Capitulo 17

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Intento mantener la calma, pero mi mente corre a mil por hora. Recuerdo su naturaleza manipuladora y su capacidad para jugar con las mentes de los demás, además de lo agresivo que puede llegar a ser.



—Déjame bajar —digo, tratando de sonar firme, aunque mi voz tiembla ligeramente.

Él se inclina hacia adelante, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y curiosidad en medio de la oscuridad en la que estamos parece sonreír y disfrutar de ponerme nerviosa.

—¿Y por qué querrías irte tan pronto? El día, apenas comienza, y hay tanto por descubrir... —susurra, como si cada palabra estuviera impregnada de un poder hipnótico que me atrapa.

El autobús sigue avanzando, y la oscuridad fuera de las ventanas se vuelve más profunda. La sensación de claustrofobia se apodera de mí. No puedo quedarme aquí, no con él.

—Alastor, por favor... —mi voz se quiebra, y en ese momento, me doy cuenta de que no solo estoy asustada, sino que también estoy intrigada.

¿Qué es lo que realmente quiere de mí?

Él se ríe, un sonido que resuena como un eco en mi mente.

—Oh, querida, no te preocupes. No tengo intención de hacerte daño... al menos, no de la manera que piensas.

El autobús se detiene de repente, y el silencio se vuelve ensordecedor. Alastor me observa, y en su mirada hay un destello de algo que no puedo identificar. ¿Es interés? ¿Es diversión?

—¿Listo para la aventura? —pregunta, y aunque mi instinto me grita que escape, una parte de mí se siente atraída por lo desconocido.

El miedo y la curiosidad chocan dentro de mí, y en ese momento, sé que mi vida está a punto de cambiar para siempre.

-puede hacer lo que desee conmigo -la sensación de vulnerabilidad me invade, pero en medio del caos, una chispa de determinación comienza a encenderse en mi interior.

Alastor acelera con fuerza y con la misma frena para repetir esto varias veces, obligandome a tomar distancia de él al no estar sujeta de nada. El autobús se tambalea, y el sonido del metal crujiente resuena en mis oídos. Al mirar a mi alrededor, veo a los demás pasajeros en estado de shock, algunos gritando, otros tratando de calmarse. Pero yo solo puedo concentrarme en Alastor, el chofer, que parece disfrutar de la confusión que ha causado.

"¿Qué vas a hacer ahora?", me pregunto a mí misma, mientras mi mente busca una salida. La adrenalina me empuja a actuar, a no dejarme llevar por el miedo.

Con un esfuerzo, me levanto del suelo y miro hacia la puerta. Si logro llegar allí, tal vez pueda escapar. Pero Alastor se da cuenta de mis intenciones y su risa se vuelve más burlona.

-¿Crees que puedes irte tan fácilmente?-, dice, su voz llena de desprecio. -Este es solo el comienzo.

Mis instintos me gritan que no puedo quedarme ahí, que debo luchar por mi libertad. Con cada paso que doy hacia la puerta, siento que el tiempo se ralentiza. La tensión en el aire es palpable, y sé que tengo que actuar rápido.

Alastor gira la cabeza para ver dónde es que estoy. Han Sido tantas veces que me he caído por la velocidad a la que va el autobús que me he caído varias veces haciendo que el sonido de mis rodillas y manos chocando con el metal de pasillo resuene con los gritos de alegría del demonio.

Mis piernas me duelen, me tiemblan. El vertigo y la fatiga se apoderan de mí cuerpo, y siento que ya no puedo más. En un último intento de salir, levanto mi cuerpo que se sienta tan pesado por el cansancio. Estando gateando como los animales cuadrúpedo, casi arrastrandome al tener el pecho y el estómago casi pegado al piso, intento llegar hacia donde está Alastor.

Un Cruel Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora