Lucía se encuentra en su habitación, desnuda, camino al baño. Su piel aún húmeda del sudor de la tarde, los mechones de su cabello pegados a su cuello. Se detiene frente al espejo por un momento, observando el reflejo. La mirada vacía, como si buscara algo que sabe que no encontrará. Suspira, la exhalación larga, cargada de un cansancio más allá de lo físico.
Entonces, la puerta se abre de golpe.
Alejandro entra sin avisar, sin llamar. Como siempre. Como si ya todo le perteneciera. Lucía ni siquiera se molesta en cubrirse. Él la ha visto desnuda tantas veces que la vergüenza dejó de ser un problema hace mucho tiempo. Se limita a girar lentamente, apoyándose contra el marco de la puerta del baño.
—¿Qué quieres ahora? —pregunta, su tono seco, agotado.
Alejandro la observa, sus ojos recorriendo su cuerpo como si fuera algo que ya hubiera reclamado para sí. El aire entre ellos se vuelve denso, cargado de esa tensión que siempre parece seguirlos, como una sombra imposible de ignorar. Él se acerca, una sonrisa burlona en sus labios.
—Tenemos tiempo —dice, su voz baja, oscura, como si estuviera proponiendo algo inevitable.
Lucía frunce el ceño, su cuerpo cansado, cada músculo pidiendo descanso, pero Alejandro no parece notar su agotamiento. O tal vez simplemente no le importa. Ella lo conoce lo suficiente para saber que, cuando él decide algo, es difícil detenerlo.
—Estoy cansada —murmura, apretando los puños a los lados de su cuerpo. Los hombros caídos, la respiración lenta, como si quisiera conservar la poca energía que le queda.
Pero Alejandro no la escucha. Nunca lo hace.
En un movimiento rápido, la toma de la cintura y la levanta como si no pesara nada. Antes de que Lucía pueda protestar, siente el frío del lavamanos contra su piel desnuda, su espalda se arquea involuntariamente al contacto. Un jadeo escapa de sus labios, pero no es de placer, sino de sorpresa.
—Alejandro... —intenta hablar, su voz ahogada por el impacto. Pero las palabras se desvanecen en el aire cuando él se arrodilla frente a ella, sus manos firmes en sus muslos, separándolos con una facilidad que hace que la sangre le hierva en las venas.
Él no dice nada. No es necesario hacerlo. Sus manos son suaves al principio, recorriendo sus piernas con una delicadeza que contradice la urgencia de sus movimientos. Los dedos se deslizan por su piel, marcando cada centímetro como si fuera suyo.
Lucía abre la boca para protestar de nuevo, pero antes de que pueda formar una palabra, el aliento caliente de Alejandro rosa su entrepierna. Su cuerpo reacciona antes que su mente, un espasmo involuntario que la hace arquear la espalda de nueva, los dedos de sus pies crujientes sobre el mármol frío.
—Alejandro... —susurra, esta vez más débil, como si la fuerza se le escapara con cada caricia de sus labios.
Él la ignora por completo, inclinándose hacia ella, su boca encuentra su centro con una precisión que sólo él conoce. Lucía cierra los ojos, la cabeza cae hacia atrás, golpeando ligeramente el espejo, pero no siente el dolor. Todo lo que siente es el calor de su lengua, la presión de sus labios. El cuerpo de Lucía se tensa, su respiración se vuelve irregular, y sus manos buscan algo a lo que aferrarse, cualquier cosa para anclarse a la realidad.
Sus dedos se cierran alrededor de los bordes del lavamanos, los nudillos blancos por la presión. El cansancio que sintió hace solo un momento se desvanece, reemplazado por un fuego que crece desde lo más profundo de su ser, envolviéndola. Sus músculos tiemblan, su pecho sube y baja con una rapidez que le duele, el calor sube por su columna, quemando cada rincón de su cuerpo.
Alejandro sigue sin detenerse, sin dar tregua, y Lucía siente que el control se le escapa entre los dedos. Lo odia por ello. Lo odia por cómo siempre sabe cómo derribar sus defensas, cómo siempre la lleva al borde de algo que no puede controlar. La cabeza le da vueltas, el placer y el agotamiento luchando por el control de su cuerpo.
Sus labios se entreabren, un gemido ahogado se escapa, y no puede evitarlo. No puede detener lo que él provoca.
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MI PADRASTRO | RELATOS EROTICOS +21
RandomNO DENUNCIAR "Sumérgete en una historia donde cada encuentro es una explosión de placer puro. Aquí, los cuerpos se buscan con una necesidad que quema, y cada página es una fantasía desbordante de deseo. No hay espacio para lo sutil, solo para la pas...