que es con su amiga Lucía. Nunca fui un chismoso, pero me gana la curiosidad de saber si habla de mi con su amiga. Me asomo un poco y escucho.
—¡Cállate! —ambas están riendo, lo escucho ya que tiene en altavoz.
—Pero Lu... —dice la voz proveniente desde el móvil, Lu, así es como la llama, era obvio que tendría un apodo, pero me agrada como suena. —con todo lo que me contaste es oobvio que el pobre esta que limpia el suelo que pisas, además, dices que esta guapo y te coge como los dioses... —y ahí está mi ego subiendo, le conto todo sobre nosotros sin omitir nada al parecer, ósea que significo algo para ella, siento como el corazón me late a mil por hora y solo quiero entrar para follarla como los dioses, es lo que ella dijo.
—Sii, pero ¿Quién me dijo que me agarrara un sexy italiano durante mi estadía?
—Esa fui yo. —asume su amiga lo que me lleva a pensar que ella me dio una oportunidad porque su amiga se lo sugirió, joder, quiero conocer a esa agradable mujer y agradecerle.
—¡Aha! Mira, Lu... —ah, entonces ¿ambas se llaman con el mismo apodo? Eso es raro, sacudo mis pensamientos y continúo escuchando. —como ya lo dije antes, no esta en mis planes enamorarme y mucho menos de una aventura, ambas sabemos que esto es pasajero, nosotros no tenemos futuro juntos, por favor, a cien kilómetros se nota que Alessandro no es alguien común de clase media como nosotras, no somos compatibles. —dice y algo en mi pecho se aprieta, ¿es eso lo que ella piensa? ¿Qué no somos compatibles? Pero si somos mas que compatibles, tenemos química y ni hablar del sexo, somos el uno para el otro. Pero eso no es lo que me perturba, sino el que me vea como una aventura, cuando le he declarado mis intenciones. La quiero, joder, la quiero y el saber que ella a mi no me quiere me hace sentir como un estúpido ¿Cómo querría a alguien que la rapto y la mantuvo encerrada? Ella me había advertido que no se enamoraría de mi cuando la traje hasta aquí.
Joder, soy patético.
Me alejo de la puerta, no quiero escuchar más y voy en busca de un trago.
Pasaron los minutos y Luana se sale de la habitación con destino a la sala, la observo desde el balcón de la misma, el sol de a poco se empieza a arrastrar y por eso mi presencia pasa desapercibida desde aquí.
La observo mientras se sienta en uno de los sillones, desde aquí veo su perfecto perfil, si, todo de ella es perfecto, hasta como se ve de perfil, cuando de repente coloca los codos en las rodillas sujetando su cabeza con ambas manos, pareciera que algo la atormenta y maldita sea, pero cuando se trata de ella soy ridículamente débil y no puedo controlar mis impulsos. Salgo de mi escondite y me dirijo hacia ella quien levanta la cabeza de golpe provocándole un mareo.
—¿Te mareaste? —pregunto sentándome al lado suyo.
—Si, no debí levantar así la cabeza. —dice con una sonrisa y mi pecho comienza a apretar nuevamente recordando parte de su conversación. —¿en qué momento llegaste?
—Ahora. —miento. —estaba estresado y no quise incomodarte. —y si, me dejo un tanto estresado, preocupado, desconsolado su conversación, pero no le diré que la estuve espiando como un psicópata mientras conversaba con su amiga.
Ella me mira fijamente buscando alguna señal de que este mintiendo, pero no lo encuentra. Tal vez ahora no tenga sentimientos por mí, pero yo nunca renuncio cuando quiero algo, y la quiero a ella, desesperadamente.
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INOLVIDABLE
RomanceLuana siempre pensó que estaba con el hombre perfecto, seis perfectos años con el amor de su vida y prometido. Hasta que una noche todo su mundo se viene abajo cuando lo encuentra siéndole infiel, herida decide dejar todo atrás y escapar al otro con...