6 [El enigma de Victoria]

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— No seas tan obvia, Ju. — Camila confesó, una sonrisa traviesa en sus labios.

— Está bien... Me gusta Victoria. — respondí, la vergüenza ardiendo en mis mejillas. No quería admitirlo, el miedo al rechazo me paralizaba.

— No tienes por qué sentirte mal, Juli. — me dijo, atrapando mi mentón con su mano y obligándome a mirarla. —Cuando una persona se enamora, nada más importa. Ni si es chica, chico, animal, una popo... — Nos reímos, la tensión del momento aliviándose por un instante. — Lo importante es que te guste. Y tengo una noticia para ti... Haré que Victoria sea tu novia. — declaró Camila con un brillo pícaro en sus ojos.

— Ay, no, Camí. Te lo conté, pero no se lo digas a ella. — supliqué. Camila ahora era amiga de Victoria, y por esa razón no quería que supiera de mis sentimientos. Temía que se lo contara, arruinando cualquier posibilidad de que ella sintiera lo mismo.

— Tranquila, no le diré nada. — me tranquilizó, acercándose a mí y envolviéndome en un cálido abrazo.

El aula era un hervidero de nervios. El tic-tac del reloj resonaba como un martillo en mi cabeza, mientras los lápices arañaban el papel, creando una sinfonía de ansiedad. El único sonido que no me torturaba era el de Victoria, sentada a dos filas de mí. Su cabello castaño oscuro se movía ligeramente con cada respiración, y sus dedos, cubiertos de tinta azul, apretaban el lápiz con fuerza. Se veía tan concentrada, tan hermosa en su lucha contra los números que me hacían temblar.

Odiaba las matemáticas, y más aún porque no había estudiado. Mi mente era un campo de batalla donde las ecuaciones se enfrentaban a mis miedos, y yo, impotente, solo podía mirar.

Mordí el lápiz, la madera fría contra mis dientes, y mis ojos se desviaron hacia ella. Su frente estaba ligeramente arrugada, y sus labios apretados, como si estuviera luchando contra un enemigo invisible. ¿Cómo podía ser tan hermosa incluso en medio del caos de un examen?

Victoria levantó la mirada y vió hacia atrás, sus ojos color azul se encontraron con los míos. Intenté disimular, pero era demasiado tarde. Ella había visto mi mirada.

"Mejor me concentro en el examen." me dije a mí misma, aunque sabía que era una batalla perdida. Quizás lo entregara en blanco, porque no sabía nada.

Los minutos se estiraron como chicle, cada uno un tormento. Logré completar algunos ejercicios, pero la mayoría quedaron en blanco, como mi mente. Entregué el trabajo y la profesora, con su mirada severa, me indicó que saliera del aula, un gesto que se repitió con cada alumno que terminaba el examen.

El aire fresco me golpeó la cara al salir del aula, un alivio después de la tensión del examen. Me senté en una banca de madera, la fría superficie se clavó en mis piernas, y observé la salida del salón. Victoria, con su cabello castaño, ondeando ligeramente, salió con una sonrisa.

— ¿Cómo te fue en el examen? — le pregunté, tratando de que mi voz no temblara.

— Bien. — respondió en automático, sus ojos estaban buscando algo más allá de mí. Su mirada se posó en la puerta del baño, y una sonrisa más amplia se dibujó en su rostro.

Ahí estaba ella, la pelirroja, la que me hacía sentir como una sombra. La chica que siempre se robaba las miradas de Victoria, la que me llenaba de un odio que no entendía. Victoria corrió hacia ella, sus risas llenando el aire, y mi corazón se encogió.

Me volví a sentar en la banca, la madera fría ahora se sentía como un espejo de mi desilusión. Esperé a Camila. No tardó mucho.

— ¿Cómo te fue? — me preguntó con su sonrisa característica, la que siempre me reconfortaba.

"Confusión De Amigas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora