Capítulo 2: ARREBATO

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Luana

Llego a la cafetería donde quedamos de vernos con mi amiga, cuando ingreso al local y la busco ya está esperando en una de las mesas al fondo. Avanzo hacia ella cuando se levanta y me abraza fuerte, ya lo sabe.

—Lu... —me dice mientras nos sentamos lado a lado.

—Supongo que ya te imaginas lo que sucedió— le digo y ella solo asiente mirándome a los ojos con pena.

—Pues tenías razón en tener ese mal presentimiento, aunque a principio creí que solo querías separarme de Chris, ¡lo sé! —me adelanto cuando me mira con una expresión de asco— ya sé que tu tipo ideal es Henry Cavill pero una comete errores y cometí el error de dudar de tu amistad por unos segundos lo admito.

—Amiga, perdóname, pero en primer lugar el ser la callada tiene sus ventajas, por ejemplo, me permite fijarme en detalles que el resto ignora y en segunda...—suspira— ¿En qué parte Christian tiene una pizca de semejanza con mi Henry papi Cavill?

Ambas reímos y llega el joven que toma nuestros pedidos, una vez listo se retira y continuamos.

—Lo vi en plena con la tal Ana en su departamento, ¿sabes? tenía planeado sorprenderlo para pasar juntos la noche y recibir su cumpleaños, pero la sorpresa me la dieron a mí. —escupo— llevé pizzas, bebidas, y el regalo que fuimos a buscar juntas—le digo.

—Te recomiendo que lo vendas, esas mierdas de tarjetas de video valen un ojo de la cara—me dice y tiene razón porque no entiendo mucho de informática, pero una vez lo escuché mencionar que quería comprarse una para el pc que usaba para jugar al warzone en sus días de descanso por lo que fui a averiguar y casi se me cae la mandíbula al suelo al ver los precios.

—Si ¿verdad? creo que lo ofreceré por internet, espero recuperar algo de mi salario por ello—digo y Lucía bufa.

—Pero bueno, al final... ¿hablaste con él? ¿fue a buscarte?, me sorprendió que me llamara, ¿desde cuándo tiene mi número de teléfono? — reclama— ¿Sabes lo que me dijo? — se ríe mientras habla— que fuera a verte y él estaría esperando frente al edificio para subir a mi coche y así poder entrar conmigo, debo admitir que me sorprendió su caradurez—termina.

—Entonces ¿te dijo lo que paso o solo llamó a pedir que lo auxiliaras? — pregunto.

—Le exigí que primero me dijera lo que pasó y me contó que cometió un error y necesitaba arreglar las cosas contigo—dice hasta que pone una sonrisa malévola—y cuando me conto lo que paso le corté la llamada y bloqueé su número, ¿Quién le dio el derecho a tener mi número y peor aún, llamarme?

—Eres un caso—rio con ella.

—Ya me conoces— responde.

Cuando llegan nuestros pedidos el joven que nos sirve me sonríe de manera coqueta e inocente antes de dejarnos, Lucía se da cuenta y me levanta las cejas.

—¿Qué les pasan a tus cejas? — le digo.

—Ay por favor, acabas de tener la prueba ante tus ojos que hombres que estén dispuestos a besarte los pies no faltan— dice, pero yo solo bufo mirando hacia la ventana—Y no te atrevas a decir que me imagino cosas.

—Tal vez tengas razón, pero lo que ahora necesito no es un clavo para sacar otro clavo, necesito cambiar de aires, no sé, empezar de cero—suspiro pesado—pensaba en renunciar al trabajo, primero que nada—digo y me mira con sorpresa y preocupación.

—¿Qué dices? ¿No es mejor meter una queja a Susana por acoso laboral? Por favor hay pruebas y testigos—dice indignada.

—Si lo sé, pero quiero dar vuelta la página y no se tal vez ir de gira por Europa, ya sabes que tengo los ahorros para la boda que obviamente ya no será y puedo usarlos si me da la gana, total están en mi cuenta, legalmente es mío.

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