Capitulo 19.

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— Mónica —
El encendedor.

Salí de la casa con el corazón acelerado y la respiración entrecortada. No podía creer que había llegado a este punto, pero no podía soportar un segundo más bajo el mismo techo que Donovan. Con una maleta en mano y la determinación en mi mirada, me dirigí a mi antigua casa, bueno a mi única casa en realidad.

Al llegar, el panorama era desolador. Las llamas habían dejado su huella, y lo que una vez fue mi hogar ahora era un esqueleto carbonizado. Las paredes ennegrecidas y el techo parcialmente derrumbado daban testimonio del reciente incendio.

A pesar del desastre, sentí una extraña sensación de alivio. Prefería enfrentar la devastación de mi antigua casa que seguir soportando la presencia de Donovan.

Entré con cuidado, esquivando escombros y restos quemados. El olor a humo aún impregnaba el aire, pero no me dejé intimidar. Encontré un rincón relativamente intacto y me senté, dejando caer la maleta a mi lado. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, pero no eran solo de tristeza; también eran de liberación.

Mientras miraba alrededor, recordé los momentos felices que había vivido allí. Decidí que, a pesar de todo, reconstruiría mi vida desde ese lugar. No sabía cómo, pero estaba decidida a empezar de nuevo, lejos de la toxicidad de Donovan.

Pensé en mis hermanas y en cómo había intentado convencerlas de alejarse de los Bennett. Pero sabía que no lo conseguiría a menos que les diera pruebas suficientes de la verdadera naturaleza de esa familia. Suspiré, resignada. Ya no intentaría convencerlas. Era una batalla perdida, al menos por ahora.

"Ellas tienen que ver por sí mismas lo que yo ya sé," me dije en voz baja. "No puedo seguir desgastándome en algo que no va a cambiar."

Me levanté y comencé a explorar la casa, buscando cualquier cosa que pudiera ser útil. Encontré algunas mantas y las sacudí, tratando de quitarles el olor a humo. Mientras lo hacía, mi mente seguía trabajando. Necesitaba un plan, algo que me permitiera reunir las pruebas necesarias para abrirles los ojos a mis hermanas.

"Voy a demostrarles quiénes son realmente los Bennett," murmuré con determinación. "Pero primero, necesito reconstruir mi vida y encontrar un lugar seguro donde empezar."

Con esa resolución, me dispuse a limpiar el rincón donde me había sentado. Sería mi refugio temporal mientras planeaba lo que iba a hacer con mi vida.

Con determinación, cubrí la puerta de la casa, que los bomberos habían tumbado al entrar, con cajas de cartón. No era la solución más elegante, pero al menos me daría un poco de privacidad. Mientras seguía limpiando, mi mente no dejaba de pensar en cómo reunir las pruebas necesarias para abrirles los ojos an mis hermanas sobre los Bennett.

El tiempo pasó y, mientras barría los restos de escombros, escuché un ruido en la entrada improvisada. Me giré rápidamente y vi a Félix, con una expresión preocupada en su rostro.

—Mónica, ¿estás bien? —preguntó, entrando con cautela.

—Félix, ¿qué haces aquí? —respondí, sorprendida pero aliviada de ver una cara amiga.

—Fui a preguntar por ti a casa de los Bennett.

Donovan me dijo que te vio venir para acá. Me preocupé y vine a buscarte.

Suspiré, sintiendo una mezcla de gratitud y cansancio.

—Estoy bien, Félix. Solo necesitaba alejarme de todo eso. No podía soportar un segundo más en esa casa.
Félix asintió, entendiendo sin necesidad de más explicaciones.

Sombra de lágrimas [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora