Capitulo 28.

2.5K 177 117
                                    

—Monica—
Tal vez en otra vida.

El ruido de la puerta de la habitación abriéndose me despierta de pronto.

Siento que no me he dormido absolutamente nada, literal me quedé dormida al amanecer y no sé con exactitud que hora es pero seguro que he dormido como dos horas nada más.

—Pase —digo a la persona que toca la puerta para que abra.

La cara de Mia se asoma y me dedica una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Que estás tramando? —le pregunto— ¿También te has comprometido?

—No claro que no —me responde entre risas—. Te tengo una sorpresa que seguro te hará feliz.

—Sabes que no me gustan las sorpresa.

—Esta te va a encantar...—asegura ella.

Mia termina de abrir la puerta de un empujón dejando a la vista su sorpresa.

Sonrisa carismática, cabello revuelto, ojos grandes y expresivos, y un ramo de flores en sus manos.

—¡Marco!— salgo disparada de la cama para ir a abrazarlo.

—Los dejaré solos— informa mi hermana antes de irse.

—Oyee ¿tanto me has extrañado?

—Demasiado— admito separándome de él—Esto ha sido un infierno.

—Si, creo que tienes mucho que contarme, ¿cierto?

Suspiré. Recordando que no le había comentado a Marco nada de lo estaba pasando, no había tenido tiempo ni de decirle que ahora vivía aquí.

Creo que se va a enojar.

—Siéntate en la cama, iré a lavarme los dientes y vuelvo de inmediato para que hablemos largo y tendido.

—Esta bien —aceptó sin objeciones.

Marco se acercó a mí, depositando un sutil beso en mi frente.

—Vuelvo enseguida —dije al salir de la habitación y cerrando la puerta detrás de mi.

Mi cuarto no tenía baño así que me tocaba ir a uno de los baños del pasillo.

—Patéticos —escuché que decían detrás de mi.

Donovan.

—¿Qué es tan patético, según tú, Doni?

—No es qué, sino quien. Tú y tu novio son la pareja más patética que he visto nunca. Ni siquiera están enamorados, están juntos por costumbre y nada más.

—Costumbre... —bufé con fastidio—costumbre la que tienes tú de estar metiéndote en mi vida ¿Por qué simplemente no te esfumas?

—Esta es mi casa, ¿lo recuerdas no?

—Si si como sea —me doy la vuelta para entrar al baño y perderlo de vista.

Luego de cepillar mis dientes y arreglarme un poco, al menos para intentar quitarme las cara de recién levantada que negó, regresé a mi habitación.

—¿Ahora si dejarás que te entregue tu regalo?

—¿Desde cuando me das flores? —le pregunto con sospecha, al tiempo que él me entrega el ramo de rosas rojas.

—Desde que pasan semanas sin que pueda verte.

—Podrías visitarme más seguido o yo podría ir a visitarte a ti.

Él no dijo nada, solo me miró, quieto, detallando cada centímetro de mi rostro, como si nunca me hubiera visto antes.

—¿Que pasa? —le pregunté extrañada.

Sombra de lágrimas [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora