En los vastos y serenos pasillos del clan Gojo, el sonido de los pasos de Miyako resonó suavemente mientras caminaba con un propósito, su rostro mostraba una calma cuidadosamente mantenida. Todavía se estaba acostumbrando al cuerpo de Aiko Gojo, que había sido elegida estratégicamente para su infiltración. A medida que se movía por el lugar, sus ojos observaban con atención los detalles de los alrededores, buscando cualquier cosa que pudiera ser útil para su misión.
Miyako dobló una esquina y se detuvo abruptamente cuando notó una figura familiar delante de ella. Satoru Gojo, el miembro más poderoso del clan, estaba parado allí, aparentemente esperando algo. Su expresión generalmente relajada se había endurecido, y su mano estaba presionada contra su frente como si tratara de suprimir algún dolor interno. Los Seis Ojos de Satoru brillaban débilmente bajo su venda de los ojos, una señal de que algo andaba mal.
Miyako sintió un ligero escalofrío al verlo. Era la primera vez que se encontraba con él desde que se hizo cargo del cuerpo de Aiko, y sabía que su misión dependía en gran medida de no levantar sospechas, especialmente ante alguien tan perceptivo como Satoru.
"Ah, Aiko-chan", dijo Satoru, su voz sonaba más tenue de lo habitual, como si estuviera lidiando con algo más que una mera molestia. "No esperaba verte aquí. Estás bien?"
Miyako inclinó ligeramente la cabeza con respeto, ocultando su sorpresa ante la pregunta. "Sí, Satoru-sama. Estaba revisando algunos registros. ¿Y tú? Estás bien?"
"Te he dicho que no me llames así", dijo, cruzando los brazos.
Miyako simplemente inclinó la cabeza como Aiko normalmente lo haría. "Pero tú eres el jefe del clan, sería irrespetuoso de mi parte no hacerlo."
Satoru simplemente cerró los ojos por un momento, su expresión cambió a una mueca de incomodidad. "He tenido un dolor de cabeza extraño por un tiempo ahora. Es como si los Seis Ojos estuvieran sobresaturados con información. Todo se siente más denso, más... confuso." Abrió los ojos, y su mirada se asentó directamente en Miyako, como si tratara de discernir algo fuera de su alcance.
El corazón de Miyako corrió, pero ella mantuvo la calma. Sabía que los Seis Ojos de Satoru eran formidables, pero también confiaba en su propia capacidad para manejar la situación. "Quizás sea agotamiento, Satoru-sama. Has estado bajo mucho estrés últimamente, y eso podría afectar tu técnica."
Satoru dejó escapar un suspiro, asintiendo ligeramente. "Tal vez tengas razón. Debería descansar, pero hay demasiado que atender." Su mirada cambió como si estuviera recordando algo importante, pero el dolor se intensificó de nuevo, obligándolo a presionar su mano contra su frente una vez más.
Miyako aprovechó el momento para acercarse un poco más, fingiendo preocupación. "Si quieres, podría ayudar con algunas de tus responsabilidades. Después de todo, soy parte del clan y estoy aquí para servir."
Satoru la miró de nuevo, esta vez con una expresión más suave, aunque todavía teñida de sospecha. "Aprecio la oferta, Aiko-chan. Pero hay cosas que solo yo puedo hacer. Aún así, ten cuidado. Algo... extraño está sucediendo, y no puedo poner mi dedo en lo que es."
Miyako asintió, ocultando su alivio. "Entiendo, Satoru-sama. Si necesita algo, no dude en llamarme." Ella se preparó para continuar su camino, pero Satoru la detuvo una vez más, su voz más suave pero aún sondeando.
¿"Has notado algo inusual últimamente? Cualquier cosa fuera de lo común en el clan?"
El tono de su pregunta era bastante casual, pero Miyako sabía que había más detrás de esas palabras. "No, nada que se destaque", respondió con una sonrisa controlada. "Pero vigilaré cualquier cosa inusual."
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Jujutsu Kaisen: Renacimiento
Fiksi PenggemarEn un campo de batalla devastado en la era Heian, Ryomen Sukuna, el Rey de las Maldiciones, libra una batalla final contra los últimos hechiceros restantes de su tiempo. A pesar de su poder abrumador, Sukuna está gravemente herido y se da cuenta de...