18. Nada es lo que parece

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- Es que tendríamos que irnos las dos de aquí Selena, la abuela Matilde no es buena, a mamita la trataba muy mal, la hacía llorar siempre y veo que contigo está haciendo lo mismo.

- No me hables de tu madre como si fuera la mía, mi mamá es Matilde, ella no es mala, su carácter es fuerte y ahora que estás tu aquí se puso peor.

- ¿Qué dices? Eres mi hermana. Ella es nuestra abuela.

- Lo sé, pero a mi Elena me abandonó cuando se fue contigo y ya desde mucho antes no me quería.

- Si, siempre te quiso, pasa que la abuela te quería solamente para ella y mamá se fue por eso, me dijo que intentó hacer lo mismo conmigo, pero siempre lloraba por no haberte podido traer con nosotras.

- Estás inventando todo eso, no te puedes acordar de algo que pasó cuando tú eras muy pequeña. - Le dice Selena casi al borde de un llanto.

- De verdad te juro que me acuerdo de todo, fue uno de los momentos más feos que viví.

- Y si es así ¿por qué estabas con otra familia cuando te encontramos? ¿Dónde está ella? ¿También te abandonó?

- Mamá poco a poco fue quedando sin fuerzas apenas nos fuimos de tu casa y desde entonces está en el cielo.

Selena no se esperaba tal cosa, nunca pensó en que su madre pudiera estar muerta, todos esos años Matilde le decía que se comunicaba con Elena de vez en cuando pero que ésta no quería hablar con ella.

Las dos hablaron un montón de cosas y decidieron que lo mejor era salir de ahí y por lo pronto pedir ayuda.

Se encontraban en una casa rodante, en la cual Matilde y Selena solían trasladarse a las ciudades cercanas con el carro de algodón de azúcar enganchado.

A lo que Delfina era más pequeña, con ayuda de Selena logró salir por la claraboya del baño para luego pedir ayuda a un hombre que justo pasaba, le contó que estaban encerradas, éste la ayudó a bajar del techo y con un alambre abrió la puerta para que la adolescente saliera, le dieron las gracias y salieron rumbo ciego hacia alguna parte buscando un auto que las alcance.

Tuvieron suerte que una familia pasaba por ahí y les dijeron que iban a la cafetería "sweet" que ahí estaban sus padres.

Cuando llegaron, el local estaba cerrado, pero Delfina insistió al hombre que igual frenara porque su casa era la de al lado.

Delfina les pidió la dirección de donde las habían recogido para saber en donde se encontraba su abuela con exactitud.

Dando las gracias se bajaron y corrieron a tocar la puerta, Selena por su altura tocó el timbre, la puerta se abrió y la emoción y felicidad de ambos era notable a la vista.

Selena se dio cuenta el amor que le tenían esas personas a su hermana, el que ella nunca recibió por parte de su madre ni de su abuela, que más allá de todo nunca la abrazó ni le habló con ternura.

Diego llamó a la policía informando que su hija había aparecido y les dió la dirección que Delfina le dijo para ubicar la casa rodante.

- Dijo que se iban a apurar lo más pronto posible antes de que se haya dado cuenta que Delfi no está y se vaya de ahí.

Cerraron todas las puertas y ventanas por precaución, cuando lograron relajarse un poco ahora que tenían nuevamente a su hija consigo, absolutamente todas las miradas se fijaron en los ojos de la adolescente que estaba parada ahí en medio sin saber que hacer ni que decir.

Delfina les dijo a todos que no la miren así que gracias a Selena podía estar ahí en su casa porque su hermana la liberó pudiendo haber quedado encerrada ella sola ahí.

- Por favor Selena necesito que nos digas todo lo que sabes.- Le suplica Brennan.

- Bueno mi mam.. es decir mi abuela, no creo que sepa que ustedes viven aquí, así que pueden estar tranquilos de eso supongo.

Les cuenta que de la nada Matilde comenzó a salir seguido un par de días, dejándola a ella sola trabajando en el carrito, no le decía a donde iba, llegaba muy tarde, hasta que un día decidió que iban a probar suerte en la gran ciudad.

En el parque de diversiones no las querían tomar con el carrito porque había ya uno con algodón de azúcar y de un día para otro las llamaron diciendo que tenían lugar disponible.

Al cabo de unos días estaban trabajando en eventos infantiles, a ellas no les gustaba el trabajo porque había que disfrazarse y bailar pero su abuela insistía en que tenían que hacerlo un par de semanas más y luego ya lo dejarían, pero ella no sabía por qué tal necedad.

- Era el plan desde un principio, sabía que se acercaba el cumpleaños de Delfina y probablemente contrataríamos el servicio. - dice Brennan atando cabos conforme va explicando la hermana de su hija.

- Cuando oímos de casualidad que la cumpleañera era Delfina Cooper nunca pensé en que se trataría de mi hermana porque su apellido siempre había sido Clark como el mío, me di cuenta cuando la vi en pleno número de baile.

- Por eso te perdiste en la coreografía.. - le dice Nadia, Pablo la fulmina con la mirada por interrumpirla con tal comentario innecesario y ésta lo ignora.

- Sí, pero más que nada porque mi mam..digo mi abuela, seguía bailando sabiendo que era mi hermana la que estaba en el centro y siguío actuando como si ella ya supiera y no me lo había comentado antes.

Diego le ofrece una silla con un vaso con agua al notar que se le ponía la voz ronca de la angustia, ella bebe, intenta calmarse y prosigue.

- En el receso que tuvimos mientras los niños estaban en la piñata, entramos al baño en donde discutimos, le dije que la deje en paz, que Delfi se veía feliz, pero ella estaba obsecionada con que tenía que estar con nosotras por ser de nuestra misma sangre, luego que entró alguien más al baño nos fuimos, entonces a la pasada le tapó la boca escondiéndola en la tela extra del vestido, salimos de la cafetería, yo me enojé porque a partir de ese momento me empezó a tratar peor y me encerró con Delfina.

En eso suena el teléfono de Diego, era la policía, por la cara que puso no eran buenas noticias, todos empezaron a temblar de miedo.














Vencer lo turbioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora