El coche se detuvo frente a la entrada del hospital, y Jesús bajó apresurado para ayudar a Claudia a salir. A pesar del miedo que ambos sentían, trataban de mantener la calma. Claudia se apoyó en su brazo, caminando lentamente mientras sentía su vientre tenso. El bebé se seguía moviendo, y esa pequeña señal la mantenía anclada, dándole la certeza de que todo estaría bien.
El personal del hospital los recibió de inmediato, y en cuestión de minutos, Claudia fue llevada a una sala de observación. A pesar del ritmo acelerado en el que todo sucedía, se sentía extrañamente tranquila. Sabía que estaban en el lugar correcto y que, pase lo que pase, estaban en manos expertas.
Jesús se mantuvo a su lado, sosteniéndole la mano mientras un médico la revisaba cuidadosamente. Claudia observaba cómo él la miraba con preocupación, con los labios apretados, pero no decía nada. Solo la acompañaba, como siempre lo hacía, con una presencia tranquila y firme.
Después de algunos minutos de tensión y exámenes, el médico finalmente les sonrió con un aire más relajado.
—Parece que todo está bien con el bebé —dijo, volviendo a mirar la pantalla de la ecografía—. Lo que experimentaste fue una falsa alarma, algo común en esta etapa del embarazo. A veces, los músculos del útero pueden contraerse de manera más intensa, pero no hay señales de que haya riesgo de parto prematuro.
Claudia dejó escapar un suspiro profundo, aliviada. Se miró el vientre mientras el médico continuaba explicando, sintiendo el movimiento tranquilo del bebé.
—Sin embargo, esto es una advertencia —añadió el doctor con tono serio—. Tu cuerpo te está pidiendo que bajes el ritmo. Ya estás en la recta final, y el estrés o el exceso de actividad pueden llevar a complicaciones. Necesitas reposo, Claudia. Debes estar en descanso el tiempo que quede del embarazo.
Claudia asintió, aunque su mente aún procesaba lo que eso significaba. ¿Reposo? Sabía que su trabajo era demandante y que siempre había estado activa, incluso en su embarazo, pero ahora debía priorizar su salud y la del bebé. Los siguientes dos meses serían diferentes a lo que había imaginado.
Jesús, que había permanecido en silencio, habló suavemente:
—Haremos lo que sea necesario, Claudia. Si tienes que descansar, eso es lo que haremos.
Claudia lo miró, encontrando consuelo en sus palabras. Jesús estaba dispuesto a apoyarla, sin importar las circunstancias. Pero para ella, la idea de dejar de trabajar y estar inmóvil por tanto tiempo era más difícil de aceptar. Su carrera siempre había sido una parte importante de su vida, y ahora tendría que aprender a soltar, al menos temporalmente.
Después de unas horas más en observación, y con las indicaciones claras de reposo, el médico los dejó ir a casa. La salida del hospital fue más tranquila que la llegada. Jesús la ayudó a subir al coche, y el trayecto de vuelta estuvo lleno de un silencio reflexivo. Claudia miraba por la ventana, sintiendo una mezcla de alivio y frustración. Estaba agradecida de que el bebé estuviera bien, pero también inquieta por lo que significaba este cambio.
Cuando llegaron a casa, Jesús la ayudó a acomodarse en el sofá de la sala, llenándolo de almohadas para que estuviera lo más cómoda posible. Él se movía con una mezcla de eficiencia y ternura, queriendo asegurarse de que todo estuviera perfecto para que ella no tuviera que preocuparse por nada.
—Aquí estarás bien —dijo Jesús, sonriendo con suavidad mientras le acercaba una manta—. Voy a estar pendiente de todo. No tienes que preocuparte por nada más que por descansar.
Claudia lo observó, agradecida, pero no pudo evitar sentir una pequeña punzada de frustración.
—No me gusta la idea de quedarme quieta todo el tiempo —admitió, pasándose una mano por el vientre—. Pero sé que es lo mejor para el bebé.
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Caminos Paralelos: El Amor y la Búsqueda de Claudia y Jesús
De TodoClaudia Sheinbaum y Jesús María Tarriba, dos estudiantes de física que se conocen en la Facultad de Ciencias de la UNAM en la década de los 70. A lo largo de un año y medio, su relación florece mientras comparten su pasión por la ciencia y sus sueño...