Realmente no tengo la más mínimas ganas de salir de la casa. Ver a Fátima llorar a mares me tiene con el corazón partido, pero no hay de otra que salir a lo desconocido confiada en lo único que tengo, en la esperanza de que algún momento todo vuelva a la normalidad.
- Te juro que solucionaré esto- le dije con el tono más serio que pude-. Te juro que lo haré.
Veo que paulatinamente va cesando su llanto y por ende, mi preocupación. Después un unos minutos que le tomó tranquilizarse, ella levanta su mirada estando en el suelo para observarme. Pensé que me diría algo, ya que su boca se abrió muy ligeramente, pero de inmediato, su semblante y su expresión cambiaron radicalmente.
Observo con preocupación cómo el rostro de Fátima se transforma ante mis ojos. La angustia y el llanto que antes la caracterizaban se convierten en una expresión de terror absoluto. La atmósfera se vuelve densa, y siento que el aire se corta a mi alrededor.
-Mamá, ¿qué sucede? -intento preguntar, pero mi voz se ahoga en el caos que rodea a Fátima. La mujer parece atrapada en un torbellino de emociones, incapaz de escucharme o de responder. Sus ojos, normalmente llenos de vida, ahora están desorbitados, como si estuviera viendo algo que solo ella puede percibir.
Me siento impotente. Miro alrededor, buscando alguna pista que explique la reacción de ella, de Fátima. La sala, que antes parecía familiar, ahora se siente extraña y amenazante. Las sombras parecen alargarse, y un escalofrío recorre nuestras espaldas.
Fátima intenta retroceder, sus manos temblorosas se aferran al suelo, como si intentara anclarse a la realidad. Me intento acercame un poco más, intentando calmarla.
-Mamá, respira. Estoy aquí contigo -digo, tratando de infundirle un poco de su propia calma. Pero Fátima no parece escucharme. Su mirada se fija en un punto detrás de mi propia sombra, y su rostro se contorsiona en una mueca de horror.
Siguiendo la dirección de su mirada me doy la vuelta lentamente teniendo desde ya el terror de lo que pueda ser. Lo que veo me deja helada. Una sombra oscura se cierne en una de las ventanas, una figura indistinta que parecea moverse con una vida propia. Mi corazón late con fuerza, y un instinto primario me grita que debo de huir lo antes posible.
-¡Mamá! -grito, volviendo a mirar a Fátima, que ahora está completamente paralizada, atrapada en su propio terror. Siento que el tiempo se detiene, y en ese instante, sé que debo actuar. No puedo dejar que Fátima se hunda en esa oscuridad que parece que se la está comiendo.
Con determinación, me acerco a Fátima, tomo su mano y la aprieto con fuerza.
-No estás sola. Estoy aquí. Vamos a salir de esto juntas -le digo, tratando de romper lo que parece ser un hechizo que la mantiene atrapada. La figura en la esquina parece acercarse, intento ignorarla hasta que desaparezca por si sola.
Ambas, que sentimos la tensión de la sala, fijamos la mirada justo en el punto donde sentimo que está el ente. Fátima y yo sentimos un escalofrío recorrer nuestras espaldas al ver a Alastor, su figura delgada y alargada se recortaba contra la luz tenue del día que apenas está comenzando. Sus ojos, como dos pozos oscuros, la miraban fijamente, y una sonrisa torcida se dibujaba en su rostro. La tensión en el aire era palpable, como si el tiempo se hubiera detenido por un instante.
Siento miedo pero también la inquietud de Fátima, me acerco a ella y le susurró:
-¿Estás segura de que quieres hacer esto? No sabemos qué puede pasar.
Fátima, sin apartar la vista de Alastor, asintió con determinación. Había llegado el momento de enfrentar nuestros miedos.
Con un profundo suspiro, Fátima se levanta del suelo, sacudiendo el polvo de su vestido de flores. Se acercó a la ventana, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho.
-Alastor- llamó con voz firme-no tienes poder sobre mí. Estoy aquí para poner fin a esto.
Alastor se inclinó un poco más hacia adelante, como si estuviera disfrutando del desafío.
-¿Fin? ¿Qué te hace pensar que puedes acabar con lo que ya ha comenzado?- respondió con una voz suave y burlona que resonó en la habitación.
Sintiendo que la situación se tornaba peligrosa, me interpuso entre Fátima y la ventana.
-No le hagas caso, Fátima. Él se alimenta de tu miedo- murmura tratando de mantener la calma.
Fátima me mira con algo de fastidio en su mirada tapando el miedo que siente en estos momentos para luego volver a centrar su atención en Alastor.
-No tengo miedo- afirmó, aunque en su interior una pequeña duda comenzaba a asomarse- Voy a liberarte de este lugar, mi niña. No más juegos.
Alastor soltó una risa baja y siniestra.
-¿Liberarte? Oh, querida, tú no entiendes. Este lugar es mi hogar. Y tú, tú eres solo una intrusa en mi mundo.
Con un movimiento rápido, Fátima toma la mochila que me había dado y la abre. Dentro, hay objetos que mi padre había recolectado en sus investigaciones sobre lo paranormal: una vela, un cristal, y un pequeño libro de conjuros.
-Si este es tu hogar, entonces tendré que hacer que te vayas-, dijo, mientras comenzaba a preparar el ritual que había aprendido.
La atmósfera se vuelve aún más densa, y Alastor, al ver la determinación en los ojos de Fátima, parece perder un poco de su confianza.
-No creas que puedes deshacerte de mí tan fácilmente- advirtió, pero su voz sonaba un poco menos segura.
Fátima encendió la vela y comenzó a recitar las palabras del conjuro, sintiendo cómo la energía a su alrededor comenzaba a cambiar. Yo me puse detrás de ella, intentaba apoyarla lo más que podía para alejar a alastor aunque sea por un rato.
La sala se empezó a sentir extraña, no se siente como cuando mi padre hacia los rituales o hacia un conjuro. La sensación dentro de mi cuerpo es inexplicable. Siento como mi respiración se limita y la ansiedad crece dentro de mi pecho. Empiezo a sudar y el aire pareciera que ha dejado de circula en el lugar.
Y en un abrir y cerrar de ojos parece que todo acaba para mejor.
Al levantar la vista intentando respirar los más fuerte que podía hacerlo. Veo que Fátima está tumbada en el suelo y todo ha cambiado.
No solo la sala principal de la casa sino también el ambiente mismo. La luz del sol se filtraba a través de las nubes, creando un juego de sombras que danzaban a su alrededor, como si el mundo estuviera respondiendo a su energía. Su sonrisa, amplia y enigmática, parecía contener secretos que desafiaban la lógica y la razón.
Mientras lo observaba, una sensación de inquietud se apoderó de mí. Era como si su mera existencia desafiara las leyes de la naturaleza. Los pájaros que solían cantar en el jardín ahora guardaban silencio, y el viento parecía detenerse, como si el tiempo mismo se hubiera congelado en ese instante.
Alastor, con su mirada penetrante, parecía disfrutar de la confusión que generaba. Era un maestro del caos, un titiritero que movía los hilos de la realidad a su antojo. No podía evitar sentirme atraída por su magnetismo, a pesar del miedo que me provocaba. Era un juego peligroso, y yo era un peón en su tablero.
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Un Cruel Ángel
Mystery / Thriller«Dakota ha querido caminar por lo mismo paso que su padre cuando estudió la "magia negra", lo que ella no se espera que ese camino es más caliente que el mundo terrenal, sobre todo cuando tienes que hacerte cargo de toda una legión de caídos junto c...